¡°Ha temblado todo, pero hemos llegado sanos y salvos¡±
Los primeros 20 minutos, seg¨²n los pasajeros del vuelo de Air Canad¨¢, fueron los peores. La nave que volaba a Toronto no terminaba de coger altura
Eduardo ??igo, hijo del m¨ªtico periodista Jos¨¦ Mar¨ªa ??igo, empez¨® a darse cuenta de que algo iba mal cuando desde la ventanilla del avi¨®n pudo reconocer a la gente que paseaba por la Gran V¨ªa de Madrid. El aparato volaba muy bajo. Mand¨® un mensaje de preocupaci¨®n al grupo de WhatsApp que comparte con sus hermanos, su madrastra y sus cu?adas. Desde ese momento y hasta que aterriz¨® de nuevo en Barajas, cuatro horas despu¨¦s, ??igo estuvo en contacto en todo momento con su familia, que sigui¨® las peripecias de su avi¨®n a trav¨¦s de la web FlyTracker.
Los primeros 20 minutos, seg¨²n los pasajeros, fueron los peores. La nave que volaba a Toronto no terminaba de coger altura. La preocupaci¨®n se extendi¨®. El murmullo subi¨® de volumen. Nadie sab¨ªa con seguridad lo que estaba ocurriendo. Hasta que el piloto les explic¨® que el avi¨®n ten¨ªa problemas en una rueda del tren aterrizaje y en uno de los motores. Ante todo, mucha calma, les pidi¨®. La tranquilidad se fue imponiendo, poco a poco. Las explicaciones de la tripulaci¨®n los soseg¨®. Las siguientes cuatro horas las pasaron en el aire. La mayor¨ªa estuvo conectada al m¨®vil. Con cobertura pudieron seguir en vivo las noticias que se contaban sobre su vuelo. La gente tambi¨¦n ve¨ªa series o le¨ªa. Un beb¨¦ lloraba de vez en cuando. En esos momentos fue un vuelo como otros tantos de los miles que surcaban el cielo a esas horas en todo el mundo.
To?i Ballesteros, esposa de uno de los pasajeros, tambi¨¦n se enter¨® por WhatsApp de lo que estaba ocurriendo. Su marido le escribi¨® cont¨¢ndoselo. Ella se puso muy nerviosa y fue ¨¦l, el que estaba dando vueltas en el avi¨®n alrededor de Madrid para quemar combustible y as¨ª facilitar el aterrizaje, quien la tranquiliz¨®. Ballesteros, nerviosa, agarr¨® su coche y condujo rumbo al aeropuerto. Mientras lo aparcaba en la terminal, su familia le dijo que el avi¨®n hab¨ªa aterrizado sin problemas. Ya no ten¨ªa nada de lo que preocuparse.
Un ejecutivo de una multinacional cuenta que al principio, cuando se comunic¨® que el vuelo ten¨ªa problemas, hubo inquietud entre el pasaje, al que le cost¨® inicialmente saber lo qu¨¦ ocurr¨ªa realmente. Poco a poco, la tranquilidad se impuso y los viajeros entendieron que tendr¨ªan que pasar unas horas en el aire.
La calma qued¨® en suspenso hasta el momento del aterrizaje. Fue el instante m¨¢s tenso. A los pasajeros les quedaba la duda de si los problemas mec¨¢nicos pod¨ªan afectar a la que es la maniobra m¨¢s arriesgada en un vuelo. "Ha temblado todo, pero hemos llegado sanos y salvos", explic¨® el ejecutivo. Un v¨ªdeo grabado por uno de los pasajeros en el interior del avi¨®n capta el momento: luces apagadas, un ligero traqueteo al rozar la pista y, de repente, la tranquilidad que da la estabilidad del aparato, que se desliza como la seda. La gente aplaude. Se escuchan algunos v¨ªtores. Por fin, todo hab¨ªa acabado.
En la terminal todo eran se?ales de que no era un d¨ªa cualquiera. M¨¢s polic¨ªa de lo normal, ambulancias que iban y ven¨ªan. Hasta las pantallas de informaci¨®n parec¨ªan haberse vuelto locas. Anunciaban un vuelo fuera de lo com¨²n: origen Madrid, destino Madrid. El 837R de Air Canada. Dos agentes de la polic¨ªa nacional corr¨ªan de un lado a otro de la T1, en la que desembarcaron los pasajeros. Uno le dec¨ªa a otro: "No puedo quitarme de la cabeza lo de Spanair". En ese accidente de 2012, en este mismo aeropuerto, murieron 154 personas.
-?Agente, estaba usted ese d¨ªa aqu¨ª?
-Si, y hoy lo he revivido.
Sin embargo, este final era feliz. Y hasta con un toque de humor.
Una vez que toc¨® tierra, el piloto anunci¨® por el micr¨®fono, muy ufano, "Welcome to Barcelona". El pasaje estall¨® en risas. "Madrid, sorry, Madrid", corrigi¨®.
Definitivamente, el d¨ªa amaneci¨® torcido.
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