?Socorro!
La destituci¨®n fulminante del director general responsable del Plan Nacional de I+D aumenta el riesgo de desbaratar en una legislatura el sistema de ciencia construido desde 1986
En 1947 cuando comenz¨® el proceso de colectivizaci¨®n de las tierras en Hungr¨ªa, tras la ocupaci¨®n del poder por el Partido de los Trabajadores H¨²ngaros, los agentes de agit-prop entrevistaban por la radio a campesinos previamente seleccionados, para que cantasen las alabanzas del sistema de explotaci¨®n colectiva de la tierra de los koljoses. Cuando le toc¨® el turno al t¨ªo F¨¦renc, les pregunt¨® a los agentes si lo que ¨¦l iba a decir se podr¨ªa escuchar en Budapest, y le dijeron que, por supuesto que s¨ª.?Y en Viena? "!Tambi¨¦n, t¨ªo F¨¦renc, en Viena tambi¨¦n". ?Y en Am¨¦rica?. "Tambi¨¦n en Am¨¦rica, t¨ªo F¨¦renc" Pues entonces, "?Socorro!" grit¨® el viejo campesino.
La atolondrada creaci¨®n del Ministerio de Ciencia e Innovaci¨®n en 2008 levant¨® ciertas alarmas dentro del sistema de I+D, tanto por el contenido mismo de las competencias del flamante artefacto, como por la falta de reflexi¨®n y sosiego con la que se llev¨® a cabo.
Aunque suenen parecidas, las pol¨ªticas de I+D y las de innovaci¨®n son tan diferentes que casi resultan ortog¨®nicas: las primeras son pol¨ªticas p¨²blicas de larga tradici¨®n y de protocolos bien establecidos, que los estados vienen desarrollando desde hace por lo menos unos 60 a?os; disponen de unos manuales de uso, utilizan unos indicadores de medici¨®n universalmente aceptados, emplean herramientas bien experimentadas y se dirigen a colectivos profesionales homog¨¦neos, frecuentemente pertenecientes al sector p¨²blico. Su finalidad es, simplemente, la de generar nuevos conocimientos. Las segundas, es decir, las pol¨ªticas de innovaci¨®n, son mucho m¨¢s recientes; se dirigen a unos colectivos mucho m¨¢s amplios, menos profesionalizados y m¨¢s difusos, mayoritariamente del sector empresarial, y no disponen de un aparato tan elaborado de indicadores, de toma de estad¨ªsticas, de manuales, de publicaciones o de interlocutores representativos. Su finalidad es introducir productos m¨¢s competitivos en el mercado.
As¨ª las cosas, el polinomio que trata de representar conjuntamente a la suma de las pol¨ªticas de investigaci¨®n y las de innovaci¨®n (I+D+i), en el fondo, no significa nada.
Tengo la impresi¨®n de que la materializaci¨®n ministerial del departamento responsable de la pol¨ªtica cient¨ªfica espa?ola est¨¢ gafado: los sucesivos intentos hasta ahora realizados han tenido una vida bastante azarosa y realmente ef¨ªmera y concretamente este ¨²ltimo intento de institucionalizar la gobernanza del sistema nacional de I+D, ahora con la i de innovaci¨®n, a saber, el MICINN, no pod¨ªa ser de otra manera: en sus tres a?os escasos de vida no ha dejado de realizar traslados de sede, cambios de altos cargos y toboganes presupuestarios de esos de arrancada de caballo y parada de burro; o sea, lo contrario de una pol¨ªtica racional, sensata y progresiva.
Es curioso, sin embargo, que el MICINN haya mantenido de manera coherente s¨®lo una l¨ªnea pol¨ªtica: la gradual fagocitaci¨®n que la i (de innovaci¨®n) ha ido haciendo de la I (de investigaci¨®n) y la D (de desarrollo).
La parte del ministerio responsable de la innovaci¨®n (empresarial), en efecto, ha ido ocupando espacios y presupuestos que antes ocupaba la investigaci¨®n y ello se ha ido reflejando en crecientes reequilibrios presupuestarios a favor de ella y en destituciones de quienes defend¨ªan la pol¨ªtica cient¨ªfica frente al tsunami innovador.
No se trata de guerras corporativas, ni de enfrentamientos de clanes que defienden intereses encontrados, sino de modelos distintos de sociedad, de pol¨ªticas diferentes y, en definitiva, de ideolog¨ªas no coincidentes.
En estas circunstancias, tras la destituci¨®n en su momento del secretario de Estado de investigaci¨®n y ante la ¨²ltima (por ahora) destituci¨®n fulminante del director general responsable del Plan Nacional de I+D, s¨®lo se me ocurre gritar como el t¨ªo F¨¦renc: ?Socorro! porque existe el riesgo de que lo que se hab¨ªa venido construyendo laboriosamente y con cierta fortuna desde, por lo menos, el a?o 1986, se desbarate atolondradamente en una legislatura, debido al cortoplacismo y a la miop¨ªa pol¨ªtica.
Javier L¨®pez Facal es profesor de investigaci¨®n del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC)
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