Licencia social para impulsar la transici¨®n ecol¨®gica
Las iniciativas ambientales deben impulsar el cierre de las grandes brechas de desigualdad: la digital, la intergeneracional, la territorial y la de g¨¦nero
El Standard Eurobarometer 99 realizado por la Uni¨®n Europea en junio de 2023 concluye que los ciudadanos europeos seguimos respaldando abrumadoramente la transici¨®n energ¨¦tica. Los resultados evidencian, adem¨¢s, que m¨¢s del 80% pensamos que debemos invertir para incrementar la generaci¨®n de electricidad a partir de energ¨ªas renovables que nos permitan, por una parte, aumentar nuestra independencia energ¨¦tica y por otra, descarbonizar la econom¨ªa y mitigar el cambio clim¨¢tico, una cuesti¨®n que la ciudadan¨ªa europea identifica en dicha encuesta como una de las cinco principales preocupaciones que deben ser foco del esfuerzo de las pol¨ªticas europeas.
Este desaf¨ªo debemos hacerlo en un contexto marcado por la necesaria toma de conciencia y acci¨®n ante los desaf¨ªos globales de car¨¢cter social, medioambiental, ¨¦ticos y econ¨®micos que afectan al planeta y a la sociedad en su conjunto.
Y llevarlo a cabo no est¨¢ exento de retos. En 1980 por primera vez apareci¨® el acr¨®nimo NIMBY (not in my back yard, no en mi patio trasero en espa?ol) publicado en un art¨ªculo que hac¨ªa referencia al movimiento surgido en una comunidad en Virginia (Estados Unidos) como oposici¨®n a la construcci¨®n de una central en su ¨¢rea local. M¨¢s de 40 a?os despu¨¦s, la conciencia social y ambiental de la sociedad ha aumentado. Ahora se exige un esfuerzo mayor para hacer compatible el desarrollo de las infraestructuras necesarias para la transici¨®n con el desarrollo social y el respeto al territorio.
Es en el territorio donde tiene lugar este desaf¨ªo; y donde hace tiempo que, para el despliegue de las infraestructuras, la legitimidad legal con que las empresas nos desempe?amos dej¨® de ser el ¨²nico requisito. Por tanto, su ejecuci¨®n debe perseguir el cumplimiento de los objetivos para los que fueron dise?ados, al mismo tiempo que contribuimos social y medioambiental bajo el tajante compromiso de maximizar el impacto positivo en el territorio.
Si aseveramos que la transici¨®n energ¨¦tica es un reto compartido y el despliegue de las infraestructuras se desarrolla en los entornos de las comunidades, entonces estas tienen mucho que decir sobre los proyectos. Explicar la necesidad de las infraestructuras, su contribuci¨®n a la transici¨®n y las alternativas para hacerlas viables es clave para lograr su legitimidad. En definitiva, es necesario un proceso de escucha, di¨¢logo y reflexi¨®n para atender no solo las demandas ambientales (reguladas en la normativa vigente), sino tambi¨¦n las sociales.
Esto implica actuar de forma abierta y transparente con las comunidades locales y buscar c¨®mo contribuir a mejorar su bienestar aportando soluciones con visi¨®n a largo plazo, afrontando los desaf¨ªos estructurales que perpet¨²an las diferencias y poniendo la mirada en una realidad que, lejos de disminuir, debe trabajar para que no aumente: las iniciativas deben impulsar el cierre de las grandes brechas de desigualdad: la digital, la intergeneracional, la territorial y la de g¨¦nero. Y ser¨¢ as¨ª como desde la generaci¨®n de relaciones de confianza las empresas obtendr¨¢n finalmente la licencia social para operar.
Llegados a ese punto, debemos dar un paso m¨¢s para hacer firme el compromiso. Es preciso medir el impacto en la sociedad y en el medioambiente de todas las acciones puestas en marcha para estar seguros de los avances. No es una tarea f¨¢cil, pero es crucial para captar el verdadero valor social y ambiental de las actividades empresariales. Aunque incipientes, ya hay metodolog¨ªas que animan a cuantificar cuestiones que pueden parecer tan abstractas como el valor del consumo h¨ªdrico, del paisajismo, del acceso a la electricidad o de la biodiversidad, pero que acabar¨¢n teniendo un valor de referencia como ya tenemos hoy el valor de los derechos de emisi¨®n de CO?.
Hacer balance de los impactos positivos y negativos, de las acciones, de los riesgos y las oportunidades de la actividad, son la mejor palanca para lograr el objetivo de perdurar en el largo plazo, creando valor para todos los grupos de inter¨¦s a trav¨¦s del desarrollo responsable de las actividades. Porque sin transici¨®n energ¨¦tica, no hay desarrollo sostenible. Pero tampoco hay desarrollo sostenible sin transici¨®n energ¨¦tica. Y la verdadera transici¨®n energ¨¦tica solo ser¨¢ una realidad si conseguimos llevarla a cabo entre todos.
Eva Pag¨¢n es directora Corporativa de Sostenibilidad y Estudios en Redeia.
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