¡®Deus ex machina¡¯
En este momento en el que los algoritmos prometen darnos todas las respuestas, debemos empezar a hacernos nuevas preguntas
En uno de los cuentos de Fredric Brown, la humanidad, tras numerosos intentos, ha conseguido crear un superordenador con todo el conocimiento del universo. Su programador tiene el honor de hacerle la primera pregunta: ¡°?Dios existe?¡±. La computadora contesta: ¡°Ahora, s¨ª¡±. Bien podr¨ªa servir la m¨¢quina de Brown de deidad al data¨ªsmo del homo deus de Yuval Noah Harari. Esa religi¨®n atea que no venera ni a dioses ni a hombres, solo a los datos. Una ficci¨®n colectiva en torno a una inteligencia suprema, esta vez artificial, capaz de predecir enfermedades y cat¨¢strofes, el nirvana de los algoritmos.
Pero como el resto de religiones, el data¨ªsmo oculta una estructura de poder. Vladimir Putin, profeta data¨ªsta, afirmaba en 2017 que el que dominara la inteligencia artificial dominar¨ªa el mundo. China y EE UU parecen haberlo entendido. Son los gigantes cambiando el orden del mundo cuyo centro ya no pasa por el meridiano de Greenwich sino por el de Malaca, equidistante de ambas potencias. En ese nuevo orden, Europa es periferia y la pen¨ªnsula ib¨¦rica vuelve a ser Finis Terrae. Pero no son las naciones los grandes imperios data¨ªstas, sino los gigantes digitales, los cuatro evangelistas GAFA: Google, Apple, Facebook y Amazon, omnipresentes y todopoderosos, capaces de extraer de donde quiera que est¨¦ el oro del nuevo orden: los datos. Misioneros data¨ªstas al servicio de un nuevo colonialismo digital.
Tienen tambi¨¦n los adoradores del dato, un conjunto de normas y juicios morales. Como advert¨ªa Cathy O¡¯Neil, la infalibilidad del algoritmo puede convertirse en arma de represi¨®n social y pol¨ªtica. El dogma de la inteligencia artificial, en herramienta de discriminaci¨®n y segregaci¨®n. Porque los algoritmos ni olvidan ni perdonan.
Por eso, en este momento en el que los algoritmos prometen darnos todas las respuestas, debemos empezar a hacernos nuevas preguntas. Quiz¨¢s la primera de ellas es si no son los datos el nuevo opio del pueblo.
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