Propaganda y ¡®fake news¡¯: con nosotros mucho antes de la tecnolog¨ªa
La humanidad lleva siglos conviviendo con informaci¨®n tergiversada o falsa. Pero el periodismo, el arma que las ha desenmascarado, no vive su mejor momento
Tecnolog¨ªa-comunicaci¨®n-voto. La humanidad lleva siglos conviviendo con informaci¨®n tergiversada o directamente falsa, y con cada nueva evoluci¨®n de la tecnolog¨ªa de la comunicaci¨®n, vuelve el p¨¢nico. Lo primero que tienen de fake las fake news es que son cualquier cosa menos new. As¨ª lo acreditan obras dedicadas a la historia de la propaganda como Munici¨®n para la mente: Historia de la propaganda desde el mundo antiguo a nuestros d¨ªas, de Philip M. Taylor, profesor de Comunicaci¨®n internacional en la Universidad de Leeds hasta su fallecimiento en 2010 y antiguo asesor en materia de propaganda del ej¨¦rcito de EEUU y la OTAN.
Los principales creadores de fake news han sido hist¨®ricamente los Estados, por la misma raz¨®n que han sido quienes se han encargado de controlar o cegar los canales que no interesaban a su mensaje. En las dictaduras parecen m¨¢s f¨¢cilmente identificables sus se?ales. Pero el fen¨®meno es global e hist¨®rico. Napole¨®n dijo aquello de ¡°cuatro peri¨®dicos hostiles son m¨¢s de temer que mil bayonetas¡±. Y as¨ª cerr¨®, entre 1800 y 1801, 64 de los 73 peri¨®dicos que hab¨ªa en Francia y se puso manos a la obra para intentar controlar el pensamiento de los franceses. ?C¨®mo? Manipulando el mensaje. La Direcci¨®n General de la Imprenta se estableci¨® para dirigir toda la actividad cultural de artistas y escritores, dedicados a la glorificaci¨®n del Gobierno. La historia, en especial la referida a sus campa?as, fue reescrita.
La propia Revoluci¨®n Francesa hab¨ªa sabido previamente magnificar en el imaginario colectivo el asalto a una prisi¨®n que estaba siendo ya desmantelada y en la que quedaban tan solo siete prisioneros. La Toma de la Bastilla, edificaci¨®n s¨ªmbolo de la opresi¨®n de la Monarqu¨ªa, fue glorificada en un momento en que el surgimiento de panfletos y nuevos peri¨®dicos se contaban por centenares los primeros y decenas los segundos, debido a la demanda de informaci¨®n por la incertidumbre. El asalto a la Bastilla, gracias al modo de ensalzarlo, se convirti¨® en el chispazo que encendi¨® la mecha de la Revoluci¨®n, y hoy es el 14 de julio de cada a?o, en homenaje a aquella jornada, el d¨ªa elegido para celebrar la fiesta nacional francesa.
En el siglo XIX, la innovaci¨®n tecnol¨®gica dispar¨® en tantas direcciones en un periodo de tiempo relativamente breve, que los gobernantes no sab¨ªan por d¨®nde parar el golpe. Friedrich Koenig y Andreas Bauer sacaban a la luz en 1814 la imprenta a vapor, introduciendo la impresi¨®n a la alta velocidad. El crecimiento de la red ferroviaria en los a?os 30 dispar¨® la velocidad de distribuci¨®n de los peri¨®dicos y el invento del tel¨¦grafo el¨¦ctrico en los 40 cambi¨® para siempre el tiempo de transmisi¨®n de las noticias. La fotograf¨ªa, el cine, la linotipia, la aviaci¨®n. Los inventos se suced¨ªan y todo se mov¨ªa a favor de incrementar las v¨ªas de comunicaci¨®n.
Todo ello coincidi¨® con otro ingrediente perturbador cuando va adosado al fen¨®meno de las fake news: el voto. En aquel siglo XIX, en plena revoluci¨®n tecnol¨®gica, las sucesivas Leyes de Reforma del Reino Unido (1832, 1867) cambiaron por completo la base electoral brit¨¢nica ensanchando su tama?o. El mal llamado sufragio universal masculino (si es solo masculino dif¨ªcilmente puede ser universal) se aprobaba en Grecia en 1822; en Francia y Suiza en 1848 y en Espa?a primero en 1869 y de forma definitiva en 1890, por citar algunos ejemplos.?
El tercer ingrediente fueron las guerras, ¨¦pocas doradas de las fake news, como explica Taylor. Es la propaganda militar la que ha afilado las t¨¢cticas de desinformaci¨®n. Sus m¨¢s conocidos hitos van desde los lanzamientos de octavillas desde aviones o globos sobre el ej¨¦rcito enemigo para minar su moral con informaci¨®n falsa (empleadas de forma prolongada y sistem¨¢tica en los dos conflictos mundiales) hasta la fabricaci¨®n del mensaje sobre armas de destrucci¨®n masiva para justificar la invasi¨®n de Irak en 2003.
En el siglo XIX hay claros ejemplos del uso de la desinformaci¨®n en ¨¦poca de conflicto, como se demostr¨® gracias al periodismo en la Guerra de Crimea. Cuando estall¨® este conflicto, la informaci¨®n procedente del frente estaba controlada por el Gobierno brit¨¢nico y las autoridades militares. No hab¨ªa periodistas sobre el terreno. ¡°Reino Unido hab¨ªa sido muy eficaz con su propaganda de guerra, logrando un apoyo entusiasta de la poblaci¨®n civil a las intervenciones de su ej¨¦rcito¡±, explica Taylor. Su problema surgi¨® cuando en el frente aparecieron unos ojos que no eran los deseados: a?The Times se le ocurri¨® enviar a William Howard Russell para que contase de un modo period¨ªstico las heroicas haza?as del ej¨¦rcito brit¨¢nico que difund¨ªa el Gobierno.
Lo que vio Russell, considerado el primer corresponsal de guerra, no fue lo esperado: falta de preparaci¨®n, condiciones de miseria, incompetencia de oficiales que hab¨ªan sido ensalzados por el mensaje oficial, soldados durmiendo a la intemperie con la lluvia mojando sus ropas... Aquellas im¨¢genes fueron descritas por primera vez a los brit¨¢nicos gracias a los art¨ªculos de Russell, pero lo m¨¢s duro estaba por venir. El periodista fue testigo de la carga de la Brigada Ligera brit¨¢nica en la batalla de Balaclava. Vio morir ante sus ojos a m¨¢s de un centenar de los 673 soldados de caballer¨ªa enviados por Lord Cardigan a un enfrentamiento frontal contra las armas rusas y, al contarlo, lo convirti¨® en un esc¨¢ndalo nacional. Las autoridades intentaron tomar represalias acusando al periodista de dar informaci¨®n valiosa al enemigo, argumentando que sus env¨ªos pod¨ªan llegar a Londres antes de que empezase una batalla y con la misma velocidad ser enviados a Rusia por sus agentes.
El Gobierno brit¨¢nico reaccion¨®. Cambi¨® las leyes y envi¨® a Crimea al fot¨®grafo Roger Fenton para que retratase un frente limpio, ordenado, con tropas con aspecto feliz y saludable. ¡°La guerra hab¨ªa dejado de ser un asunto de gobernantes, hombres de Estado y soldados profesionales para convertirse en un asunto tambi¨¦n de los ciudadanos en cuyo nombre se combat¨ªa¡±, resume Taylor. Ciudadanos que votaban.?
Evoluci¨®n
La difusi¨®n de im¨¢genes ha sido una de las evoluciones tecnol¨®gicas que m¨¢s han hecho por las fake news, al dar una apariencia de infalibilidad a la informaci¨®n. Las im¨¢genes del cormor¨¢n agonizante embadurnado en petr¨®leo emitidas y publicadas durante la Guerra del Golfo de 1991, desatada tras la invasi¨®n de Kuwait por Irak, eran un montaje que encajaba como un guante en el relato sobre el ecoterrorismo practicado por Saddam Husseim. No era posible que las c¨¢maras de televisi¨®n de la ITN ni de la CNN hubieran podido grabar las aves mientras estaban all¨ª los iraqu¨ªes, ni hay cr¨ªas de cormor¨¢n en enero en el Golfo P¨¦rsico, explicar¨ªan los ornit¨®logos cuando medios como el franc¨¦s L¡¯Ev¨¦n¨¦ment du Jeudi o el italiano Il Manifesto se encargaron de hacer fact-checking a aquellas im¨¢genes que hab¨ªan dado la vuelta al mundo.
Aquella guerra reflej¨® una vez m¨¢s los miedos a la evoluci¨®n tecnol¨®gica a la hora de controlar el mensaje. Con la intenci¨®n de cubrir la Operaci¨®n Tormenta del Desierto, liderada por EEUU con el apoyo de casi 30 pa¨ªses, ¡°m¨¢s de 1.500 periodistas de todo el mundo llegaron a la regi¨®n. Iban equipados con las ¨²ltimas tecnolog¨ªas, incluidos aparatos port¨¢tiles de conexi¨®n v¨ªa sat¨¦lite, tel¨¦fonos m¨®viles (aunque por aquel entonces tuviesen a¨²n el tama?o de un ladrillo) y ordenadores¡±, recuerda Taylor. Por eso se dise?¨® un operativo quir¨²rgico que el general Schwarzkopf, veterano de Vietnam, sab¨ªa que solo funcionar¨ªa si la intervenci¨®n militar se hac¨ªa en tiempo r¨¦cord. Durante d¨ªas en la televisi¨®n no se pudo ver otra cosa que un videojuego, una serie efectista de luces e im¨¢genes de armas inteligentes que alcanzaban objetivos estrat¨¦gicos sin v¨ªctimas civiles ni da?os colaterales, cuando sobre el terreno eran mayoritariamente los B-52 de tantos otros conflictos los que dejaban caer sus bombas. La prolongaci¨®n de la Operaci¨®n dio al traste con esas intenciones porque los periodistas pudieron ver im¨¢genes muy diferentes a las del relato oficial que desde luego nada ten¨ªan que ver con la pretendida protecci¨®n a la poblaci¨®n civil.?
Mientras, la m¨¢quina de propaganda de uno y otro lado sigui¨® trabajando. Entre sus productos mejor empaquetados est¨¢ "la joven kuwait¨ª que testific¨® ante Naciones Unidas, en una declaraci¨®n televisada, sobre la brutalidad de la ocupaci¨®n iraqu¨ª, que result¨® ser la hija del embajador de Kuwait en EEUU¡± o la historia de los soldados iraqu¨ªes sacando a ni?os kuwait¨ªes de las incubadoras en un hospital y arroj¨¢ndolos al suelo. Esta historia, explica Taylor, ¡°fue creada por la firma de relaciones p¨²blicas estadounidense Hill and Knowlton, contratada por el Gobierno kuwait¨ª en el exilio¡±.
Porque donde hay necesidad de difundir un mensaje manipulado, hay alguien que puede lucrarse con ello, como ocurre hoy con las empresas dedicadas a la cr¨ªa de granjas de bots o como pretend¨ªa hacer Alejandro de Pedro, presunto conseguidor de la trama P¨²nica, con su negocio de mejora de la reputaci¨®n on line. Con el agravante en su caso de que presuntamente cobraba de dinero p¨²blico.
La existencia de las fake news tiene siglos de vida. Fen¨®menos que hoy se tratan como novedosos, como el uso de los llamados influencers para apuntalar un mensaje, fueron ya usados por ejemplo en la I Guerra Mundial por los brit¨¢nicos no sobre sus ciudadanos sino sobre los de EE UU, con la intenci¨®n de lograr que el pa¨ªs aliado abandonase la neutralidad y participase en el conflicto. La oficina secreta de propaganda creada por el Gobierno brit¨¢nico dej¨® incluso por escrito la decisi¨®n de utilizar a estadounidenses populares del mundo de los negocios, los medios, la educaci¨®n y la pol¨ªtica para influir en la opini¨®n p¨²blica porque ¡°es mejor influir en aquellos que pueden influir en otros que dirigirse directamente a la masa de la poblaci¨®n¡±.?
Hay una cierta sensaci¨®n de que hay una descentralizaci¨®n, la propaganda sigue estando en manos de quien realmente puede hacerla"
La principal diferencia hoy es que ¡°ahora s¨ª se puede hablar de instrumentos realmente masivos y de uso muy f¨¢cil¡±, explica Pablo Sapag, profesor de Historia de la Propaganda de la Universidad Complutense de Madrid y autor del libro Siria en Perspectiva. De una crisis internacionalmente mediatizada al hist¨®rico dilema interno (Ediciones Complutense, 2017). Sin embargo, aunque ¡°hay una cierta sensaci¨®n de que hay una descentralizaci¨®n, la propaganda sigue estando en manos de quien realmente puede hacerla, ya sean Estados, gobiernos, grupos de poder. (¡) La propaganda solo es efectiva si se hace de forma profesional y quienes tienen capacidad de hacer propaganda no son los individuos, son las organizaciones, ya sean estatales o de otro tipo¡±.?
Facebook ha tenido que reconocer, un a?o despu¨¦s de decir que le parec¨ªa una ¡°idea loca¡± haber contribuido a la elecci¨®n de Donald Trump, que propaganda rusa lleg¨® a 126 millones de usuarios en EEUU a trav¨¦s de su red social. De nuevo, esa realidad no es m¨¢s que el resultado de que haya negocio en la difusi¨®n de mensajes, especialmente con la intenci¨®n de influir, lo que dispara las posibilidades de que dichos mensajes sean falsos. El Senado de EEUU ha optado por publicar los anuncios en Facebook que fueron comprados por el Kremlin as¨ª como una lista con las cuentas vinculadas.?
Sapag cree que el periodismo, el arma que hist¨®ricamente ha podido desenmascarar las fake news, como hizo Russell, no vive su mejor momento. Citando el libro Flat Earth News, del periodista brit¨¢nico Nick Davies, Sapag comenta que todo viene de ¡°la d¨¦cada de los ochenta, cuando se impuso un nuevo modelo de gesti¨®n empresarial, el modelo Murdoch, que b¨¢sicamente consiste en convertir el periodismo en un negocio m¨¢s. El error del periodismo ha sido, por razones econ¨®micas y por no saber incorporar de una manera adecuada las nuevas tecnolog¨ªas, convertirse en opini¨®n y centrarse en el reciclaje de informaci¨®n para reducir costes. Como el propio periodismo ha bajado la guardia, quienes han utilizado las nuevas tecnolog¨ªas con otros prop¨®sitos est¨¢n ganando la partida. Esta ¨¦poca es una ¨¦poca de esplendor de la propaganda en ese sentido¡±.?
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