El micropago
Internet no supondr¨¢ la muerte del periodismo, s¨®lo hay que aprender a rentabilizarlo
Al principio, la escritura parec¨ªa algo m¨¢gico: era l¨®gico que el dios egipcio Thot, que hab¨ªa regalado la escritura a los humanos fuera tambi¨¦n el dios de la magia. La sustituci¨®n del o¨ªdo por el ojo como sentido de percepci¨®n ling¨¹¨ªstica cambi¨® radicalmente la forma de entender el mundo al conseguir fijar el conocimiento y asegurar su trasmisi¨®n.
La segunda gran revoluci¨®n en la gesti¨®n de la informaci¨®n es la invenci¨®n de la Imprenta, pero desde que Gutenberg publicara la Biblia en 1456 hasta que se edita la Encyclop¨¦die (1751-1765) transcurren tres siglos. Se trata pues de una revoluci¨®n lenta, si es que la lentitud es predicable de la revoluci¨®n.
Ahora, todo sucede muy deprisa, la tecnolog¨ªa evoluciona r¨¢pidamente y su presencia es tan penetrante, produciendo cambios fundamentales en la forma de funcionar de la sociedad, que la historia contextual queda olvidada, y cuando se examina no todo encaja en el ya viejo paradigma de la Ilustraci¨®n.
De todas estas tecnolog¨ªas, Internet es la estrella, y se esta convirtiendo en la nueva sede del conocimiento, pero tambi¨¦n es un lugar para el entretenimiento y para el negocio. No es propiamente un medio de comunicaci¨®n, es una plataforma de comunicaci¨®n en la que cabe todo, la informaci¨®n, el ocio, el trabajo, el comercio, la educaci¨®n, el conocimiento. Su caracter¨ªstica principal es el haber sido construido entre todos desde abajo hacia arriba y sin una autoridad central que la gobierne y establezca prioridades.
Es en este caos y complejidad donde reside su fuerza creadora y atractivo, y en donde los j¨®venes que tienen expectativas diferentes a sus progenitores, encuentran las respuestas.
?En qu¨¦ modo puede transformar a la sociedad la explosi¨®n de las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n? ?C¨®mo ser¨¢n los peri¨®dicos? Nadie lo sabe. Milagros P¨¦rez Oliva, la defensora del lector de este diario (EL PAIS. 26/07/09) afirma que el futuro es digital. Reconoce que gracias a Internet, los diarios tienen ahora una audiencia m¨¢s amplia y extendida que nunca, pero tambi¨¦n encuentran grandes dificultades para rentabilizar el trabajo period¨ªstico y nos contaba como han iniciado ya la transici¨®n hacia un nuevo modelo que ha de convertirles en proveedores de contenidos en m¨²ltiples soportes y formas, lo que supone la configuraci¨®n de una redacci¨®n multimedia.
En efecto, la prensa se ha convertido, ya sin lugar a dudas, en una m¨¢s de esas industrias v¨ªctimas de la falta de adaptaci¨®n al nuevo entorno definido por la red. Hablamos del negocio, de c¨®mo hacer para que los peri¨®dicos vuelvan a ser rentables, sin que la edici¨®n digital se convierta en un lastre y sin que la prensa abandone su funci¨®n de contrapoder. Esto de entrada nos lleva a renunciar a cualquier maniobra de salvamento con dinero p¨²blico pues tendr¨ªa un efecto perverso para la democracia, seria reinventar la prensa oficial.
Antes de tomar ninguna decisi¨®n, es preciso conocer como el nuevo marco tecnol¨®gico ha variado los comportamientos de los lectores. Por lo pronto no tienen que esperar a la ma?ana siguiente para leer las noticias de ayer, no est¨¢n tan fidelizados a una cabecera en concreto como los lectores tradicionales, tampoco leen los peri¨®dicos enteros, son lectores de noticias, saltando de un medio a otro, incluidos los blogs y agregadores: periodismo a la carta. Incluso el lector de prensa tradicional generalmente fidelizado a una cabecera la actualiza online y la contrasta.
Al final del siglo XVIII la esfera p¨²blica estaba en plena expansi¨®n, y la llamada prensa de calidad tuvo que compartir espacio con los temidos peri¨®dicos populares y los panfletos en Francia previamente y en Inglaterra hasta mediados del Siglo XIX en que desaparecieron las llamadas "tasas del conocimiento", (un impuesto sobre el papel y el timbre, mediante el cual se controlaba a los medios sin necesidad de censura). Se inicio, as¨ª un proceso de ajuste que traer¨ªa importantes cambios con el despertar del "periodismo de masas". Muchos de los calificados como peri¨®dicos de calidad cayeron. En Francia se impusieron los Journaux, como Le Petit Jounal (1863), que vend¨ªa un cuarto de mill¨®n de ejemplares diarios. Le siguieron, Le Petit Parisien en 1876, Le Matin en 1882 y Le Journal en 1889. En Inglaterra incluso el emblem¨¢tico The Times, descrito en 1871 como el "mayor peri¨®dico que el mundo haya conocido jam¨¢s" a ra¨ªz de la abolici¨®n de las tasas sobre el papel, (1833-1861) pas¨® dificultades. De hecho no resurgi¨® sino hasta que baj¨® los precios e invirti¨® en tecnolog¨ªa. Mientras tanto, los peri¨®dicos a penique, como el Manchester Guardian, o el Daily Telegraph, que rebaj¨® su precio de tres peniques a uno, crecieron espectacularmente y entraron en esa categor¨ªa de prensa de calidad.
Ahora asistimos a un nuevo despertar en el ciberespacio, en donde los blogs, el periodismo ciudadano, Google-News, los agregadores como Meneame o Digg, o las redes sociales tipo Twitter tambi¨¦n forman parte de esa realidad tan compleja como es la comunicaci¨®n actual. E.Dans, en un interesante art¨ªculo publicado en su blog, nos daba la clave del proceso: adaptaci¨®n y selecci¨®n, al decir que "Internet no deber¨ªa suponer la muerte del periodismo, s¨®lo de ese periodismo que no supiese adaptarse".
Los ciberlectores, no son piratas, ni las noticias son propiedad de nadie, simplemente son acontecimientos que pasan y los peri¨®dicos narran. Saben que un periodismo de calidad genera gastos que la publicidad no cubre y que terminaran repercuti¨¦ndoles, y lo asumen. Pero temen que se vuelvan a cometer los errores de otras industrias como la discogr¨¢fica, que se empe?a en vender discos cuando la gente quiere canciones. Por eso, no est¨¢n dispuestos a tener que suscribirse a tres, cinco, siete o diez peri¨®dicos, cuando lo que consumen es una ¨ªnfima parte de los contenidos de cada uno de ellos, ni por otra parte est¨¢n dispuestos a fidelizarse a un ¨²nico peri¨®dico renunciando a lo que es la esencia de Internet, navegar buscando y contrastando informaci¨®n. Cerrar las ediciones digitales, en todo o en parte, haci¨¦ndolos asequibles s¨®lo para suscriptores parece que no funcionara.
El micropago: "Cada uno paga lo que consume" y "all¨ª donde se lo sirven" es equilibrado y justo, pero tiene la dificultad de articular el pago de peque?as cantidades, tan s¨®lo unos c¨¦ntimos. Esto ser¨ªa viable si los lectores pudieran adquirir un bono de puntos que posteriormente canjearan por noticias en los distintos medios. Pero esto exige un acuerdo previo entre los editores.
Por otra parte, los enlaces y agregadores no deber¨ªan ser ning¨²n obst¨¢culo siempre que la publicidad que se muestre en la ventana sea la que acompa?a a la noticia, pues as¨ª se ampliar¨ªa su difusi¨®n.
Un acuerdo de esta naturaleza y una nueva gesti¨®n de la publicidad siempre ser¨¢ mejor que una declaraci¨®n de guerra contra el futuro. Internet, en su breve pero intensa historia, nos ha demostrado que s¨®lo han triunfado los que han sabido adaptarse y han contribuido a su desarrollo. Microsoft con el Explorer y Google son un claro ejemplo. Y, otra cosa m¨¢s, en el ciberespacio el pez grande no se come al chico, sino el r¨¢pido al lento.
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