?Planearon los andalus¨ªes una reconquista de los territorios cristianos?
Los historiadores medievalistas estudian si hubo un equivalente a los proyectos cristianos de recuperaci¨®n de territorio entre los habitantes musulmanes de la Pen¨ªnsula
La?idea de una reconquista como proyecto unitario a lo largo de ocho siglos para restituir la pen¨ªnsula Ib¨¦rica a su estado anterior a la llegada de ¨¢rabes y bereberes en el a?o 711 est¨¢ m¨¢s que en cuesti¨®n. ¡°Ninguna campa?a militar en la historia de la humanidad ha durado tanto¡±, afirmaba el hispanista brit¨¢nico Henry Kamen en una entrevista publicada por EL PA?S este martes. Con todo, ?planearon aquellos andalus¨ªes reconquistar las tierras que les arrebataban los se?ores cristianos? ?Hubo alguna vez un equivalente andalus¨ª a la (re)conquista cristiana?
¡°Es un tema que exige muchos matices. Se ha estudiado mucho m¨¢s la reconquista cristiana ¡ªmal llamada as¨ª, a mi juicio¡ª que las perspectivas de los musulmanes respecto al territorio¡±, comenta Alejandro Garc¨ªa Sanju¨¢n, profesor de Historia Medieval de la Universidad de Huelva, que llama a analizar la cuesti¨®n con cautela. ¡°En el estado actual de la investigaci¨®n no podemos decir que entre los andalus¨ªes se desarrollase un proyecto de reconquista similar al que hubo entre los cristianos peninsulares¡±.
Ese hecho no niega que hubiera deseos y proyectos de recuperar la tierra perdida, aunque las referencias a ellos?en los textos andalus¨ªes y magreb¨ªes aparecen "m¨¢s diluidas" que en los textos cristianos, asegura otro especialista,?Javier Albarr¨¢n,?medievalista especializado en el Occidente isl¨¢mico de la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
¡°Es llamativo que los omeyas, sobre todo en el siglo X, cuando el poder musulm¨¢n llega a su apogeo en la Pen¨ªnsula, no llegaran a plantearse la necesidad de apoderarse de todo el territorio¡±, ilustra Garc¨ªa Sanju¨¢n. Eso s¨ª, los andalus¨ªes sent¨ªan un apego y un sentimiento de pertenencia al territorio en el que habitaban. ¡°En muchas ocasiones se ha dicho que los sentimientos de pertenencia de los andalus¨ªes se articulaban fundamentalmente en torno a la religi¨®n o a los lazos tribales, pero hoy sabemos que en realidad entre ellos se desarroll¨® tambi¨¦n un fuerte sentimiento de pertenencia a su territorio, y lo llamaban ¡®nuestro pa¨ªs, Al-Andalus¡¯ o ¡®este nuestro Al-Andalus¡±.
Hay un momento crucial en la percepci¨®n de los andalus¨ªes sobre la p¨¦rdida de su territorio. Y llega en el siglo XI, cuando cambian las relaciones de poder entre musulmanes y cristianos, y los segundos se cobran las primeras plazas andalus¨ªes. La desintegraci¨®n del califato de C¨®rdoba est¨¢ detr¨¢s de este cambio. ¡°Con la desaparici¨®n de la autoridad central y el surgimiento en su lugar de poderes perif¨¦ricos, la hegemon¨ªa andalus¨ª en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica ces¨® y con ella la iniciativa b¨¦lica de los musulmanes que, por primera vez, pasa a los reinos cristianos, sobre todo a partir de la d¨¦cada de 1040¡±, apunta Javier Albarr¨¢n. Y es que, hasta entonces, los andalus¨ªes hab¨ªan resultado pr¨¢cticamente invencibles, pero en 1064 Barbastro (en la actual provincia de Huesca), una plaza importante al norte de Al-Andalus, cae en manos cristianas.
Entre los andalus¨ªes se desarroll¨® tambi¨¦n un fuerte sentimiento de pertenencia a su territorio, y lo llamaban ¡®nuestro pa¨ªs, Al-Andalus¡¯ o ¡®este nuestro Al-Andalus¡± Alejandro Garc¨ªa Sanju¨¢n, medievalista
¡°La p¨¦rdida de Barbastro produce una enorme conmoci¨®n entre los andalus¨ªes¡±, apunta Javier Albarr¨¢n. Un cronista cordob¨¦s de la ¨¦poca, Yusuf Ibn 'Abd al-Barr, ve en esa p¨¦rdida algo m¨¢s que la simple ca¨ªda de un lugar importante: ¡°Si [los cristianos] nos arrebatan las regiones extremas, no es imposible que ocurra lo mismo con el centro¡±. Su relato de la conquista busca conmover a sus correligionarios: ¡°Prevaleci¨® la tiran¨ªa, aparecieron las cruces, hablaron las campanas, los demonios cayeron sobre su presa, los jefes de los cerdos prendieron fuego a todo y las casas se convirtieron en hornos¡±. La ciudad fue tomada de nuevo por las tropas del rey de Zaragoza, al-Muqtadir, un a?o despu¨¦s, y finalmente cay¨® en manos cristianas de nuevo en 1101. Toledo, el coraz¨®n de la Pen¨ªnsula, caer¨¢ en 1085, cuando entre en la ciudad Alfonso VI de Le¨®n.
El pecado iguala a cristianos y musulmanes
En algo coincid¨ªan musulmanes y cristianos, ilustra el medievalista Javier Albarr¨¢n. "La p¨¦rdida de la tierra, al igual que entre los cristianos, en los musulmanes est¨¢ vinculada a una visi¨®n providencialista: Hispania se hab¨ªa perdido por los pecados de los godos, dicen los cristianos; Al-Andalus, dicen los andalus¨ªes, por los de los musulmanes".
Pero a la presencia andalus¨ª en la Pen¨ªnsula a¨²n le quedaban cuatro siglos por delante. Un documento resulta muy ¨²til para entender si aquellos habitantes de la Pen¨ªnsula ten¨ªan en mente una idea de recuperaci¨®n de las tierras perdidas. Su fecha es discutida, pero puede datar de finales de aquel siglo XI o de principios del siguiente. Se trata de una cr¨®nica an¨®nima, Fath al-Andalus, que glosa la presencia musulmana en la Pen¨ªnsula desde el 711 hasta la batalla de Sagrajas (o Zalaca), librada en las proximidades de Badajoz en 1086, en la que las tropas cristianas de Alfonso VI cayeron derrotadas ante los almor¨¢vides. La cr¨®nica celebra que en la batalla fueron aniquilados todos los infieles y que Dios har¨¢ que los territorios andalus¨ªes perdidos a manos de las tropas cristianas vuelvan a ser territorio fiel.
"Hay entre los musulmanes un discurso de recuperaci¨®n de territorio y hab¨ªa consciencia de que lo hab¨ªan ocupado, leg¨ªtimamente, porque el?fath es una exigencia doctrinal, pero no hay un discurso tan coherente o bien articulado como en el ¨¢mbito cristiano", apunta Carlos de Ayala, catedr¨¢tico de Historia Medieval de la UAM.
Y precisamente esa palabra, fath, es importante para entender la visi¨®n que ten¨ªan los andalus¨ªes de la recuperaci¨®n del territorio, comenta Albarr¨¢n. ¡°Fath literalmente significa abrir, apertura. Dios abre a los musulmanes el territorio al islam¡±, apunta Albarr¨¢n. Y de esa apertura (que en seg¨²n qu¨¦ contexto tambi¨¦n puede traducirse por conquista) los almohades que llegan a la Pen¨ªnsula quieren dejar recuerdo en Gibraltar, que pas¨® de llamarse Yabal Tariq ("el monte de Tariq"), a Yabal Fath ("el monte de la conquista"). Una legaci¨®n diplom¨¢tica granadina alab¨® al primer califa almohade, ¡®Abd al-Mu¡¯min, cuando desembarca en el Pe?¨®n, compar¨¢ndolo con el general Tariq y el caudillo Musa, los protagonistas de la campa?a militar musulmana en 711. Los andalus¨ªes, siglos despu¨¦s, segu¨ªan teniendo presente su pasado.?
Conforme ganan territorio los cristianos, y sobre todo a partir de la gran derrota musulmana en la batalla de las Navas de Tolosa (1212), la presencia andalus¨ª se restringe al reino de Granada. Pero aquel peque?o sultanato feudatario de Castilla a¨²n habr¨ªa de llevarse algunas alegr¨ªas, y as¨ª arrebatan a los cristianos Algeciras, en 1369, y tambi¨¦n Hu¨¦scar (tomada por los castellanos en 1434 y recuperada 14 a?os m¨¢s tarde por Granada). ¡°En la fachada del palacio de Comares est¨¢n los versos dedicados a la conquista de Algeciras, el ¨²nico top¨®nimo que aparece en las paredes de la Alhambra¡±, explica Antonio Malpica, catedr¨¢tico de Arqueolog¨ªa Medieval de la Universidad de Granada.
Los almohades que llegan a la Pen¨ªnsula quieren dejar recuerdo en Gibraltar, que pas¨® de llamarse Yabal Tariq ("el monte de Tariq") a Yabal Fath ("el monte de la conquista")
La p¨¦rdida de territorios se viv¨ªa con sentimientos de tristeza y malogro. Y ese dolor impregnaba, adem¨¢s de las cr¨®nicas, los poemas.?El poeta ronde?o Abu-l-Baq¨¢ al-Rundi, del siglo XIII, se duele as¨ª: ¡°?Qu¨¦ es de Valencia y sus huertos? / ?y Murcia y J¨¢tiva hermosas? / ?Y Ja¨¦n? / ?qu¨¦ es de C¨®rdoba en el d¨ªa, / donde las ciencias hallaban / noble asiento, (...) / ?Y Sevilla? ?Y la ribera / que el Betis fecundo ba?a / tan florida?¡±.?
"A veces esa frustraci¨®n popular lleg¨® a tener una cierta influencia pol¨ªtica", comenta Garc¨ªa Sanju¨¢n, y los textos procuraban incitar al yihad, un esfuerzo militar solidario de otros musulmanes. "El t¨¦rmino yihad remite a la idea de esforzarse pudiendo implicar combate y expansi¨®n del mensaje del Islam", especifica Gracia L¨®pez Anguita, arabista de la Universidad de Sevilla.?
El testamento de un califa almohade, Al-Mansur, en el siglo XII, recoge tambi¨¦n ese deseo de recuperaci¨®n: ¡°Cuando se acerco? su muerte, reuni¨® a sus hijos y a los almohades y les hizo recomendaciones como estas: ¡®Os recomiendo el temor de Dios y os recomiendo a los hue?rfanos y a la hue?rfana¡¯. (...) Dijo: ¡®los hue?rfanos son los habitantes de Al-Andalus y ella es la hue?rfana. Ay de que descuide?is lo que conviene de fortificar sus muros, defender sus fronteras, ordenar sus soldados y cuidar de sus su?bditos. Sabed que no hay en nuestra alma nada ma?s grande que su preocupacio?n. Si Dios nos prolongase la vida en el califato no nos detendri?amos en hacer la guerra santa a sus infieles, hasta volver a hacer de ella la morada del islam¡±. Javier Albarr¨¢n apunta que el texto del testamento se hizo tan popular que el autor tunecino Ibn Jald¨²n dir¨¢ que la gente se lo sab¨ªa de memoria y lo transmit¨ªa. "Es decir, parece que el pueblo participaba de alguna forma en esa ideolog¨ªa", refiere este experto.
El mito de Al-Andalus como para¨ªso perdido y las ideas de recuperarlo se perpetuaron tras la salida de los ¨²ltimos jerarcas musulmanes, los nazar¨ªes, de la Pen¨ªnsula. As¨ª lo recoge el testamento de Ahmad I al-Mansur, un sult¨¢n saad¨ª que vivi¨® a finales del siglo XVI y principios del XVII en el actual Marruecos. Javier Albarr¨¢n destaca que Al-Mansur ten¨ªa en su corte muchos emigrantes andalus¨ªes. ¡°Parece que influido por este lobby andalus¨ª, o para darles algunas prebendas aunque no fuera real, pone en marcha un proyecto de recuperaci¨®n de Al-Andalus que solo qued¨® en los discursos¡±, aclara.?
(...) Los hue?rfanos son los habitantes de Al-Andalus y ella es la hue?rfana. Ay de que descuide?is lo que conviene de fortificar sus muros, defender sus fronteras, ordenar sus soldados y cuidar de sus su?bditos. (...) Si Dios nos prolongase la vida en el califato no nos detendri?amos en hacer la guerra santa a sus infieles, hasta volver a hacer de ella la morada del islam¡± Del 'testamento' de Al-Mansur, caudillo almohade del siglo XII
Los moriscos que quedaron a su suerte en la Espa?a cristiana (esos que dicen ¡°nadi[e] llor¨® con tanta desventura como los hijos de Granada¡±, que pone en boca de Yu?e Banegas el Mancebo de Ar¨¦valo), tambi¨¦n albergaban esperanzas de que alg¨²n d¨ªa su pa¨ªs volviera a ser musulm¨¢n. Cundieron las profec¨ªas en las que un caudillo o el mismo profeta Mahoma islamizaba de nuevo la Pen¨ªnsula. Mencionan la figura de un rey m¨ªtico, Al-Ahmar (que es el mismo sobrenombre de Muhammad I, el rey rojo, primer monarca de la dinast¨ªa nazar¨ª). ¡°Enviar¨¢ Dios un sult¨¢n que dominar¨¢ la tierra y el mar. Ser¨¢ su nombre Al-Ahmar [Ahmad en la versi¨®n aragonesa] y obedecer¨¢n todas las gentes su mandato en el tiempo del rey liberal¡±, reza una profec¨ªa morisca. Y como "rey de los moriscos" y "rey de los andaluces" se inviste el granadino Ab¨¦n Humeya, o Ibn Umayya, que remontaba su linaje al de los omeya, y que protagoniz¨® la rebeli¨®n de las Alpujarras en el siglo XVI.?
Alejandro Garc¨ªa Sanju¨¢n, autor del libro La conquista isl¨¢mica de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica y la tergiversaci¨®n del pasado, cree que en el futuro habr¨¢ cambios en el estudio de esa supuesta "reconquista" por parte de los andalus¨ªes. Los cambios se producir¨¢n ¡°a medida que se profundice de manera apropiada en el estudio de los textos ¨¢rabes, hasta ahora insuficientemente analizados a este respecto¡±. Antonio Malpica insiste en lo arraigado del mito del para¨ªso perdido de Al-Andalus entre los musulmanes. Las proclamas de venganza por las Navas de Tolosa y la conquista de Granada, y referencias a los primeros conquistadores de la Pen¨ªnsula han aparecido entre los escritos de Al-Qaeda, apunta al respecto Javier Albarr¨¢n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.