Silencio, no molestar hasta abrir las urnas
Vox advierte de los peligros del globalismo y el lunes lo hizo Abascal sin que tuviera r¨¦plica
Globalismo es marxismo, es inmigraci¨®n sin control, es econom¨ªa transnacional, es izquierda, es, en suma, poco amor a la patria. Este espantajo recorre el mundo. A los "despachos globalistas progresistas", aludi¨® en la noche del debate el l¨ªder de Vox, Santiago Abascal, como paradigma de los espacios donde se atenta contra los derechos de los ciudadanos y sus naciones. Una suerte de conspiraci¨®n mundial, global, avanza posiciones de la que alerta la ultraderecha o la derecha extremista, para ganar posiciones electorales con discursos proteccionistas y patri¨®ticos. El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, gusta de agitar este concepto que hace de la globalizaci¨®n mucho m¨¢s que un fen¨®meno econ¨®mico. Y para mal. Todos esos peligros son de los que advierte Vox y anteanoche lo hizo Abascal sin que tuviera r¨¦plica.
¡°?Ning¨²n candidato quiere intervenir?¡±. Esta fue la pregunta de la periodista de TVE, Ana Blanco, que moder¨® el debate junto a su colega de Antena 3 Vicente Vall¨¦s. No daban cr¨¦dito los informadores a que el alegato de Santiago Abascal no tuviera r¨¦plica.
As¨ª lo decidieron, por separado, sus adversarios, seg¨²n reconocen en sus entornos. No dar cancha a Abascal, ignorarle, hacerle el vac¨ªo. Es un recurso t¨¢ctico , pero tambi¨¦n lo elevan a la categor¨ªa de estrategia. Las razones para mantenerse en silencio ante un discurso que pone en entredicho, sin ambages, el Estado de las autonom¨ªas, que vincula inmigraci¨®n y delincuencia, que tilda de ¡°secta¡± a la Uni¨®n Europea, entre otras invocaciones extremistas, son puramente electorales.
De ninguna manera el presidente del gobierno en funciones, Pedro S¨¢nchez, iba a retirarse el impermeable presidencial. En ning¨²n caso, Pedro S¨¢nchez iba a entrar en una discusi¨®n con Abascal. Este no iba a provocar que se despojara de su discurso y sus mensajes de jefe de gobierno en ciernes. Para ello, solo pod¨ªa mirar de frente, no a los lados. Solo en una ocasi¨®n le interes¨® dirigirse a Santiago Abascal pero no directamente sino a trav¨¦s de Rivera y Casado para preguntarles si compart¨ªan las propuestas que desgranaba Vox. Silencio. De Vox no se hablaba. Casado y Rivera no est¨¢n en condiciones, sobre todo el primero, de molestar a Abascal. La ¨²nica oportunidad de gobernar que tiene Pablo Casado pasa inexorablemente por su apoyo. No es momento de replicar a Abascal en sus ataques al Estado de las Autonom¨ªas, ni al proyecto europeo, ni al PNV, tan necesario, tantas veces, para el PP. Tampoco de hacer un discurso reposado sobre la inmigraci¨®n. Rivera evit¨® discutir sobre estos grandes temas pero entr¨® en el pasado inmediato de Abascal de quien aire¨® haber vivido siempre de la administraci¨®n auton¨®mica del PP, en puestos de desconocida utilidad. Con ese recordatorio, busca retener algunos de los muchos apoyos que parecen volar hacia el PP o Vox. Un partido al que no se quiere rebatir y que puede ser la tercera fuerza pol¨ªtica. Si es as¨ª, los silentes sabr¨¢n si ignorarle fue lo adecuado.
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