El peso de la palabra: no todo c¨¢ncer es ¡®c¨¢ncer¡¯
El t¨¦rmino es tan poderoso que enfatiza lo que invade, crece y destruye, pero las met¨¢foras son da?inas para quien lo sufre porque condicionan, culpabilizan y ocultan los problemas reales
Si ven¨ªs al CNIO os recibir¨¢ una escultura de la artista Marina Vargas. Tallada en m¨¢rmol de Carrara, la escultura representa a la propia artista a tama?o real. Marina Vargas muestra su mastectom¨ªa y empu?a el brazo en se?al de triunfo. Triunfo de Marina sobre el miedo que, sin duda, le produjo el diagn¨®stico de su enfermedad.
Marina me ha hablado a menudo del libro de Anne Boyer, The undying (Desmorir, en su traducci¨®n en castellano), ganador del Premio Pulitzer de No Ficci¨®n en 2020. Boyer relata su experiencia con su propio c¨¢ncer de mama: el diagn¨®stico ¡ªun tumor complicado, el triple negativo¡ª, una quimioterapia agresiva, su cansancio, sus miedos... De manera inevitable, Boyer invoca a Susan Sontag, en concreto su proyectado ensayo sobre las principales causas de muerte en mujeres, que la fil¨®sofa estadounidense quer¨ªa escribir a trav¨¦s de casos como el de Virginia Wolf y otras mujeres famosas.
La propia Sontag sufri¨® un c¨¢ncer de mama y se cur¨®, pero d¨¦cadas despu¨¦s otro c¨¢ncer acab¨® con su vida ¡ªimpidi¨¦ndole escribir precisamente ese ensayo sobre las enfermedades que matan a las mujeres. S¨ª tuvo tiempo de publicar en 1978 el que quiz¨¢s sea el mejor ensayo filos¨®fico sobre el c¨¢ncer: La enfermedad y sus met¨¢foras (igualmente recomendable es el ensayo que dio origen a La enfermedad y sus met¨¢foras pol¨ªticas, publicado en 1976 en The New York Review of Books).
¡°La enfermedad NO es una met¨¢fora, y la manera m¨¢s sana de estar enferma es aquella que est¨¢ m¨¢s libre de, la que es m¨¢s resistente, a un pensamiento metaf¨®rico¡±, escribe Sontag. Las met¨¢foras son el resultado del ¡°desconocimiento¡±, de los ¡°estereotipos¡±, de la incomprensi¨®n cient¨ªfica acerca del origen de la enfermedad y, por tanto, de su curaci¨®n.
Las met¨¢foras son da?inas para quien tiene c¨¢ncer. Las met¨¢foras condicionan, culpabilizan y ocultan los problemas reales. Ah¨ª est¨¢ el lenguaje de guerra: c¨¢ncer es el enemigo, el asesino; los pacientes son v¨ªctimas, pero tambi¨¦n culpables. Se acaba con el c¨¢ncer con una lucha, con una cruzada, bombardeando con quimioterapias. Como en las guerras, hay que aceptar soluciones agresivas y da?os colaterales. Es famosa la National Cancer Act con que el presidente estadounidense Richard Nixon declar¨® en 1971 la ¡°guerra al c¨¢ncer¡±.
C¨¢ncer es lo que invade, coloniza, crece y destruye. Es depredador, devorador (como Saturno comiendo a sus hijos). El t¨¦rmino es tan poderoso que enfatiza la desregulaci¨®n, lo an¨®malo, lo incoherente: c¨¢ncer de la sociedad, c¨¢ncer en la econom¨ªa¡
Estas met¨¢foras que no ayudan tienen como ant¨ªdoto, dice Sontag, la investigaci¨®n, el avance en el conocimiento sobre qu¨¦ es el c¨¢ncer. Sontag incluso apunt¨® que no hab¨ªa un solo c¨¢ncer, sino cientos, y en efecto hoy podr¨ªamos decir que el c¨¢ncer son miles de enfermedades, tantas como pacientes de c¨¢ncer. ?Quiz¨¢s no deber¨ªa usarse la palabra c¨¢ncer para todas estas enfermedades?
La investigaci¨®n est¨¢ consiguiendo despojar al c¨¢ncer ¡ªa muchos tipos de c¨¢ncer¡ª de su poder letal. El t¨¦rmino c¨¢ncer, en cada vez m¨¢s casos, ya no solo no es sin¨®nimo de muerte, ni siquiera de enfermedad grave. ¡°No todo lo que llamamos c¨¢ncer deber¨ªa llamarse c¨¢ncer¡±, escrib¨ªan recientemente los onc¨®logos Laura Esserman y Scott Eggener en The New York Times. ¡°Pese a los asombrosos avances en nuestra comprensi¨®n de la enfermedad, no hemos actualizado c¨®mo definimos lo que se ha dado en llamar el emperador de todas las enfermedades. Algunos c¨¢nceres tienen un riesgo extraordinariamente bajo de alterar la calidad o la duraci¨®n de la vida, pero se meten en el mismo saco que los que s¨ª lo hacen¡±. La Organizaci¨®n Mundial de la Salud describe el c¨¢ncer como ¡°un conjunto de enfermedades que se pueden originar en casi cualquier ¨®rgano o tejido del cuerpo cuando c¨¦lulas anormales crecen de forma descontrolada, sobrepasan sus l¨ªmites habituales e invaden partes adyacentes del cuerpo y/o se propagan a otros ¨®rganos¡±. El t¨¦rmino se atribuye a Hip¨®crates, lo que implica que su significado ha tenido m¨¢s de 2.500 a?os para evolucionar y, sobre todo, para acumular poder.
Pero ahora, gracias a la investigaci¨®n, muchas personas que reciben un diagn¨®stico de c¨¢ncer apenas ver¨¢n alterada la duraci¨®n y calidad de su vida, bien porque ser¨¢n tratadas pronta y eficazmente o bien porque sabemos, por las caracter¨ªsticas de ese tumor en particular, que el pron¨®stico es bueno.
Ese es el camino para desactivar la amenaza de la palabra c¨¢ncer: avanzar cada vez m¨¢s hacia diagn¨®sticos y tratamientos mucho m¨¢s personalizados y precisos. Solo as¨ª desactivaremos el miedo. No usemos met¨¢foras en el c¨¢ncer. Mir¨¦moslo de frente, con investigaci¨®n y ciencia.
Maria A. Blasco es directora del CNIO (Centro Nacional de Investigaciones Oncol¨®gicas).
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