Placeres de verano | Ese olor a crema solar que inunda todas las playas y viene de Tahit¨ª
Veraneo con aroma tropical sin salir de las playas mediterr¨¢neas. Una fragancia que pone en marcha la pel¨ªcula de la ni?ez, pero sobre la que tambi¨¦n se cruzan tradici¨®n, colonialismo, industria cosm¨¦tica e innovaci¨®n.
Los d¨ªas m¨¢s felices de mi infancia comenzaban embadurn¨¢ndome en crema solar. Hac¨ªa calor, todo estaba pegajoso y aquella era la ¨²nica labor ingrata entre juegos y chapuzones. Los niveles de SPF eran tan irrisorios como 4 o 6 y en todas las casas hab¨ªa alg¨²n bote de Leche solar de Nivea o de Delial. Entonces no lo sab¨ªa, pero estaba construyendo mi rito olfativo de las vacaciones, que ahora empiezan (como para tantos otros ni?os de los ochenta) al abrir un bote de crema. Ol¨ªan siempre como el mono?, un ung¨¹ento de Tahit¨ª que se obtiene al macerar flores en aceite de coco. Veraneo con aroma tropical sin salir de las playas mediterr¨¢neas. Una fragancia que pone en marcha la pel¨ªcula de la ni?ez, pero sobre la que tambi¨¦n se cruzan tradici¨®n, colonialismo, industria cosm¨¦tica e innovaci¨®n.
El aceite de mono? forma parte de la herencia cultural de varias islas de la Polinesia y su uso est¨¢ documentado en Occidente desde las expediciones de James Cook en el XVIII. A aquellos aventureros les embeles¨® la preparaci¨®n y su aroma: ¡°Cu¨¢n notablemente aficionadas son estas personas a los olores sofisticados¡±, se sorprend¨ªa como buen ¡®salvador blanco¡¯ el naturalista Georg Forster, seg¨²n cuenta el capit¨¢n Cook en Los tres viajes alrededor del mundo.El t¨¦rmino tahitiano mono¡®i aparec¨ªa en mitos o canciones y la mezcla se usaba para hidratar, para proteger la piel o para embalsamar a los muertos. La flor preferida, el tiar¨¦, lleg¨® a Europa 100 a?os despu¨¦s en las pinturas de Gauguin. Aunque habr¨ªa que esperar otro siglo m¨¢s para que la fama global alcanzara al mono?.
Cuando los soldados de la II Guerra Mundial regresaron del Pac¨ªfico con tarros del aceite, varios avispados comerciantes previeron el fil¨®n de embotellar el exotismo. Coincid¨ªa con el auge del turismo de playa, con la popularizaci¨®n de los fotoprotectores y con la aprobaci¨®n de las vacaciones pagadas en Francia. Como los soldados, los veraneantes franceses volv¨ªan de los territorios de ultramar con souvenirs olfativos y pronto sus compatriotas quisieron la misma fragancia. El cosm¨¦tico m¨¢s ubicuo en las playas, la crema solar, se impregn¨® del esp¨ªritu y por eso hoy a muchos el ritmo sosegado del verano nos huele como el dulce, c¨¢lido y cremoso mono?.
Excepto por un detalle: las cremas solares no llevan mono?. ¡°A?adirle fragancia a un cosm¨¦tico no es como ponerle un perfume¡±, explica Agust¨ª Vidal, acad¨¦mico del Perfume y perfumista de Symrise. Hoy el aceite de mono? se emplea para nutrir piel o cabello, pero para a?adir la idea de su fragancia a un filtro solar, se imita. ¡°No se puede usar cualquier materia prima, por las interacciones que pudieran hacer con el resto de los ingredientes. Hay restricciones, pero sabemos c¨®mo hacerlo de manera segura¡±, a?ade Vidal. Cuando se quiere transmitir la idea del mono?, recurre a otra flor tropical: ¡°Olfativamente traducimos el olor del tiar¨¦ con ylang-ylang, la flor protagonista de esta nota solar que suele tener tambi¨¦n coco y salicilatos¡±. Aunque el coco tampoco est¨¢ presente: ¡°Se recrea con mol¨¦culas porque, como fruta de base acuosa, su fragancia a¨²n no se puede extraer¡±. Vueltas y vueltas para embotellar la nostalgia estival en cremas o en fragancias. ?Buenos intentos sobre estas ¨²ltimas? Paula¡¯s Ibiza de Loewe, Soleil Blanc de Tom Ford o City of Stars de Louis Vuitton. Aunque la v¨ªa m¨¢s econ¨®mica pasa por recurrir directamente al aceite de mono?, por ejemplo, en Yves Rocher, en una l¨ªnea que incorpora la materia prima con denominaci¨®n de origen.
Porque desde 1992 Mono? de Tahit¨ª es una marca protegida que delimita la creaci¨®n de este compuesto, una de las principales exportaciones de esa isla. Aun as¨ª, all¨ª las complejidades del aroma siguen siendo infinitas: la protecci¨®n garantiza cultivos sostenibles, pero deja fuera a muchos peque?os productores. ¡°Su ¨¦xito se sigue basando en las conexiones coloniales con Francia y en la visi¨®n cuidadosamente sesgada del pasado tahitiano¡±, se?ala la historiadora Kate Stevens en el ensayo Repackaging Tradition in Tahiti.
La denominaci¨®n de origen protegida apela al terroir, un concepto franc¨¦s que podr¨ªa traducirse como terru?o y que hace referencia a las cualidades de una zona (el saber hacer, la historia, el clima¡) que juntas dan como resultado un producto ¨²nico. O un olor singular, como sostienen los desano, un pueblo de la Amazon¨ªa. Ellos defienden que una tribu que comparte alimentaci¨®n, ubicaci¨®n o costumbres tendr¨¢ el mismo aroma. Es importante: lo tienen en cuenta al reproducirse, ya que nadie podr¨¢ juntarse con otro de su mismo olor. ?til para no ennoviarse con un primo lejano, aunque no aplicable a las playas de la Espa?a de los ochenta: entonces hubiera sido imposible encontrar pareja que no oliera a mono?.
Cinco cosm¨¦ticos que han sabido embotellar el olor del verano:
¨CLa crema hidratante corporal Bum Bum de Sol de Janeiro. Para viajar a Brasil sin jet lag.
¨CLa fragancia Aqua Vitae Cologne Forte de Maison Francis Kurkdjian. Para rociarse con altas temperaturas.
¨CEl aceite capilar Hule de Magnolia de Leonor Greyl. Para que la melena brille como en verano durante todo el a?o.
¨CLos polvos de sol Terracotta de Guerlain. Para un efecto ¡®buena cara¡¯ con un par de brochazos.
¨CEl gel de ba?o Mono? de Sephora. Su nombre lo dice todo, nada m¨¢s que a?adir.
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