El cord¨®n umbilical m¨¢s invisible: cu¨¢nto pesa la alimentaci¨®n de las madres en la salud de sus hijos
Un estudio sugiere que el consumo de ultraprocesados durante la crianza se asocia con un mayor riesgo de que sus descendientes desarrollen sobrepeso u obesidad, aunque los especialistas se?alan que se solapa con factores sociales
Cada paso de los padres deja una huella m¨¢s o menos profunda en el caminar de sus hijos. Incluso antes de la concepci¨®n, sus h¨¢bitos marcan el camino y, como una especie de hilo invisible, esta influencia se prolonga a lo largo de la infancia y la adolescencia. El lugar donde viven, con qui¨¦n, los ingresos familiares o la educaci¨®n de los progenitores, desempe?a un papel decisivo. Pero tambi¨¦n la alimentaci¨®n: en el embarazo, por el v¨ªnculo directo a trav¨¦s del cord¨®n umbilical de la gestante, y durante la crianza, por replicaci¨®n de patrones de vida, entre otras cosas. Un estudio publicado este mi¨¦rcoles en la revista British Medical Journal (BMJ) incide en esta idea y sugiere que el consumo de alimentos ultraprocesados de las madres durante la crianza se asocia con un mayor riesgo de que sus descendientes desarrollen sobrepeso u obesidad.
Hay ¡°una asociaci¨®n transgeneracional¡± entre el consumo materno de alimentos ultraprocesados y el peso corporal de sus hijos, explica en el BMJ un grupo de investigadores de la Escuela M¨¦dica de Harvard. Lo constatan despu¨¦s de estudiar los datos diet¨¦ticos y de h¨¢bitos de una cohorte de cerca de 20.000 ni?os nacidos de m¨¢s de 14.500 madres en Estados Unidos (los datos proceden de las cohortes del Estudio de Salud de Enfermeras II y el Estudio Growing Up Today). No se puede establecer una causalidad porque este estudio solo es observacional, pero el an¨¢lisis de los patrones de consumo de ultraprocesados en las madres encuentra que, independientemente de otros factores de riesgo del estilo de vida (como el tabaquismo, el estado civil, la educaci¨®n de la pareja o la actividad f¨ªsica), los hijos de las mujeres que m¨¢s ultraprocesados consumen tienen hasta un 26% m¨¢s de riesgo de desarrollar sobrepeso u obesidad que los v¨¢stagos de aquellas madres que comen menos.
Por ultraprocesados, los cient¨ªficos entienden que son productos como ¡°el tocino, los refrescos de cola, las barras energ¨¦ticas y los helados que se han sometido a un procesamiento industrial intensivo¡±. Esto es, aquellos productos que, seg¨²n el sistema nutricional NOVA (una escala de clasificaci¨®n de los alimentos seg¨²n su nivel de procesamiento), se configuran como ¡°formulaciones industriales¡± que incluyen sustancias alimenticias como edulcorantes, colorantes o aditivos, entre otros, para darle un determinado aspecto o sabor o que sean duraderos, accesibles o estar listos para comer. La escala es controvertida dentro de la comunidad cient¨ªfica y no todos los ultraprocesados impactan igual en la salud, avisan los expertos, pero s¨ª coinciden en que muchos de estos productos acostumbran a tener un perfil nutricional m¨¢s bajo.
Seg¨²n los investigadores de Harvard, sus hallazgos ¡°sugieren que las madres podr¨ªan beneficiarse al limitar la ingesta de ultraprocesados para prevenir el sobrepeso de los hijos¡±. ¡°Se deben perfeccionar las recomendaciones diet¨¦ticas y eliminar las barreras financieras y sociales para mejorar la nutrici¨®n de las mujeres en edad f¨¦rtil y reducir la obesidad infantil¡±, concluyen. El estudio encontr¨® un v¨ªnculo durante la etapa de la infancia y la adolescencia, pero, curiosamente, no as¨ª durante el embarazo: hab¨ªa una tendencia en la misma direcci¨®n, pero no era estad¨ªsticamente significativa.
Los investigadores creen que ¡°es probable que la dieta materna durante la crianza de los hijos d¨¦ forma a las elecciones de dieta y estilo de vida¡± de sus v¨¢stagos. De hecho, apuntan, ya se ha demostrado que las intervenciones solo en los padres tambi¨¦n son efectivas para que el ni?o pierda peso. Con todo, dejan la puerta abierta a m¨¢s hip¨®tesis que explican la persistencia de esa especie de cord¨®n umbilical invisible ¡ª ¡°por ejemplo, la impronta a largo plazo en el ¨²tero y la presencia de genes no caracterizados por factores ambientales¡±¡ª y apuntan a que es necesario seguir estudiando otras v¨ªas. Admiten, adem¨¢s, que parte del riesgo puede deberse a factores no medidos.
Limitar su consumo
Expertos independientes consultados aseguran que el estudio es solvente y, a pesar de las limitaciones que los propios autores admiten (como que no se puede establecer causalidad, que algunos datos eran autoinformados y puede haber errores, o que los resultados no se pueden generalizar porque las madres de la cohorte eran predominantemente blancas), los resultados son ¡°concordantes¡± con otras investigaciones. Javier Aranceta, presidente de la Academia Espa?ola de Nutrici¨®n y del Comit¨¦ Cient¨ªfico de la Sociedad Espa?ola de Nutrici¨®n Comunitaria, se?ala que la investigaci¨®n marca ¡°una tendencia¡±: ¡°Hay precedentes, resultados concordantes, aunque ten¨ªan una potencia menor. Los ultraprocesados tienen un efecto negativo en la composici¨®n corporal, suponen un riesgo de obesidad, que es el kil¨®metro cero de muchas enfermedades. Ahora ya hay suficiente evidencia para plantear un consumo limitado [de estos productos]¡±.
La evidencia sobre la influencia de la alimentaci¨®n de los padres en sus descendientes sigue creciendo. En todas las etapas. Un estudio en modelos animales encontr¨® que un entorno materno adverso durante el embarazo predispone a la descendencia a sufrir el s¨ªndrome metab¨®lico, con m¨¢s riesgo de obesidad y diabetes, y, aunque las causas no est¨¢n claras, los investigadores apuntan a cambios epigen¨¦ticos en las neuronas del hipot¨¢lamo, encargadas de regular el equilibrio energ¨¦tico del descendiente. Otro an¨¢lisis de siete cohortes europeas tambi¨¦n revel¨® que una dieta prenatal materna de baja calidad puede influir negativamente en la composici¨®n corporal de la descendencia y el riesgo de sobrepeso y obesidad. Y una investigaci¨®n en colegios de Alabama y Texas apunt¨® que los ni?os ten¨ªan casi dos veces m¨¢s probabilidades de tener un percentil del ¨ªndice de masa corporal por encima del 95% (solo el 5% de los de su edad ten¨ªan un IMC mayor que ellos) si su cuidador era obeso.
Aunque el estudio del BMJ se centra en el papel de las madres ¡ªla cohorte estudiada estaba formada solo por mujeres¡ª, no todo el peso recae en ellas. Aranceta explica que hay ya dos puntos de encuentro en c¨®mo los h¨¢bitos de los padres influyen en la salud de los hijos: ¡°Primero, en una fase preconcepcional, cada vez se ve m¨¢s que los cambios del var¨®n tambi¨¦n influyen. Los estilos de vida del padre tambi¨¦n van a influir en el montante de salud, en la impronta que va a tener el nuevo ser. Y luego, en el embarazo, donde aqu¨ª influye en exclusiva la madre, entra en juego la programaci¨®n metab¨®lica: el feto va a aprendiendo de los alimentos que ingiere la madre. La impronta de sabores y olores llega al feto y es una forma de crear educaci¨®n alimentaria pasiva¡±.
Influencia de ambos progenitores
Una revisi¨®n cient¨ªfica publicada en la revista Biomolecules recoge tambi¨¦n la influencia de los h¨¢bitos de ambos progenitores, no solo de la madre, en la salud de sus hijos: ¡°Se ha informado un mayor riesgo de defectos cong¨¦nitos en la descendencia cuando ambos padres ten¨ªan sobrepeso. Adem¨¢s, la obesidad de los padres antes de la concepci¨®n predice un aumento del ¨ªndice de masa corporal de los hijos desde la ni?ez hasta la adolescencia y desde la adolescencia hasta la edad adulta¡±. En la investigaci¨®n del BMJ, los cient¨ªficos admiten, precisamente, ¡°la posibilidad¡± de que las madres no sean las ¨²nicas responsables de los alimentos del hogar y advierten, en cualquier caso, de que ¡°es posible que muchas mujeres ya sientan verg¨¹enza por los comportamientos de salud relacionados con el peso durante el embarazo y la crianza¡± y rechazan que se use sus hallazgos ¡°para estigmatizar a¨²n m¨¢s sus elecciones de alimento¡±.
F¨¤tima Crispi, ginec¨®loga e investigadora de BCNatal, defiende que la investigaci¨®n tiene que servir para empoderar a las mujeres. Crispi ha probado que una intervenci¨®n de dieta mediterr¨¢nea y t¨¦cnicas de relajaci¨®n reduce el riesgo de bajo peso al nacer. ¡°Nunca hemos intentado estigmatizar a nadie. La alimentaci¨®n del padre tambi¨¦n tiene que ver. En este caso, lo m¨¢s importante es el factor social: si acostumbras a los ni?os a ver en la nevera productos frescos, legumbres y cosas saludables, eso lo ver¨¢n como normal¡±. Y a pesar de que el estudio del BMJ no fuese contundente con la influencia en el embarazo, Crispi insiste en que ¡°lo que come la madre afecta a c¨®mo se desarrolla el feto¡±: ¡°Hay dos posibles explicaciones [en el estudio del BMJ]: que ya de base, lo que come la madre sea un reflejo de lo que va a comer la familia; o la hip¨®tesis biol¨®gica: lo que come la madre en el embarazo, programa al ni?o lo que le gusta¡±.
Los investigadores no pierden el foco, en cualquier caso, de que los factores de riesgo para desarrollar obesidad o sobrepeso no juegan solos, sino entrelazados: no es solo la alimentaci¨®n per se, sino la mayor o menor facilidad en el acceso a determinados productos, la educaci¨®n alimentaria o el tiempo disponible para cocinar y comer. Libertad Gonz¨¢lez, profesora de Econom¨ªa de la Salud en la Universidad Pompeu Fabra, lamenta que los investigadores de Harvard no profundicen en las causas que expliquen este fen¨®meno, pero insiste, en cualquier caso, que el consumo de ultraprocesados ¡°est¨¢ correlacionado con otras variables, como los ingresos o que vivan en sitios donde es m¨¢s dif¨ªcil¡± conseguir productos saludables. Son varios factores que se solapan a la vez.
Gonz¨¢lez tambi¨¦n considera una ¡°desventaja¡± que la cohorte, a pesar de ser de buena calidad, solo englobe a mujeres, aunque ella misma ha liderado estudios donde, en la pr¨¢ctica, confirman que el peso de la operativa alimentaria en la familia recae en las mujeres. Duane Mellor, dietista y profesor en la Universidad de Aston, tambi¨¦n critic¨®, en declaraciones a Science Media Center, que el estudio del BMJ no incluy¨® la ingesta de los alimentos de la madre en otros momentos de su vida y tampoco ¡°se consider¨® la ingesta de alimentos del otro padre¡±.
En 2020, alrededor de 39 millones de ni?os en el mundo menores de cinco a?os ten¨ªan obesidad o sobrepeso, seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud. Aranceta se?ala que el problema ¡ªy la responsabilidad¡ª es global: ¡°Despu¨¦s del per¨ªodo de lactancia, todo el mundo tienen responsabilidad. Tenemos que ser responsables y los padres y los abuelos tienen que darse cuenta de que hay que mejorar el aspecto alimentario. Lo m¨¢s saludable es m¨¢s costoso y menos c¨®modo, pero m¨¢s tiempo en la cocina es menos tiempo en el ambulatorio¡±.
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