El concejal sordo que ense?a al resto a escuchar
Alberto Torres, independiente en las filas del PSOE, llega al Ayuntamiento de Santander tras una juventud dedicada al activismo a favor de las personas sin audici¨®n
Alberto Torres (Santander, 35 a?os) escucha con los ojos mucho mejor que otros con los o¨ªdos. Por eso, su salto a la pol¨ªtica sorprende a pocos. Y ser¨¢ una suerte de justicia po¨¦tica, tras a?os de frustraci¨®n al frente de la Asociaci¨®n de Sordos de Santander y Cantabria, cuando ¡ªparad¨®jicamente¡ª quienes no escuchaban eran los pol¨ªticos. Despu¨¦s de m¨¢s de una d¨¦cada alternando el activismo y la ense?anza de lengua de signos con empleos a jornada partida, por fin tendr¨¢ un trabajo a tiempo completo. Ser¨¢ en el Ayuntamiento de la capital c¨¢ntabra como concejal.
Torres no esperaba terminar en el Consistorio. El PSOE lo incorpor¨® como independiente en su lista en las elecciones del 26 de mayo. Los socialistas no se hicieron con la alcald¨ªa ¡ªque gan¨® el Partido Popular, con 11 concejales y el apoyo de Cs y Vox¡ª, y Torres qued¨® fuera de la corporaci¨®n. Sin embargo, entr¨® nueve meses despu¨¦s: el Gobierno nombr¨® a la concejal en Santander Ainoa Qui?ones delegada del Ejecutivo en Cantabria, y ¨¦l era el siguiente en la lista para ocupar la vacante. Hab¨ªa llegado, al fin, su oportunidad.
El activista que hasta hace unos meses se quejaba de la falta de int¨¦rpretes en los plenos municipales formar¨¢ parte de los c¨ªrculos de la pol¨ªtica local que antes no atend¨ªan a sus reivindicaciones. Su llegada al Ayuntamiento ha hecho que este tenga que trabajar a marchas forzadas para conseguirle dos int¨¦rpretes externos: uno para traducir desde el atril y otro que estar¨¢ a su lado durante los plenos. Aunque a ¨¦l le hubiese gustado seguir con la suya, con quien ha trabajado durante ocho a?os. Esta situaci¨®n no hace sino reforzar el argumento de Torres: aunque ha habido avances, todav¨ªa queda mucho por hacer. O como suele decir: ¡°La discapacidad te la da la sociedad¡±.
Cuando Torres recoja el acta, en marzo, habr¨¢ consumado un viaje que inici¨® de ni?o. Pasaba las tardes en la asociaci¨®n de sordos con sus padres, ambos con discapacidad auditiva. Naci¨® oyente, pero una medicaci¨®n para la fiebre le provoc¨® una p¨¦rdida progresiva de la audici¨®n a los cuatro a?os. Quienes lo conocieron en esa ¨¦poca lo recuerdan por pasar horas jugando al f¨²tbol, pero, sobre todo, por tener conversaciones que se alargaban toda la tarde. Ah¨ª se dio cuenta de que hab¨ªa barreras en la sociedad. Se preguntaba: ¡°?Por qu¨¦ fuera es todo m¨¢s dif¨ªcil?¡±.
?l mismo ha vivido esas dificultades, e incluso la discriminaci¨®n. Torres recuerda c¨®mo, por ejemplo, sufri¨® el desprecio de un jefe cuando trabajaba a jornada partida como reponedor en un supermercado: ¡°Decidle al sordo que venga¡±, dec¨ªa para referirse a ¨¦l. Ya daba clases y era un activista reconocido en Cantabria, pero necesitaba ese dinero extra despu¨¦s del nacimiento de su hijo.
Torres se convirti¨® en el presidente de la asociaci¨®n en 2013, despu¨¦s de pasar por la comisi¨®n de juventud y especializarse en lengua de signos. ¡°Ah¨ª todos nos dimos cuenta de que las ONG le iban a quedar peque?as¡±, cuentan sus amigas Marina P¨¦rez y Amelia Minchero, que le hicieron de int¨¦rpretes en el instituto. Su mayor logro como presidente fue reactivar la asociaci¨®n y ponerla en el centro de su lucha por incorporar int¨¦rpretes en actos p¨²blicos y para las actividades diarias. Cuando iba al colegio, algunas veces suspend¨ªa las asignaturas porque no se enteraba de cu¨¢ndo hab¨ªa ex¨¢menes.
Entre eventos de la Asociaci¨®n de Sordos y los cursos de lengua de signos que comenz¨® a impartir en el Ayuntamiento, se labr¨® una imagen p¨²blica que pronto llam¨® la atenci¨®n de Pedro Casares, entonces portavoz socialista y ahora diputado en el Congreso, que termin¨® por invitarlo a las filas del partido como independiente. Alberto Torres es consciente del valor simb¨®lico de su nuevo puesto, y lo asume con gusto. Aunque, eso s¨ª, no quiere que se piense que est¨¢ en la pol¨ªtica solo de paso: ¡°Soy muy quejica. Har¨¦ lo mismo que en la asociaci¨®n, pero esta vez s¨ª me podr¨¢n escuchar¡±.?
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