C¨®mo convertir tu ciudad en una ¡®smart city¡¯
La tecnolog¨ªa es un elemento importante, pero no suficiente. El medio ambiente y la atenci¨®n al ciudadano se convierten en elementos claves en la configuraci¨®n de las grandes urbes del futuro
La mayor¨ªa de la poblaci¨®n mundial vive ya en ciudades, y para 2050 lo har¨¢ el 70% de la humanidad. La importancia de estos n¨²cleos de poblaci¨®n es tal que m¨¢s de la mitad de los objetivos de la Agenda para el Desarrollo Sostenible 2030 de la ONU pasan por actuar en el interior de las ciudades. As¨ª, son responsables del 70% de las emisiones de di¨®xido de carbono y generan el 80% del PIB global, por citar dos datos representativos.
?Est¨¢n las ciudades europeas a la altura de los cambios que exige la Revoluci¨®n Industrial 4.0? La respuesta corta es que s¨ª, pero est¨¢ obligada a transformarse para no perder el tren de la modernidad. Un reciente estudio de Minsait (Indra), titulado La ciudad digital al servicio del ciudadano en el siglo XXI, analiza cu¨¢les son los retos que afrontan las urbes en el nuevo contexto mundial y qu¨¦ pasos deben seguir para convertirse en ciudades digitales.
La gran diferencia entre Europa y el resto del mundo es que, en rasgos generales, el proceso de urbanizaci¨®n ha sido m¨¢s gradual. Estamos muy lejos del ritmo acelerado que se vive en regiones del planeta que est¨¢n en desarrollo. Por motivos hist¨®ricos, Europa ha alcanzado un equilibrio territorial con un grado de urbanizaci¨®n estable e inferior al previsto mundialmente. La densidad, tama?o y organizaci¨®n de las ciudades europeas permiten, por ejemplo, una organizaci¨®n m¨¢s equilibrada del transporte p¨²blico que en EE UU, donde la densidad de poblaci¨®n es menor, o una gesti¨®n m¨¢s eficiente de los servicios municipales.
El grueso de los europeos vivimos en ciudades de tama?o medio (entre 250.000 y cinco millones de habitantes). Solo cuatro de las 79 urbes del planeta de 5 o m¨¢s millones de ciudadanos se ubican en el Viejo Continente. Asimismo, la distancia entre ciudades es menor en Europa que en otros continentes, donde la poblaci¨®n se aglomera en torno a grandes n¨²cleos urbanos. Esa red m¨¢s uniforme de poblaciones europeas permite conexiones m¨¢s fluidas.
Por supuesto, lo m¨¢s envidiado de Europa es su calidad de vida. El 85% de las ciudades con mayor ¨ªndice de prosperidad se encuentran en este continente, seg¨²n el ?ndice de Prosperidad de Ciudades de la ONU. Pero eso no tiene por qu¨¦ seguir siendo as¨ª para siempre: el envejecimiento de la poblaci¨®n y el encaje de inmigraci¨®n, la digitalizaci¨®n de servicios y el desarrollo sostenible, entre otros, son elementos que por fuerza alterar¨¢n el aspecto de las ciudades.
Los retos que afrontan las ciudades en su camino hacia la digitalizaci¨®n y la optimizaci¨®n de procesos son tantos como variados y requieren de un enfoque transversal en su tratamiento. El estudio de Minsait los clasifica en cuatro grupos: sociales, econ¨®micos, medioambientales y urban¨ªsticos. Constatada la existencia de los numerosos problemas a los que se enfrentan, las urbes m¨¢s experimentadas en este campo se centran en encontrar soluciones que les aporten una mayor productividad y eficiencia.
La diferencia entre Europa y el resto del mundo es que el proceso de urbanizaci¨®n ha sido m¨¢s gradual
La tecnolog¨ªa, para bien o para mal, ha ayudado a convertir al ciudadano en un sensor m¨®vil que recopila datos a medida que se desplaza por la ciudad. La explosi¨®n informativa en la que estamos inmersos parece no tener l¨ªmites: en los ¨²ltimos cinco a?os, se han multiplicado por 10 los dispositivos de internet de las cosas; el volumen de datos generados, por 13; y el precio de las bater¨ªas de almacenamiento se han reducido un tercio.
El proyecto europeo City4Age es un ejemplo de esta manera de abordar la gesti¨®n urbana mediante la anal¨ªtica de datos geolocalizados. La iniciativa consiste en recopilar informaci¨®n de tarjetas de transporte p¨²blico, tel¨¦fonos m¨®viles y pulseras inteligentes de personas mayores de 80 a?os para captar su actividad y reaccionar si se detectan alteraciones en su comportamiento habitual que puedan implicar alg¨²n riesgo.
Aunque las ciudades inteligentes tienen una relaci¨®n estrecha la tecnolog¨ªa, esta no exclusiva. La priorizaci¨®n de las necesidades de los ciudadanos y la preocupaci¨®n por cuestiones medioambientales se presentan tambi¨¦n como grandes retos con los que estas metr¨®polis tendr¨¢n que lidiar.
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