Tres razones por las que deber¨ªas ver ¡®The Get Down¡¯ (y otras tantas por las que no)
La nueva y ambiciosa producci¨®n de Netflix sobre los or¨ªgenes del hip-hop ya est¨¢ disponible en la plataforma. ?Merece la pena su visionado?
Excesiva, disparatada, agotadora, extravagante, abrumadora¡ S¨ª, a juzgar por el recibimiento de la cr¨ªtica especializada, aqu¨ª alguien se ha pasado un poco de frenada. The Get Down, la esperad¨ªsima nueva serie de Netflix, situada en el sur del Bronx durante los a?os 70 y creada por el director de Moulin Rouge, Baz Luhrmann, ha visto por fin la luz despu¨¦s de tres a?os de producci¨®n ca¨®tica. Sobrecostes desproporcionados, cambio de localizaciones, tres showrunners, broncas con el estudio¡ ?habr¨¢n valido la pena? The Get Down, que hace referencia a la parte m¨¢s r¨ªtmica en un disco, no es la vuelta de tuerca al g¨¦nero del musical que cre¨ªamos, sino un homenaje consciente a West Side Story y Grease pero con distinto envoltorio. Los seis cap¨ªtulos correspondientes a la primera parte (el resto ser¨¢n emitidos en 2017) hacen gala de sus exuberantes 120 millones de d¨®lares de presupuesto, con una ambientaci¨®n que nada tiene que envidiar a sus hermanas cinematogr¨¢ficas. Como la oferta de series cada vez es m¨¢s variada y nuestro tiempo cada vez menor, desde S Moda hemos decidido resumir (sin spoilers) los puntos fuertes y d¨¦biles de The Get Down para que decidas si merece una oportunidad.
Lo que s¨ª:
La naci¨®n hip-hop
A Baz Luhrmann le gusta que sus obras cuenten con un narrador testigo que relate al espectador la historia vivida. En este caso, nos situamos en un concierto de estadio en 1996, en el que Ezekiel Figaro rapea los hechos sucedidos 19 a?os atr¨¢s que lo han llevado hasta ese escenario. The Get Down es un precioso macrovideoclip en el que un grupo de bailarines perfectamente coreografiados pueden aparecer de la nada, inspirado en los grandes musicales (West Side Story, Fiebre del s¨¢bado noche) pero tambi¨¦n en filmes pandilleros como The Warriors y videojuegos como Grand Theft Auto. La ambientaci¨®n apabulla con los descampados convertidos en zonas de guerra, los grafitis que esconden vagones de metro y los clubs cuya pista de baile es una bandada de zapatos movi¨¦ndose al comp¨¢s. El vestuario, que ha buceado en tiendas de segunda mano y en fotograf¨ªas de la ¨¦poca para hacer un retrato fidedigno, brilla con luz propia. Destacamos las piezas personalizas, las prendas firmadas por Gucci y las zapatillas Puma Clyde rojas que est¨¢n viviendo una segunda juventud. La m¨²sica tambi¨¦n es protagonista con una banda sonora repleta de ¨¦xitos de los grandes del disco como The Trammps, Earth, Wind & Fire, Donna Summer y Boney M. Adem¨¢s de temas compuestos en exclusiva de Michael Kiwanuka, Christina Aguilera, Miguel, Zayn y Nile Rodgers. Razones suficientes para devorarla si eres un mel¨®mano.
Jaden Smith y el reparto adolescente
Igual es porque despu¨¦s de haber sufrido The Karate Kid y After Earth las expectativas eran bajas, pero el reto?o de Will Smith ha sorprendido a todos con su actuaci¨®n en The Get Down. Adem¨¢s de aceptar un rol secundario pese a ser el int¨¦rprete m¨¢s medi¨¢tico en el reparto, su sensible grafitero Dizzie es el personaje m¨¢s inspirado (e inspirador) de la serie, con un look y esp¨ªritu propio, dot¨¢ndolo de la mirada perdida de esos j¨®venes que no saben muy bien qu¨¦ ni d¨®nde mirar. El resto del casting adolescente tambi¨¦n es digno de menci¨®n con especial atenci¨®n a la pareja protagonista, Justice Smith (Ezekiel Figuero) y Mylene Cruz (Herizen Guardiola) que gozan de la qu¨ªmica necesaria para hacernos creer su historia de amor pero que adem¨¢s aprueban con nota en lo que a los n¨²meros musicales se refiere.
The Get Down
Porque su mera existencia es la mejor de las noticias. Si llegan series locas y desproporcionadas, con producciones imposibles y guerras de estudios, significa que las diferencias con el cine ya s¨ª que han desaparecido. Porque el arte tambi¨¦n es caos. Junto a The Get Down, la parrilla televisiva estival nos ha ofrecido producciones innovadoras como Stranger Things o The Night Of, imprescindibles para sobrellevar la muy deficiente cartelera veraniega. Historias originales contra remakes, franquicias, refritos y m¨¢s, un poco m¨¢s de superh¨¦roes. Y teniendo en cuenta que para 2017 se estrenar¨¢n m¨¢s de una quincena de secuelas cinematogr¨¢ficas, son pocos los que todav¨ªa no han mudado sus inquietudes intelectuales y de entretenimiento de la sala al sal¨®n. El propio Woody Allen, con su Crisis in six scenes que veremos a finales de septiembre, ya lo ha hecho.
Lo que no:
El gui¨®n
Una historia de amor imposible. La rivalidad entre dos grupos ¨¦tnicos. La superaci¨®n de un brillante joven en un ambiente de drogas y decadencia. La religi¨®n y el pecado. El viaje del h¨¦roe que necesita del maestro para lograr su objetivo. Todos los arquetipos de la historia de la escritura narrativa est¨¢n presentes en los primeros seis episodios de The Get Down. Lo malo en esta ocasi¨®n es que el hip-hop, que deber¨ªa ser la ra¨ªz sobre la que creciera la serie, no entiende de pastelosas historias de amor y superaci¨®n, sino de realidad cruda y dura, sin filtros ni estridencias. El origen de un nuevo estilo musical no deber¨ªa ser una excusa para contar lo mismo de siempre. ?Cambiar¨ªa en algo la trama de The Get Down si la situ¨¢ramos en el Detroit de finales de los 50 para contar el inicio del r&b y la Motown?
Giancarlo Esposito y el reparto adulto
Al m¨ªtico Gus Fring de Breaking Bad le ha tocado el papel m¨¢s ingrato de toda la serie. La del arquet¨ªpico pastor, plano en su visi¨®n de Dios y del mundo, que maldice tanto la m¨²sica disco que canta su hija que no duda en emplear la fuerza en uno de los momentos m¨¢s artificiales de la serie. Los papeles adultos suenan a caricatura y adolecen de la falta de chispa y cari?o con la que s¨ª est¨¢n escritos los adolescentes. Como Fat Annie, la gangster propietaria del club Les Inferno o Francisco ¡®Papa Fuerte¡¯ Cruz (Jimmy Smits), el hermano del personaje de Esposito, que se debate entre la responsabilidad de su cargo como l¨ªder del barrio y el amor por su cu?ada. Para ser justos, es dif¨ªcil defender unos di¨¢logos que exigen al espectador tal suspensi¨®n de su credulidad que hacen dudar sobre si esos personajes pertenecen al Bronx o al exclusivo Upper East Side.
Baz Luhrmann
S¨ª, esta serie es dif¨ªcil de ver en modo marat¨®n. El primer episodio es una pel¨ªcula de 90 minutos en la que despu¨¦s del en¨¦simo giro de c¨¢mara, corte de plano, personaje cool, rima milagrosa y peinado afro, m¨¢s que otro cap¨ªtulo, el cuerpo te pide bajar del barco y regresar a tierra firme. La predilecci¨®n por el exceso de Luhrmann, que supone tambi¨¦n su marca personal, se ve rebajada para mejor en los siguientes cap¨ªtulos realizados por experimentados directores de televisi¨®n como Ed Bianchi (The Wire) y Andrew Bernstein (Mad Men). Una l¨®gica que nos obliga a enso?ar con el hipot¨¦tico resultado final si el primer showrunner, Shawn Ryan (The Shield) que abandon¨® la serie por diferencias con el artificioso Luhrmann, no hubiera dimitido. ?Es posible disfrutar de una serie cuando su gui¨®n, interpretaci¨®n y direcci¨®n son mejorables? Por supuesto. Y si te apasion¨® Moulin Rouge, est¨¢s de enhorabuena. Porque ver The Get Down es lo m¨¢s parecido a colarse en medio de una boda gitana. Tres d¨ªas de demasiada fiesta, m¨²sica y alcohol; jaleo, colores y yeli yeli. De esas juergas en las que cuando acabas no sabes muy bien d¨®nde est¨¢s ni qu¨¦ te ha sucedido. ?Y qui¨¦n es ese que est¨¢ en mi cama?
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