Calma tensa en los hoteles de la polic¨ªa

Los pueblos veraniegos son tristes sin verano, lugares fuera de lugar, y quien cae en ellos, por error o destino, ya cae mal, muy desubicado. Pero todav¨ªa m¨¢s si es un polic¨ªa de Sevilla, por ejemplo, enviado esta semana a un desangelado hotel de tres estrellas de una localidad playera de Catalu?a, donde le miran raro, a esperar si se l¨ªa con la sentencia del proc¨¦s. Un millar de polic¨ªas, seg¨²n fuentes del cuerpo, ya est¨¢n volviendo desde el jueves a donde a muchos les echaron en 2017, y a nadie le apetece: ellos no hubieran querido volver, y muchos vecinos tambi¨¦n prefieren que no aparezcan. ¡°Espero que esta vez no vengan, la verdad, se reabrir¨ªan viejas heridas¡±, dice la recepcionista de uno de los hoteles de Calella y Pineda de Mar donde se hospedaron hace dos a?os y se registraron los incidentes m¨¢s graves. Al final tuvieron que irse.

Aunque los destinos se mantienen secretos, en la mayor parte de los casos, seg¨²n fuentes policiales, ahora se han elegido municipios m¨¢s emp¨¢ticos, por as¨ª decirlo. Con alcald¨ªas no independentistas o partidos constitucionalistas bien implantados. Tambi¨¦n localidades m¨¢s grandes, donde la llegada sea m¨¢s an¨®nima. Salou, por ejemplo, donde se han instalado en varios hoteles, o Castelldefels, con alcaldesa socialista. La otra novedad es una ausencia muy presente y presentable: no hay barcos. ¡°Esta vez el Piol¨ªn no lo vamos a consentir¡±, asegura un portavoz del sindicato Jupol, el mayoritario en la Polic¨ªa Nacional. Llegan de M¨¢laga, Granada, Zaragoza, Valencia, Vigo... En principio, se quedan hasta el d¨ªa 25, pero todo se ver¨¢.

En todo lo que pas¨® en octubre de 2017 tambi¨¦n tuvo su parte el malestar interno de las fuerzas de seguridad por la precariedad de algunos alojamientos, sobre todo el famoso buque atracado en el puerto de Barcelona. Con la experiencia, esta vez se ha podido preparar mejor, aunque los sindicatos siguen acusando a Interior de ¡°falta de planificaci¨®n¡±. Tambi¨¦n, apunta un representante de la Guardia Civil de la asociaci¨®n AUGC, ¡°si comparas la situaci¨®n con la de hace dos a?os esto no es nada, hay expectaci¨®n, pero menos tensi¨®n¡­ de momento¡±. La Guardia Civil ha enviado otro millar de agentes, pero se basta por ahora con los cuarteles e instalaciones militares, no van a hoteles. El grueso de los efectivos est¨¢ en la gran comandancia de San Andr¨¦s de la Barca, cerca de Barcelona.

Para la Polic¨ªa Nacional sus cuarteles de invierno son los hoteles fuera de temporada, vac¨ªos y baratos. ¡°De momento, calma chicha. ?Qu¨¦ pasar¨¢? No lo sabe nadie¡±, dice uno de ellos. Los agentes que ya viven en Catalu?a lo llevan peor. Uno destinado en Barcelona denuncia que sufren ¡°escraches y acoso a nivel personal y familiar¡±. ¡°Aqu¨ª ha habido una sangr¨ªa de agentes que se han ido, los que estamos aqu¨ª es contra nuestra voluntad, los que no tenemos puntos para el traslado y los que vienen de las nuevas promociones¡±, comenta. Refiere que este mes se han registrado tres protestas ante instalaciones de Guardia Civil y Polic¨ªa. ¡°Sobre todo impresiona que ya no son solo j¨®venes, ves gente mayor gritando 'Pim pam pum, que no quede ninguno', se est¨¢n radicalizando¡±.

Justo en el l¨ªmite entre Calella y Pineda de Mar, a una hora al norte de Barcelona, donde en 2017 hubo m¨¢s tensi¨®n con los polic¨ªas hospedados, hay un cuartel de la Guardia Civil. Es uno de los lugares donde el pasado d¨ªa 3 se organiz¨® una de esas protestas. M¨¢s de un centenar de manifestantes que gritaban ¡°Fem-los fora! (?Ech¨¦moslos!)¡±, y enfrente otro grupo que defend¨ªa a los agentes coreando ¡°?No est¨¢is solos!¡±. Los agentes del puesto ponen cara de circunstancias y prefieren guardar silencio. Con la sentencia se esperan, como m¨ªnimo, este tipo de movilizaciones. En la plaza del mercado de Calella la gente tampoco tiene muchas ganas de hablar del tema, pero no creen que los polic¨ªas vayan a volver a sus hoteles. ¡°Despu¨¦s de la que se arm¨® no tendr¨ªa sentido, ser¨ªa venir a provocar¡±, dice una se?ora, que prefiere no dar su nombre.

En Pineda de Mar, el hotel donde se alojaron en 2017 unos 300 agentes, est¨¢ en pleno centro. Al lado de una gran plaza donde el jueves por la tarde jugaban los ni?os, mientras sus padres se tomaban algo en las terrazas. ¡°Mira qu¨¦ tranquilos estamos, ?te imaginas que ahora llegan dos autobuses con 100 polic¨ªas? ?no te chocar¨ªa?¡±. S¨ª se ve un buen grupo de turistas del este de Europa. La recepcionista de uno de los hoteles de la zona explica que nadie quiere que se repitan las escenas de hace dos a?os. Como otros vecinos, entiende que los polic¨ªas hacen su trabajo, pero asegura que su presencia crear¨ªa problemas. ?Qu¨¦ cree que pasar¨¢? ¡°Depender¨¢ de ellos¡±, de los polic¨ªas, razona. ¡°Es que con lo de cantar 'A por ellos' y lo que se vio¡­¡±. Recuerda que a un lado de la calle estaban los independentistas y en el otro sus contrarios: ¡°Fue dif¨ªcil. Es que esto es un pueblo, si vienes de Madrid no lo puedes entender¡±.

Los polic¨ªas est¨¢n llegando de forma escalonada y discreta, por la noche, para no dar el cante. En este establecimiento no saben si vendr¨¢n o no, pero esper¨¢ndoles y pasando la noche all¨ª se pueden comprobar las sensaciones de algunos de estos hoteles de invierno. Son instalaciones de la primera oleada tur¨ªstica de hace medio siglo, que han envejecido mal. Menos de 50 euros con desayuno. Cuartos sin calefacci¨®n, sin wifi, de higiene mejorable, tele diminuta. Te viene la depresi¨®n, ya sin ser polic¨ªa. Pasa la noche y los polic¨ªas no vienen. ¡°Te dije que no ven¨ªan¡±, dice al d¨ªa siguiente el del bar, como contento.

Est¨¢n, por ejemplo, a 80 kil¨®metros al sur, en un hotel de Castelldefels. Entran y salen a dar un paseo, a hacer deporte. Opinan que en esta zona los hoteles est¨¢n mejor, que han salido ganando. En un restaurante cuatro polic¨ªas esperan que les sirvan el primer plato del men¨² del d¨ªa. Dos de ellos ya estuvieron en Catalu?a hace dos a?os, y uno de ellos, precisamente en Calella. ¡°Me fui decepcionado¡±, recuerda. No por lo que pas¨®, que tambi¨¦n, es que en realidad ¨¦l, como muchos otros compa?eros, llevaba a?os yendo a este peque?o municipio. No fueron marcianos que aterrizaron en el pueblo para el refer¨¦ndum ilegal, estos hoteles eran destino habitual del cuerpo en sus rutinas operativas. ¡°?bamos muchas veces al a?o y est¨¢bamos muy a gusto, conoc¨ªas a la gente, en los bares, en los restaurantes, y no hab¨ªa ning¨²n problema. Pero de repente se rompi¨® esa convivencia¡±. Opina que quienes protestaban eran ¡°200 exaltados, pero hac¨ªan mucho ruido¡±. Pero el caso es que esta vez, en principio, parece que ya no vuelven por all¨ª. Es otro pasito del proc¨¦s: volver donde se ha liado no se puede, se considerar¨ªa hostil. Si estas excursiones comienzan a ser peri¨®dicas hay un aspecto log¨ªstico que quiz¨¢ deber¨¢ ser resuelto.

En Castelldefels la diferencia se nota. ¡°Aqu¨ª no hay ning¨²n problema, esto es tranquilo, por aqu¨ª pasan a tomar caf¨¦ polic¨ªas, guardias civiles y mossos, todos se llevan bien¡±, cuenta el due?o de un gran bar del paseo mar¨ªtimo. En la calle trasera del hotel de los polic¨ªas hay solo una estelada, y dos banderas de Espa?a.