Por qu¨¦ la mayor¨ªa de los hombres no llevan bolso
Dos expertas en historia y moda nos ayudan a analizar lo que simboliza un bolso en 2023. Su ropa tiene m¨¢s bolsillos y m¨¢s grandes, y no son los responsables de portear enseres familiares
Si algo est¨¢ claro es que los hombres no llevan bolso. En los ¨²ltimos cien, doscientos a?os, han llevado carteras, maletines, zurrones o mochilas, siempre asociados a su actividad o profesi¨®n, pero no un bolso can¨®nico, ese de piel con asas y que sirve para llevar los objetos personales. Quiz¨¢ por ello cuando en 2023 un hombre se pone en Espa?a un bolso se desata una especie de fen¨®meno f¨ªsico, un remolino de comentarios, arqueos de cejas y cr¨ªticas que va girando sobre s¨ª mismo y que dependiendo de la repercusi¨®n medi¨¢tica de su protagonista y del rol p¨²blico que se le asocia se hace m¨¢s o menos violento. Veamos varios ejemplos: el actor Jacob Elordi lleva el modelo Casette de Bottega Veneta y la cosa no pasa de algunas rese?as en revistas de moda; el cantante Harry Styles aparece con un Jackie de Gucci (nacido en los a?os cincuenta como Constance y bautizado poco despu¨¦s en honor a Jacqueline Kennedy) y lo suyo no llega ni a meme. Sin embargo dos futbolistas masculinos asisten a una boda luciendo dos bolsos icono (Aitor Ruibal Garc¨ªa con el Four Ring?mini de?Alexander McQueen, y Borja Iglesias con el bolso Saddle Petites Fleurs?de?Dior) y parece que la Tierra ha dejado de orbitar alrededor del Sol. Se desata una ola de irritaci¨®n e incluso odio en las redes sociales. ?Pero por qu¨¦ los primeros pueden llevar bolso y los ¨²ltimos no? ?Y por qu¨¦ parece que casi ning¨²n ciudadano de a pie se decide a utilizar bolso en su d¨ªa a d¨ªa? ?Acaso es que cuando ellos salen a la calle no necesitan llevar pa?uelos, gafas, cargador, colirio u otros objetos personales?
Lo cierto es que el bolso masculino pas¨® de moda hace m¨¢s de 300 a?os, en el momento en que los pantalones comenzaron a ser ajustados y se les incorpor¨® uno de los inventos m¨¢s pr¨¢cticos en la historia de la moda: los bolsillos. Hasta entonces ellos hab¨ªan llevado bolso, m¨¢s adornado y espectacular seg¨²n sub¨ªa su posici¨®n social. ¡°Desde la antig¨¹edad cl¨¢sica hasta la ¨¦poca renacentista los bolsos peque?os y utilizados para llevar monedas eran un complemento com¨²n a hombres y mujeres¡±, explica para S Moda Rosa Moreno Laorga, analista de tendencias, consultora de moda, docente de?Arte y Moda y Sociolog¨ªa de la moda en el Istituto Europeo di Design de Madrid, y autora del ensayo Hacer de lo cotidiano un ritual contempor¨¢neo, ensayo sobre el origen de las tendencias (2016.editorial IED).
De hecho, durante gran parte de la historia eran ellos quienes llevaban el bolso porque eran ellos quienes llevaban el dinero, las mujeres no necesitaban uno porque no se aventuraban demasiado lejos de casa. En la Edad Media las mujeres colgaban de su cintura peque?os objetos preciosos como un rosario o un libro religioso y no fue hasta el Renacimiento cuando las enormes faldas les permitieron guardar las cosas que necesitaban en bolsillos escondidos. Seg¨²n la?Berg Encyclopedia of World Dress and Fashion?esto podr¨ªa ser desde un abanico hasta sales arom¨¢ticas, maquillaje o prism¨¢ticos. Hablamos, por supuesto, de las mujeres de las ¨¦lites. ¡°En el siglo XV, de hecho, los hombres comenzaron a llevar limosneras, peque?os bolsos adornados para llamar la atenci¨®n en los despliegues p¨²blicos de generosidad, de ah¨ª su nombre¡±, recuerda esta experta, quien puntualiza que no ser¨¢ hasta el siglo XVII cuando los bolsillos de los hombres vayan cosidos al traje. ¡°Sin duda se podr¨ªa hacer una interesante lectura hist¨®rica de g¨¦nero a partir del bolso, siendo la llave de acceso a la informaci¨®n sobre su poseedor¡±.
?Ser¨¢ que desde la invenci¨®n del bolsillo los hombres se volvieron m¨¢s pr¨¢cticos?
¡°Si observamos la evoluci¨®n de la indumentaria masculina a trav¨¦s del tiempo, especialmente con el advenimiento de la burgues¨ªa decimon¨®nica y dominante a partir del XIX veremos c¨®mo en comparaci¨®n con la femenina siempre ha tendido a la practicidad y a la adecuaci¨®n a un mundo dominado por lo laboral, menos sujeta a las modas y al adorno que la femenina, dentro de ello el malet¨ªn (portador de documentos) y la mochila (asociada al mundo acad¨¦mico y deportivo) encajar¨ªan en esta din¨¢mica¡±, explica Moreno Laorga.
A finales del siglo XIX se fund¨® la Rational Dress Society, un?movimiento por la reforma de la vestimenta victoriana en Londres que junto al floreciente movimiento por el sufragio femenino argumentaba que la independencia de las mujeres no se pod¨ªa lograr con un vestido ajustado y sin bolsillos.?La verdadera liberaci¨®n requer¨ªa ropa holgada que permitiera libertad de movimiento y bolsillos para tener a mano lo necesario, incluido un rev¨®lver si era necesario. No hablaba de bolsos pero la moda supo leer este tiempo y cuando a finales de siglo se permiti¨® que las mujeres viajaran solas, Louis Vuitton comenz¨® a vender bolsos grandes para mujeres, posicionando sus productos como una se?al de independencia femenina.?Ten¨ªan compartimentos y cierres, y exudaban lujo.
¡°Si seguimos poniendo el foco en la practicidad de este complemento veremos que su utilizaci¨®n ha ido evolucionando con las lecturas sociales tanto de g¨¦nero como de estatus econ¨®mico. Cuando en el siglo XX la moda comienza a dar un giro hacia la comodidad, poco a poco se ir¨¢ prescindiendo de todo lo accesorio culminando en los noventa con el minimalismo y el normcore¡±, avanza Moreno Laorga.
?O ser¨¢ que tienen quien les lleve todas sus cosas?
El siglo XX dio un empuj¨®n importante al bolso como utensilio femenino. En febrero de 1955 (de ah¨ª su nombre) Gabrielle Chanel cre¨® el 2.55. Se trataba de un bolso de apenas 20 cent¨ªmetros de largo realizado en piel acolchada negra, que por dentro incorpora tres bolsillos de fuelle, dos m¨¢s anchos en los extremos y uno m¨¢s peque?o en el centro para guardar la barra de labios. Aquel fue el primer bolso moderno porque era pionero en incorporar un detalle revolucionario: dos asas en forma de cadena que dejaban las manos libres. La dise?adora lo cre¨® para ¡°liberar a las mujeres de la esclavitud de los bolsos de mano¡±. Adem¨¢s, permit¨ªa deslizar las manos en los bolsillos del abrigo, una pose decidida que en el momento se asociaba solamente a los hombres. Aquel modelo, que se sigue reinventando hoy en acabados, colores y materiales diferentes, sigue siendo el m¨¢s vendido de la firma francesa.
Un tiempo despu¨¦s naci¨® otro incontestable icono. A?o 1981, un vuelo de la compa?¨ªa Air France de Par¨ªs a Londres. Jane Birkin coincide con Jean Louis Dumas, entonces presidente de la marca de lujo Herm¨¨s, quien observa c¨®mo a la artista se le cae todo lo que cargaba en su cesta todoterreno. En aquella conversaci¨®n naci¨® uno de los bolsos m¨¢s importantes de la historia, el Birkin de Herm¨¨s, en una piel suave, m¨¢s grande que el modelo Kelly pero m¨¢s peque?o que la maleta de Serge Gainsbourg, con bolsillos interiores para poder llevar incluso el biber¨®n de la hija peque?a de la artista. En un anuncio de televisi¨®n posterior, Birkin aparece rebuscando entre carteras, gafas de repuesto, cremas y adornos en su bolso hom¨®nimo: ¡°A las chicas les gusta tener un mont¨®n de cosas en el bolso. Todo es ¨²til?. Birkin finalmente sufri¨® tendinitis en el hombro, quiz¨¢s el precio por sentir que ten¨ªa que estar preparada y llevar en su bolso soluciones para cualquier situaci¨®n. Hoy el Birkin es un modelo que solamente se puede comprar bajo oferta de la firma francesa, habitualmente a sus mejores clientes, y con un precio que alcanza f¨¢cilmente las seis cifras est¨¢ considerado una inversi¨®n mejor que el oro, que las acciones, una casa o el arte.
Lo que estos dos bolsos tienen en com¨²n -adem¨¢s de su estatus de culto entre los amantes de la moda- es que nacieron pensando en lo que las mujeres llevamos a cuestas a diario. Del pintalabios para retocarnos pasamos al biber¨®n del beb¨¦ o el port¨¢til y de alguna manera el bolso se convirti¨® en una extensi¨®n de necesidades propias y ajenas, con lo que prolonga la alargada sombra del papel de cuidadora que se asocia a las mujeres. En alg¨²n momento el bolso pas¨® de ser un complemento liberador a convertirse en una obligaci¨®n: ¡°Al hablar de este aspecto del bolso como yugo femenino siempre acude a nuestra cabeza el dicho de ¡®el bolso de Mary Poppins¡¯, el bolso de la ni?era en el que cabe todo lo que se pueda necesitar en cualquier circunstancia¡±, explica Moreno Laorga, y recuerda el ejemplo del bolso de Birkin lleno de ¡°por si acasos¡± para los dem¨¢s. No es de extra?ar que haya toda una comunidad en Reddit de mujeres que se esfuerzan por no llevar bolso con t¨ªtulos como ?Mujeres que no llevan bolso?, ?Dej¨¦ de llevar bolso y me encanta? o ??Alguna otra mujer que haya roto con los bolsos?? y que se preguntan qu¨¦ tiene hoy de independiente ser tan ¨²til a los dem¨¢s.
Una encuesta propia entre un grupo de amigas con pareja masculina e hijos peque?os revela una respuesta un¨¢nime: ¡°?Qui¨¦n de los dos lleva y d¨®nde las toallitas h¨²medas?¡± Efectivamente: ¡°Yo y en mi bolso¡±. En un interesante art¨ªculo publicado en The Cut, una profesora de historia de la mujer hace la siguiente reflexi¨®n: ¡°Las mujeres limpian porque la moda lo permite¡±. El tama?o de los bolsos que las mujeres utilizamos a diario efectivamente nos permiten cargar con todo tipo de pa?uelos, muselinas, toallitas y servilletas para limpiar en cualquier momento lo que haga falta. Como dice la escritora neoyorquina Lisa Miller, mientras las mujeres est¨¢n preparadas para cualquier cosa los hombres andan por ah¨ª con las manos vac¨ªas, sin la obligaci¨®n de ser ¨²tiles.
En la d¨¦cada de los ochenta, cuando las mujeres accedieron en masa a la esfera laboral adoptaron la vestimenta masculina (americanas, trajes, pantalones). Aquello no solo fue una decisi¨®n pr¨¢ctica sino tambi¨¦n un reflejo de su tiempo (apenas hab¨ªa referentes de liderazgo femenino en los que inspirarse ni un uniforme corporativo como el traje masculino). Las pel¨ªculas ambientadas en el mundo del trabajo en aquella ¨¦poca reflejan ya esta est¨¦tica: mientras que Melanie Griffith llevaba a cuestas un enorme bolso de piel marr¨®n hasta llegar a la oficina en Armas de Mujer (probablemente porque en alg¨²n lugar ten¨ªa que llevar los zapatos de tac¨®n que se calzar¨ªa al llegar al trabajo y quitarse sus zapatillas Reebok Classic Leather), ninguno de los jefes de Tom Cruise en La Tapadera ten¨ªa que cargar con nada en las manos porque simplemente no lo necesitaban: ten¨ªan asistentes, todas mujeres, que les llevaran las cosas. La imagen de un hombre trajeado y con las manos libres se fij¨® como estampa del ¨¦xito: volviendo a la tesis de The Cut, los hombres ya sab¨ªan que es mejor no llevar nada. ?Habr¨¢ que esperar a que cambie definitivamente el equilibrio de poder en las altas esferas para que sean ellos los que adopten prendas femeninas como s¨ªmbolo de poder? ?Ser¨¢ que hasta entonces esas piezas femeninas est¨¢n revestidas de cierto ¡°desempoderamiento¡±? Ana Velasco Molpeceres, periodista, profesora en la Universidad Complutense de Madrid e historiadora especializada en comunicaci¨®n y moda que recientemente ha publicado Ropa vieja. Historia de las prendas que vestimos (Libros de la Catarata. 2023) encuentra en la historia las razones para que los hombres de hoy sigan sin llevar bolso: ¡°Desde el siglo XIX los bolsos se asocian a las mujeres. Por tanto est¨¢n marcados como un complemento femenino. Para las mujeres, llevar un bolso supone simplemente ir vestidas como mujeres y poder llevar sus cosas de forma c¨®moda. Para los hombres, llevar bolso supone adoptar una prenda que resulta ¡®problem¨¢tica¡¯ por estar sexuada¡±.
Por otra parte, contin¨²a esta experta, ¡°lo que se les pide en el ¨¢mbito p¨²blico es menor que a las mujeres: no tienen que llevar maquillaje (es decir, que quitan barra de labios, polvos o maquillaje y algo para los ojos), tampoco est¨¢n tan asociados a la industria de la belleza como para llevar fragancia (aunque evidentemente haya todo un negocio de hombres que se ponen perfume, pero solo en casa, sin refrescarlo. Adem¨¢s sus productos huelen m¨¢s) y las mujeres necesitan tambi¨¦n algunos art¨ªculos higi¨¦nicos que ellos no precisan. Todo eso hace que las mujeres carguen con m¨¢s cosas y que el bolso les sea necesario. Los hombres solo necesitan el m¨®vil, las llaves y la cartera. Y eso ahora. Antes, solo el dinero¡±.
Del yugo femenino a la liberaci¨®n masculina
En los ¨²ltimos tiempos las grandes marcas de lujo est¨¢n decididas a que los hombres comiencen a llevar bolso. ?Podr¨ªa este accesorio convertirse en un s¨ªmbolo de la liberaci¨®n masculina, en el sentido de superar algunos estereotipos sobre c¨®mo se supone que debe actuar, vestir y presentarse al mundo un hombre? Muchos j¨®venes, hombres relacionados con la moda y personas que no visten seg¨²n las convenciones de g¨¦nero s¨ª que lo usan, aunque es solo una minor¨ªa.
¡°Sin duda la ruptura de la norma en cuanto a lo tradicionalmente femenino o masculino siempre supone una nueva visi¨®n y una clara evoluci¨®n en cuanto a la percepci¨®n de los roles convencionales, estos cambios ayudan a desterrar muchos estereotipos limitadores y da?inos, y en mi opini¨®n hacer uso de la moda como herramienta que nos ayude a ser libres siempre es algo a reivindicar. Un bolso puede suponer un s¨ªmbolo que nos ayude a romper los moldes en lugar de encajar en ellos, recordemos que fueron Chanel e Yves Saint Laurent los primeros en romper el dimorfismo sexual migrando prendas del armario masculino al femenino y creando as¨ª nuevas maneras de estar en el mundo para las mujeres que participaron de esta transformaci¨®n¡±, reflexiona Moreno Laorga.
La moda est¨¢ considerada un idioma dentro de una cultura en evoluci¨®n y quiz¨¢ por ello lleva varios a?os abanderando estilos y prendas sin g¨¦nero. Vemos a artistas, estrellas de la m¨²sica y modelos llevando bolso en eventos y alfombras rojas. Sin embargo, seg¨²n las reacciones en redes sociales, en algunos sectores especialmente conservadores resulta chocante ver a un hombre pasear con bolso.
¡°Los roles de g¨¦nero siguen teniendo un peso clave e importante en los medios de comunicaci¨®n, publicidad, cine, etc. Al principio siempre resulta disruptiva una imagen cuyas piezas no son las esperadas, en este caso un bolso (asociado tradicionalmente al universo femenino) en manos de un hombre cis hetero, pero ser¨¢ el paso del tiempo el que naturalice el uso de este complemento en caso de que llegue a popularizarse y entrar dentro de la norma¡±, apunta Moreno Laorga.
¡°Los futbolistas y otros hombres llevan bandoleras, porque est¨¢n dentro de la cultura del lujo y de la opulencia. En su caso, llevar bolso es masculino porque, en su iconograf¨ªa, es algo caro y de marca. Algo que est¨¢ asociado al poder. Igual que la joyer¨ªa o la peluquer¨ªa y est¨¦tica (tatuajes) exagerados¡±, explica Velasco Molpeceres.
¡°Tanto las ri?oneras como las bandoleras est¨¢n simb¨®licamente asociadas a un estilo deportivo, urbano e incluso aventurero mientras que el bolso de mano tiene unas connotaciones femeninas, es curioso porque su tama?o es similar pero un bolso de mano se asocia a eventos, alfombras rojas, glamour hollywoodiense y universo femenino, es por esto que visualmente parece m¨¢s convencional ver a un hombre haciendo uso de las primeras por muy fantasiosas que sean y resulta m¨¢s impactante un bolso de mano por minimal que sea en manos de un deportista¡±, dice Moreno Laorga.
¡°Actualmente la tendencia a la moda sin g¨¦nero nos puede llevar a pensar que sea mujer u hombre, la carga simb¨®lica de este complemento ir¨¢ asociada a su aspecto, valor de los materiales, estilo de dise?o¡aspectos concernientes al propio objeto por encima del g¨¦nero de su portador. Buen ejemplo de ello es Telfar, la firma de moda neoyorkina que ha logrado encumbrar sus bolsos unisex a la categor¨ªa de iconos haciendo uso de este discurso¡±, se?ala esta experta. El bolso pertenece a la categor¨ªa de los complementos que responden a una funcionalidad y que, en determinados casos, (por ejemplo,?si nos fijamos en los bolsos virales de JW Anderson con forma de paloma, almohada, etc.) esa funcionalidad cambia para convertirse en decoraci¨®n, recuerda Moreno Laorga. ¡°Tal vez en un futuro el bolso pase de ser un contenedor de enseres a un contenedor de identidades, una herramienta de lenguaje no verbal que sirva para expresar aspectos sobre qui¨¦n lo lleva y c¨®mo decide llevarlo¡±, dice. Tal vez, en un futuro, un bolso no desate irritaci¨®n.
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