Los animales rompen el marco
Entre las tortugas herb¨ªvoras que comen pollo, el tibur¨®n apu?alado por su cena y las ranas can¨ªbales en Australia, no se puede decir que haya sido una semana normal en la naturaleza
Pero ?qu¨¦ les ha pasado a los animales esta semana? Una tortuga gigante vegetariana de pronto se ha aficionado al pollo, a ser posible vivo y en su tierna infancia, luego un pez espada le pega una pu?alada a un tibur¨®n que lo deja tieso, y el colibr¨ª macho se revela como un acosador, puesto que la hembra tiene que disfrazarse de macho para que la dejen comer en condiciones. Se estar¨¢n preguntando los animalistas que si eso es lo que entiende la prensa por informar sobre la naturaleza, y algo tendr¨¢n de raz¨®n. Pero recuerden dos principios ancestrales del periodismo. Primero, que la noticia no es que un tibur¨®n cene pescado, sino que la cena lo apu?ale. Y segundo, nunca te metas con quien compra la tinta por barriles (perd¨®n, si no hago este chiste reviento).
Pero la semana horribilis de la animalidad todav¨ªa se guardaba una bala en la rec¨¢mara. Conozcamos ahora al sapo de ca?a (Rhinella marina), un anfibio grande y feo como un trueno, con toda la espalda repleta de gl¨¢ndulas venenosas que desaconsejan su ingesta a los dem¨¢s animales, por si no bastara con solo verlo. Desde una perspectiva m¨¢s emp¨¢tica, su historia es la m¨¢s triste jam¨¢s contada. El sapo de ca?a es un antiqu¨ªsimo nativo de Am¨¦rica, desde el norte de M¨¦xico hasta el Amazonas, pero es una pr¨¢ctica tradicional exportarlo a las islas como un m¨¦todo de control de plagas en las plantaciones de az¨²car.
Entre lo ponzo?oso que es el bicho y que come roedores, p¨¢jaros y hasta la basura de casa en cuanto te descuidas, Rhinella deja los campos escamondados. Los plantadores australianos importaron 100 renacuajos en 1935. En mala hora. Para empezar, los sapos de ca?a fracasaron en el objetivo de eliminar las plagas de los cultivos, pero en lo que s¨ª tuvieron un ¨¦xito sin precedentes es en reproducirse como setas. Aquellos 100 renacuajos de 1935 han generado 200 millones de sapos en menos de un siglo. La verdadera plaga son ahora ellos.
Para redondear el m¨ªtico carisma del sapo de ca?a en su versi¨®n australiana, acabamos de saber que se han vuelto can¨ªbales. Altamente can¨ªbales, para precisar un poco m¨¢s. La especialista en especies invasivas Jay DeVore (prometo que no me he inventado el apellido) y sus colegas no est¨¢n, desde luego, tan interesados en la pura fealdad del evento como en la velocidad supers¨®nica a la que ha evolucionado. Solemos decir que 10 millones de a?os son un pesta?eo en la evoluci¨®n. Imaginen los 86 a?os que han pasado desde la importaci¨®n de 100 renacuajos en Australia. El canibalismo es un rasgo gen¨¦tico complejo, pues no solo requiere cambiar de preferencias gastron¨®micas, sino tambi¨¦n protegerse con defensas bioqu¨ªmicas o de otro tipo de los venenos que supura tu propia presa. El trabajo de DeVore, de hecho, plantea de inmediato una investigaci¨®n sobre la evoluci¨®n del canibalismo.
A la gente, desde luego, lo que les gustar¨ªa es librarse de la plaga anfibia, horripilante y can¨ªbal que recorre Australia. Muchos ni?os de toda edad preferir¨ªan no haber visto a la tortuga vegetariana que come pollos, ni al colibr¨ª maltratador ni al Scaramouche de los peces espada. Pero la naturaleza es as¨ª, ¡°roja en diente y garra¡±, como dijo Tennyson. Vendr¨¢n semanas mejores.
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