De Granada a Algeciras con Truman Capote
¡®Color local¡¯ fue el primer libro de no ficci¨®n del escritor estadounidense y en ¨¦l reuni¨® cr¨®nicas de viajes y retratos de ciudades como Venecia, Nueva Orleans o T¨¢nger
Viajar acompa?ado, qu¨¦ duda cabe, exige ir en muy buena compa?¨ªa, pero casi igual de importante ¡ªo puede que m¨¢s, seg¨²n el contexto y la duraci¨®n¡ª es contar con un buen narrador al escuchar el relato de estancias vacacionales y aventuras ajenas. Con su escritura cercana e inteligente, su atinado ojo para el detalle y su gusto por la descripci¨®n y las personas, viajar leyendo a Truman Capote (Nueva Orleans, 1924-Los ?ngeles, 1984) acorta distancias, sin importar que sus cr¨®nicas fueran escritas hace m¨¢s de medio siglo.
Color local fue el primer libro de no ficci¨®n que public¨®, en 1950, el autor de A sangre fr¨ªa. Hab¨ªa sido coronado como ni?o prodigio de las letras estadounidenses de posguerra hac¨ªa apenas cinco a?os, cuando en 1945 uno de sus relatos hab¨ªa llamado la atenci¨®n de un editor que le propuso reunir algunos m¨¢s y publicar su primer t¨ªtulo, Otras voces, otros ¨¢mbitos, que vio la luz en Estados Unidos tres a?os despu¨¦s. Luego lleg¨® la antolog¨ªa Un ¨¢rbol de noche y el debut de las cr¨®nicas de viaje, Color local. Y aunque en espa?ol estuvo incluido en el volumen Los perros ladran (Anagrama, 1999), Elba lo ha publicado ahora de forma exenta con una nueva traducci¨®n, a cargo de la editora Clara Pastor.
Estas cr¨®nicas de Capote arrancan con vi?etas de ciudades que conoc¨ªa bien como Nueva Orleans, Nueva York o Los ?ngeles, antes de aventurarse hacia Hait¨ª, aterrizar en Europa ¡ªun viaje que le permiti¨® ¡°volver a mirar el mundo con asombro¡±¡ª y cruzar hasta T¨¢nger ¡ª¡°el lugar ideal para ir¡± si est¨¢s huyendo¡ª. Despu¨¦s, le llega el turno a Espa?a con un trayecto en tren desde Granada hasta el puerto de Algeciras lleno de costumbrismo, al estilo de los cl¨¢sicos viajeros ingleses del XIX, y tambi¨¦n de aventura, con un gui?o a los legendarios ¡°bandidos¡± que Capote cree equivocadamente ser los causantes de un violento par¨®n. Unos a?os m¨¢s tarde, el autor regresar¨ªa a la Costa Brava, a Palam¨®s, tres veranos consecutivos mientras esperaba la sentencia final de los asesinos de la familia Clutter y escrib¨ªa A sangre fr¨ªa, su soberbio relato de todo aquello con el que cambi¨® el reportaje literario para siempre y alumbr¨® la edad dorada del Nuevo Periodismo.
De vuelta a sus viajes y primeros ¨¦xitos, la conversaci¨®n ¡°agradable y melodiosa¡± que el escritor escucha a trav¨¦s de los ventanales abiertos en su ciudad natal queda plasmada en las p¨¢ginas de Color local, en las que captura tanto el ambiente de un zoco plagado de misteriosos extranjeros como la perezosa desgana de una tarde en el barrio franc¨¦s de Nueva Orleans. El autor cuid¨® al m¨¢ximo la publicaci¨®n de este libro de viajes, en cuya primera edici¨®n en Estados Unidos incluy¨® fotograbados de Henri Cartier-Bresson, Louis Faurer o Bill Brandt.
En el texto se detiene en los carteles ir¨®nicos detr¨¢s de la barra de un bar de mala muerte en Nueva Orleans o los barrocos almohadones aterciopelados de una mansi¨®n en Los ?ngeles ¡ª¡±parec¨ªa el escondrijo ostentoso de un viejo contrabandista empe?ado en demostrar que las cosas iban bien¡±¡ª para construir unos decorados que atraviesa con mirada implacable. La se?orita Y., sobre quien confiesa tener ¡°un inter¨¦s casi cl¨ªnico¡±, es descrita como ¡°el piano que hay en el sal¨®n: elegante, pero un poco desafinado¡±; y la italiana Gioconda, que se ocupa de adecentar su casa en Ischia ¡°cuando est¨¢ triste, lo que suele suceder a menudo, tiene el aspecto de un bollo de pan remojado¡±. Otra de sus cocineras parece ser tan negada en los fogones que consigue espantar al distinguido fot¨®grafo Cecil Beaton con un pollo cocido, asado y frito.
En Estelle, la escandinava que conoce en Hait¨ª, parece sonar un ensayo de Holly Golightly, la protagonista de Desayuno con diamantes, obra que ser¨ªa su consagraci¨®n como novelista: ¡°No hay una ¨²nica Estelle sino varias. Una de ellas es la hero¨ªna de una no muy buena novela de amor: hoy estoy, ma?ana no, bienvenido al mundo de los corazones rotos y ese tipo de payasadas¡±, escribe. Y ante su doble avistamiento en una misma semana de la gran Greta Garbo en la calle en Nueva York anota: ¡°Alguien pregunt¨®: ¡®?Crees que es inteligente¡¯, una pregunta insultante; en serio, ?a qui¨¦n le importa que sea o no inteligente?¡±.
Capote lleg¨® a Manhattan en edad escolar para vivir con su madre y su padrastro, de quien tom¨® el apellido. Dej¨® atr¨¢s a sus t¨ªas de Monroeville en Alabama y a su mejor amiga, que tambi¨¦n acabar¨ªa triunfando como novelista, Harper Lee, y se lanz¨® al mundo de las it girls del momento. En su escuela en este grupo estaba, por ejemplo, Oona O¡¯Neill, que fue novia de Salinger y acab¨® casada con Chaplin.
Capote conoci¨® a fondo el ¡°mito¡± y la realidad de esa ciudad. Fue becario y corrector en The New Yorker, antes de pelear con Robert Frost, y juez y parte del glamur de Manhattan que ¨¦l supo multiplicar con su legendaria fiesta en el hotel Plaza en 1966 y su c¨ªrculo de cisnes ¡ªas¨ª llamaba a sus amigas de la alta sociedad que acabaron d¨¢ndole la espalda por las indiscreciones expuestas en su ¨²ltimo libro inconcluso Plegarias atendidas¡ª. En Color local escribe que es un lugar habitado por ¡°la secta de los talentosos sin talento, demasiado perspicaces para aceptar un ambiente m¨¢s provinciano, pero no lo bastante para respirar con soltura en ese otro ambiente que tanto anhelan¡±; y contin¨²a: ¡°As¨ª subsisten, aliment¨¢ndose neur¨®ticamente de la parte marginal de la escena neoyorquina¡±. Cuenta que lleg¨® solo sin su tata, y reflexiona: ¡°Viajar solo es desplazarse por un p¨¢ramo. Pero si se ama lo suficiente, a veces llegas a ver por ti y tambi¨¦n por el otro¡±.
Aunque sus cr¨®nicas detallan largas estancias que van mucho m¨¢s all¨¢ de las escuetas vacaciones, con sus apuntes sobre lo horrible que es hacer la compra en verano y lo feliz que ¨¦l se siente en un lugar normalmente atestado de turistas que resulta estar a medio gas, no hay forma de no pensar que Capote ya se baj¨® del tren y est¨¢ pasando este agosto con nosotros.
Descubra las mejores historias del verano en Revista V.
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