As¨ª se predijo el fin de los libros en un relato de hace m¨¢s de un siglo
En 1894, el bibli¨®filo franc¨¦s Octave Uzanne imagin¨® c¨®mo las tecnolog¨ªas de grabaci¨®n de sonido har¨ªan desaparecer los textos impresos
!['Las cosas no van bien', por Alfred Le Petit (1877)](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/HHKDORBT53IM2NKJSXJVA3P5TU.jpg?auth=7ef220d6e72d90617559c901956887cb0848e3a47220a158dfcf990ab94b92ba&width=414)
Los libros electr¨®nicos no fueron los primeros en poner en cuesti¨®n el futuro del libro tradicional. Desde el punto de vista del bibli¨®filo franc¨¦s Octave Uzanne, la supervivencia del soporte ya estaba en juego cuando se popularizaron las tecnolog¨ªas de grabaci¨®n de audio. Sus sospechas quedaron reflejadas en el relato que sutilmente titul¨® El fin de los libros (1894), rescatado por The Public Domain Review.
En el texto, publicado hace 125 a?os, un grupo de hombres comparan sus teor¨ªas sobre el porvenir en diferentes ¨¢mbitos. Un cr¨ªtico de arte anuncia que los museos est¨¢n por arder, un vegetariano pronostica una nueva alimentaci¨®n libre de crueldad y basada en polvos, siropes y galletas. Otro tertuliano proclam¨® el fin de la hegemon¨ªa intelectual y moral del Viejo Mundo. Entonces, el grupo reclama la opini¨®n del protagonista, al que llaman el Bibli¨®filo, sobre aquello de lo que m¨¢s sabe. "?Dinos lo que pasar¨¢ con las cartas, con la literatura y los libros dentro de cien a?os!".
El experto asegura que nunca se lo ha preguntado, pero pronto empieza a desgranar su oscura profec¨ªa: "Si por libros entendemos que nos referimos a nuestras innumerables colecciones de papel impreso, cosido y unido por una cubierta que anuncia el t¨ªtulo de la obra, os reconozco francamente que no creo que la invenci¨®n de Gutenberg pueda hacer otra cosa que, tarde o temprano, caer en desuso como medio de interpretaci¨®n de nuestros productos mentales".
- Cosa del pasado
En su opini¨®n, la impresi¨®n est¨¢ amenazada de muerte por el avance de los dispositivos de grabaci¨®n de sonido. "Nuestros nietos ya no confiar¨¢n sus trabajos a este anticuado proceso, ahora f¨¢cil de reemplazar por la fonograf¨ªa, que est¨¢ a¨²n en fases iniciales, pero de la que a¨²n tenemos mucho que esperar", asegura.
Sus interlocutores se llevan las manos a la cabeza: "?Pero eso es imposible!". Y el bibli¨®filo reanuda sus teor¨ªas. Para ¨¦l, la muerte de la palabra escrita a manos de la grabada ser¨¢, en buena parte, cuesti¨®n de conveniencia. "El hombre ocioso se vuelve diariamente m¨¢s reacio a fatigarse, tanto que busca ansiosamente lo que llama comodidad, es decir, todos los medios para ahorrarse el uso y derroche de los ¨®rganos", explica. No se refiere solo al esfuerzo mental de la lectura, incluye entre sus fuentes de fatiga la tarea de pasar las p¨¢ginas y sostener los ejemplares.
- Patente de voz
El bibli¨®filo imagina en su lugar cilindros de peque?as dimensiones que permitir¨¢n reproducir las vibraciones de la voz. ?Qu¨¦ voz? Nada m¨¢s y nada menos que la de los propios autores. "Se convertir¨¢n en sus propios editores. Para evitar imitaciones y falsificaciones, primero tendr¨¢n que depositar sus voces en la oficina de patentes, registrando sus graves y agudos y dando todos los medios necesarios para el reconocimiento de cualquier imitaci¨®n. El gobierno sacar¨¢ grandes beneficios de estas patentes", razona.
"Los hombres de letras no se llamar¨¢n escritores, sino narradores", promete. En este sentido, entrar¨ªan en juego nuevos factores a la hora de elegir unos u otros textos: la simpat¨ªa, la calidez o la precisi¨®n de sus voces. Y autores carentes de todas estas, tendr¨ªan que buscar actores para salvar el escollo.
?Y los lectores? Para ellos, asegura el bibli¨®filo, todo ser¨¢n comodidades. La bibliotecas se transformar¨¢n en "fonoestereotecas" y los bibli¨®filos, en "fonogr¨¢filos". "Los oyentes no extra?ar¨¢n los tiempos en que eran lectores, con los ojos libres y los semblantes refrescados, su aire de libertad despreocupada ser¨¢ prueba de los beneficios de la vida contemplativa", se?ala.
Ante la preocupaci¨®n del poeta, que ve demasiados tintes aristocr¨¢ticos en esta futura manera de disfrutar de la literatura, el profeta de ocasi¨®n, promete tiempos m¨¢s democr¨¢ticos. "El pueblo podr¨¢ embriagarse de literatura como de agua pura, y tambi¨¦n ser¨¢ barato, pues habr¨¢ fuentes de literatura en las calles como ahora hay grifos de agua". Restaurantes, salas de espera, oficinas, habitaciones de hotel e incluso trenes pondr¨ªan sus colecciones fonogr¨¢ficas al servicio de los clientes, en el futuro imaginado por Uzanne.
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