El poder m¨¢gico de los n¨²meros y el informe PISA
Cada tres a?os, la OCDE nos regala a los pa¨ªses que participan en el Informe PISA un retrato de c¨®mo estamos de salud educativa, espejo en el que mirarse para saber cu¨¢ntos vienen detr¨¢s o lo que a uno le falta para llegar a la cima de los mejores. ?Qui¨¦n no utiliza a los otros para valorarse a s¨ª mismo? Se discuten p¨²blicamente algunos datos (los m¨¢s gruesos), los medios suelen recoger las "malas calificaciones" en sus titulares, se produce el consiguiente encontronazo pol¨ªtico, pero todo pasa. Para lograr autoridad entre los patrocinadores, lectores, profesorado, etc. un informe que se precie en educaci¨®n debe ofrecer n¨²meros en la consideraci¨®n de los aspectos que trata y en las conclusiones a las que llega. Hoy estamos alejados de aquella literatura que daba un retrato global de los retos a abordar en los sistemas educativos, como por ejemplo el Informe Delors (La educaci¨®n encierra un tesoro). Ahora nos miden.
Parece que los n¨²meros guardan algo o mucho del haber estado ligados al universo de lo sagrado, a lo absoluto, seguro, ordenado y jerarquizado, a un signo de la perfecci¨®n; en suma, al orden. Pero tambi¨¦n al mundo misterioso que no comprendemos. ?C¨®mo explicar, si no, la identificaci¨®n de algunas personas con un n¨²mero, esperando de ¨¦l la suerte en sus vidas o el que las compa?¨ªas a¨¦reas suprimen la fila 13 en los asientos de los pasajeros? Los n¨²meros han sido investidos incluso de la capacidad de expresar y de construir conocimiento, de valorar a los seres humanos individual y colectivamente. Esas cualidades nos pueden hacer creer que otros modos de narrar lo que concebimos que es el mundo no dan la seguridad de aqu¨¦llos, a pesar de disponer de otras formas alternativas ya consolidadas de entender, en nuestro caso, la educaci¨®n.
Si algunos creemos que el ser humano no puede ser comprendido ni valorado por un n¨²mero (algo que hacen los tests o la calificaci¨®n final de una asignatura en el caso del alumno), m¨¢s dif¨ªcil nos resulta creer que todo un sistema lo sea por tres cifras. No tenemos seguridad si en el sistema sanitario, por ejemplo, existe alguna organizaci¨®n que se preocupe en jerarquizar a los pa¨ªses. PISA nos da una visi¨®n de c¨®mo los estudiantes elegidos por un determinado procedimiento (en el que se puede deslizar alguna picard¨ªa) reaccionan ante unas preguntas y ejercicios que realizan durante varias horas y de cuyo cumplimiento no esperan ninguna consecuencia personal. Nada m¨¢s. Si no responden bien es porque no han aprendido lo que se les exige hacer en esas pruebas, que es lo mismo que decir que no se les ha ense?ado, El diagnostico es as¨ª de sencillo y lo que corresponde hacer es bien evidente.
No demos rodeos. Despu¨¦s los datos se relacionar¨¢n con otras variables obteniendo los resultados, ya previsibles por quienes est¨¦n moderadamente enterados: que los centros difieren unos de otros, que los y las estudiantes procedentes de clases con m¨¢s estatus socioecon¨®mico obtienen mejores calificaciones, que hay diferencias internas en cada pa¨ªs...Se pueden hacer otros muchos tipos de evaluaci¨®n del sistema, con otras preguntas y otros procedimientos. Aprovechemos del PISA solamente lo que es aprovechable, no para flagelarnos, sino para abordar pol¨ªticas educativas que incidan en la ra¨ªz del problema, Es decir en el qu¨¦ se aprende y qu¨¦ y c¨®mo se ense?a, con los datos del PISA y los de otros diagn¨®sticos ya sabidos.
No nos conformemos con decir que, si bien debemos mejorar en lectura, matem¨¢ticas o ciencias (hay que mejorar en todo), nos compensa el saber que nuestro pa¨ªs se sit¨²a en los mejores puestos en equidad, exactamente en segunda posici¨®n, detr¨¢s de la envidiada Finlandia.. Es decir, nuestro sistema ser¨ªa uno de los m¨¢s justos. Lo cual nos inquieta y nos vuelve a recordar la magia de los n¨²meros.
Ese razonamiento se apoya b¨¢sicamente en una medida estad¨ªstica de la variabilidad del conjunto de valores de las muestras de cada pa¨ªs respecto de su media. Para explicar la mayor homogeneidad estad¨ªstica a partir de la que obtenemos esa buena calificaci¨®n, observemos que, dividiendo en cinco grupos el listado de pa¨ªses, ordenados seg¨²n las puntuaciones que cada uno obtiene en lectura, matem¨¢ticas y ciencias, apreciamos que Espa?a est¨¢ en el grupo del centro en los tres casos. La distribuci¨®n de las calificaciones de los pa¨ªses que ofrece PISA da una variabilidad mayor en los extremos del listado de todos ellos.
?No es una equidad ficticia y aparente, cuando la realidad nos muestra otras caras bien conocidas que contradicen la buena posici¨®n de nuestro pa¨ªs?. Veamos algunas..
De poco nos sirve constatar, a efectos pr¨¢cticos, para tranquilizarnos, que la Comunidad de Madrid o el Pa¨ªs Vasco se puedan comparar en nivel con los mejores del listado Nos debe importar (es un ejemplo) la equidad entre Catalu?a y Murcia como reto. Hablando de justicia, convine recordar que la demarcaci¨®n para ejercer y reclamar el derecho a la educaci¨®n en condiciones de igualdad, el territorio para la compensaci¨®n, la solidaridad y la detentaci¨®n de la responsabilidad ¨¦tica y pol¨ªtica de corregir las desigualdades en la educaci¨®n corresponde a los Estados.
Evitemos que se oculte el que entre distintos territorios de Espa?a se producen agudas desigualdades que llegan a alcanzar hasta 109 puntos en lectura (Las diferentes Comunidades oscilan entre 503 y 399 puntos). Distancias semejantes se producen en matem¨¢ticas (105) y en ciencias (110). ?Es equidad el que un territorio se distinga de otros por tama?as distancias?
?C¨®mo aceptar el discurso que se nos propone de la equidad, cuando PISA reitera ?porque no es nada nuevo? que en la ense?anza privada se tienen m¨¢s altas puntuaciones que en la p¨²blica por la desigualdad en los indicadores de bienestar econ¨®mico, social y cultural de quienes asisten a uno y otro sistema? Si nuestro pa¨ªs, al estar a la cabeza en al proporci¨®n de ense?anza privada, ser¨¢ uno de los que m¨¢s falta de equidad acumula.
?C¨®mo clasificar a nuestro sistema entre los m¨¢s equitativos, cuando tiene un ¨ªndice de abandono de los m¨¢s altos, considerando que la "deserci¨®n" afecta m¨¢s a los territorios con puntuaciones m¨¢s bajas en el informe PISA?
Es preocupante la escasa reacci¨®n ante planteamientos que en nombre de una visi¨®n t¨¦cnicamente bien presentada nos hace perder de vista el debate acerca de la cultura que se imparte en nuestros centros. A eso nos debe estimular PISA, a ver ?m¨¢s all¨¢ de los aprendizajes que sus planteamientos abarcan? que sus pruebas apuntan a otro tipo de ense?anza. Querremos que se desarrolle una pol¨ªtica que no haga cierta aquella afirmaci¨®n de Ortega:
"Si un pueblo es pol¨ªticamente vil, es vano esperar nada de la escuela m¨¢s perfecta. S¨®lo cabe entonces la escuela de minor¨ªas que viven aparte y contra el resto del pa¨ªs".
Jos¨¦ Gimeno Sacrist¨¢n es catedr¨¢tico de Did¨¢ctica de la Universidad de Valencia.
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