La novia blanca de Obama
Libros, pel¨ªculas y art¨ªculos analizan las relaciones sentimentales del dem¨®crata antes de que se casara con Michelle.
Casualidad o no, estos d¨ªas coinciden dos estrenos que tienen a un joven Obama como protagonista. Camuflada entre estrenos navide?os, ha llegado a los cines Michelle & Obama, comedia rom¨¢ntica que se basa en la primera cita que tuvieron los pronto ex ocupantes de la Casa Blanca en la que fueron al cine a ver Haz lo que debas, de Spike Lee. Es una historia conocida, que han contado muchas veces sus propios protagonistas, la del pasante que llega al bufete de abogados de Chicago y la joven abogada, a la que designan como su mentora, y que se resiste a sus encantos porque cree que ¡°quedar¨ªa mal¡± salir con el otro afroamericano del despacho. Finalmente cede y se deja deslumbrar por alguien con una experiencia de vida totalmente opuesta a la suya.
La otra pel¨ªcula que tambi¨¦n acaba de estrenarse, pero en Netflix, se titula Barry y se centra en una etapa menos visitada en la vida de Obama, cuando se mud¨® con 20 a?os a Nueva York para seguir con sus estudios en la Universidad de Columbia. Fueron a?os confusos pero determinantes para ¨¦l, seg¨²n cuenta en sus memorias Sue?os de mi padre. Encontr¨® su vocaci¨®n, defini¨® su identidad negra, prob¨® las drogas ¨Cen el libro dice que fumaba marihuana y esnif¨® ¡°algo de coca¨ªna¡± aunque pronto dej¨® de ser un fiestero y se voli¨® bastante circunspecto¨C y sali¨® con chicas. En la pel¨ªcula, Barack, que todav¨ªa se hace llamar Barry, una versi¨®n m¨¢s neutra y americanizada de su nombre africano, sale con Charlotte, una chica blanca a la que conoce en una fiesta, hija de padres liberales pero con origen en una familia adinerada y bien conectada de Connecticut.
Sus or¨ªgenes radicalmente distintos son una fuente de conflictos entre ellos. Mientras ella insiste en que no hay tanto problema, ¨¦l se siente observado, tanto si van a comer pollo frito a Sylvia¡¯s, el famoso restaurante de comida sure?a de Harlem, como si van al lujoso Yale Club con los padres de ella. ¡°No encajo en ninguna parte¡±, le dice Barry a uno de sus compa?eros de piso, interpretado por Ellar Coltrane ¨Cel chaval de Boyhood¨C. En efecto, cuando va con un compa?ero de piso a una fiesta clandestina en un bloque de pisos de Harlem y tontea con una chica afroamericana, la cosa no acaba bien.
Charlotte, a la que en la pel¨ªcula da vida la actriz angloargentina Anya Taylor-Joy, no existi¨® como tal en la vida real. Los guionistas del filme la idearon a partir de algunas de las novias que s¨ª tuvo Obama en aquella ¨¦poca. Cuando a¨²n estudiaba en California, en el Occidental College ¨Cantes de trasladar su expediente a Columbia¨C Barry tuvo un importante flechazo con Alexandra McNear, una chica blanca que era la editora de la revista literaria de la universidad, que le public¨® un par de poemas. Como Charlotte en la pel¨ªcula, McNear era hija de intelectuales comprometidos ¨Csu padre era el escritor Erskine McNear¨C y proven¨ªa de una familia de empresarios inmobiliarios. Cuando la estudiante pas¨® por Nueva York en el verano de 1981 llam¨® a su amigo Barry y eso llev¨® a una relaci¨®n de un par de meses. En el libro Barack Obama: The Making of a Man, el periodista y ganador del Pulitzer David Maraniss la describe como ¡°ligera y misteriorsa, con al cara de una joven Meryl Streep y un aire bohemio y literario¡±. Maraniss contact¨® con McNear para el libro y ¨¦sta le cont¨® que recordaba su primera cena rom¨¢ntica, en un restaurante italiano del Upper West Side, y que pasaron el resto del verano ¡°andando millas por la ciudad, cenando en los restaurantes, pasando el rato en nuestros apartamentos, visitando museos y hablando de la vida¡±. Despu¨¦s de aquello, continuaron su historia por carta, misivas en las que citaban a Nietzsche y T.S. Eliot, como corresponde a dos estudiantes con ciertas ¨ªnfulas, y en las que ¨¦l daba muestras de estar buscando su lugar en el mundo.
El otro modelo para la Charlotte de Barry ser¨ªa la australiana Genevieve Cook. Se conocieron en una fiesta en Nueva York y al parecer a Cook le impresion¨® que el joven Obama, que ya se hab¨ªa graduado y ten¨ªa un empleo de oficina, reconociera su acento australiano a la primera. De ni?o, cuando viv¨ªa en Indonesia con su madre y el segundo marido de ¨¦sta, hab¨ªa conocido a mucha gente de las Ant¨ªpodas. Result¨® que Cook, hija de un diplom¨¢tico y una historiadora, tambi¨¦n hab¨ªa residido en Indonesia durante los mismos a?os. As¨ª empez¨® una relaci¨®n de un a?o en la que llegaron incluso a vivir juntos. Obama la menciona en sus memorias sin dar su nombre: ¡°Hab¨ªa una mujer en Nueva York a la que am¨¦. Era blanca. Ten¨ªa el pelo oscuro con motas verdes en los ojos. Su voz sonaba como unas campanillas¡±.
Maraniss consigui¨® que Genevieve Cook le dejase reproducir varias entradas del diario que manten¨ªa en aquellos d¨ªas en su libro. El 26 de enero de 1984, por ejemplo, escrib¨ªa: ¡°?C¨®mo puede ser tan viejo ya a la edad de 22? Tengo que reconocer que, a pesar de su sonrisa burlona, encuentro su manera de estar ¡°all¨¢¡± muy amenazadora. Distancia, distancia, distancia¡y reticencia¡±. Esa descripci¨®n se ajusta bastante con el retrato del futuro presidente que hace el actor Devon Terrell en Barry, como alguien muy absorbido por sus propios pensamientos, hasta el punto de resultar egoc¨¦ntrico.
La entrada del diario del 25 de febrero dec¨ªa as¨ª: ¡°El calor sexual est¨¢ definitivamente all¨ª, pero el resto de sus aristas las encuentro perturbadoras y me encuentro a mi misma con ganas de retirarme de todo esto. Tengo que admitir que siento rabia hacia ¨¦l por varias razones. Su cercan¨ªa puede ser enga?osa. Aunque habla palabras dulces y puede ser abierto y confiado, tiene tambi¨¦n esa frialdad. Y empiezo a ser consciente de cosas de ¨¦l que podr¨ªan molestarme¡±.
Hay una an¨¦cdota, al parecer cierta, de su relaci¨®n que tambi¨¦n est¨¢ en la pel¨ªcula. Un d¨ªa, ella le dijo ¡°te quiero¡± y ¨¦l le contest¨® ¡°gracias¡±. Lo mismo que un momento en el que ella le reta a ¨¦l a hacer una carrera y ella gana. Seg¨²n los recuerdos de Cook, Obama no se tom¨® demasiado bien que le ganara una chica. Hacia el final de Barry, Obama acompa?a a Charlotte a la boda de su hermana y hay una escena en la que recorre la biblioteca de la mansi¨®n familiar. Los guionistas tambi¨¦n han tomado ese detalle de las memorias del presidente, en el que describe as¨ª el momento que vivi¨® en la casa del padrastro de Genevieve: ¡°En esa habitaci¨®n me di cuenta de que nuestros dos mundos, sus amigos y los m¨ªos, estaban tan distantes como Kenia de Alemania. Y me di cuenta de que si segu¨ªamos juntos, yo acabar¨ªa viviendo en el suyo. Al fin y al cabo, es lo que he estado haciendo toda mi vida. De los dos, yo era el que sab¨ªa vivir como un outsider¡±.
Unos meses despu¨¦s, lo dejaron. Obama escribi¨® a su medio hermana Auma en Kenia: ¡°La alej¨¦ de m¨ª. Empezamos a pelearnos. Empezamos a pensar en el futuro y eso hizo mella en nuestro peque?o y c¨¢lido mundo¡±. En cambio, Cook le dijo a Maraniss que fue ella quien lo alej¨®: ¡°Cre¨ªa no que no era suficiente, me fastidiaba su reserva, su falta de espontaneidad¡±. En otro punto de su diario, la ex de Obama escribe que cuando imagina a la mujer ideal de su novio la ve ¡°muy fuerte, muy firme, una luchadora, muy risue?a, con mucha experiencia. Una mujer negra¡±. Esa historia viene despu¨¦s y la cuenta Obama & Michelle.
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