"No me un¨ª al Ej¨¦rcito libio para prestar servicios sexuales"
Suele andar por el cuartel con el pelo color caoba suelto y perfectamente moldeado, subida en unos alt¨ªsimos tacones. Pero hoy lleva un hiyab de color verde a juego con el uniforme y la m¨¢scara de pesta?as, con los labios levemente coloreados. "A veces me pongo el pa?uelo para trabajar porque me resulta m¨¢s c¨®modo", se?ala. Naima Rifi es oficial del Ej¨¦rcito de Muamar el Gadafi desde 1986. Tiene 46 a?os, dos hijos y una nieta. Y est¨¢ "orgullosa de ser leal a su pueblo" en el lado de los opositores al r¨¦gimen.
La decisi¨®n no fue f¨¢cil, apunta, pero "hab¨ªa que tomarla". "Nuestro juramento es de lealtad a nuestro pa¨ªs y nuestro pa¨ªs es el pueblo", afirma la comandante. "El Ej¨¦rcito no cambi¨® de bando, la que cambi¨® fue la autoridad", a?ade. Cuando supo que en Bengasi, la capital del este del pa¨ªs, estaban masacrando a la poblaci¨®n civil no tuvo "mucho que pensar". Se uni¨® al general Suleim¨¢n Mahmud, que comanda las tropas en la zona, en su oposici¨®n a Gadafi. Rifi es consciente de que al hacerlo pon¨ªa una soga en torno a su cuello, pero no cree que su vida valga m¨¢s "que las de los que cayeron por pedir libertad y democracia", apostilla. Lo mismo que ella exige para sus hijos y sus nietos.
La comandante ofrece una imagen muy diferente de la guardia personal de amazonas que rodea al coronel Gadafi. Seria, disciplinada, femenina y profesional. No exenta de coqueter¨ªa cuando estira su guerrera para que no haga bolsas durante la sesi¨®n de fotos. "Hemos o¨ªdo esas historias sobre v¨ªrgenes entrenadas en el uso de las armas a las que ¨¦l prueba personalmente", cuenta frunciendo el ce?o. "No tenemos pruebas, pero somos muy conscientes de que el acoso y los abusos son frecuentes en el ¨¢mbito militar y no siempre son denunciados", relata Rifi. "Pero yo no me hice militar para ofrecer servicios sexuales", sentencia.
La comandante es operadora de comunicaciones, un hacha en palabras de sus compa?eras resolviendo cualquier contencioso, y estos d¨ªas se ocupa de mantener la l¨ªnea abierta con el frente. Destaca que muchos de sus compa?eros varones las han ayudado a integrarse, y que en la actualidad est¨¢n plenamente incorporadas en todo el escalaf¨®n militar. Algo que ha supuesto al mismo tiempo que su trabajo sea respetado. "Desde que se inici¨® la revoluci¨®n en 1969, Gadafi nos empuj¨® a luchar por nuestra liberaci¨®n. Diez a?os m¨¢s tarde nos incorporamos a la milicia y creo que hemos ido avanzando en igualdad", afirma. Mientras por su parte no hab¨ªa ning¨²n antecedente de soldados en la familia, su hijo mayor, que ya es padre de una ni?a, Amina, dice orgullosa, sigui¨® sus pasos y es ya oficial en el destacamento de Bengasi.
"Desempe?amos las mismas funciones y el n¨²mero de mujeres es cada vez mayor", explica, aunque no se atreve a aventurar un porcentaje. Por eso los malos tiempos tambi¨¦n llegaron para todos. "Gadafi destruy¨® nuestro Ej¨¦rcito y lo convirti¨® en milicias porque tem¨ªa que alg¨²n d¨ªa pasar¨ªa lo que est¨¢ ocurriendo ahora: que nos volvi¨¦ramos contra ¨¦l". Mientras habla, la comandante sonr¨ªe y gesticula con las manos, grandes y de apret¨®n firme."Quer¨ªa asegurarse la lealtad a sus hijos y fue diluy¨¦ndonos hasta que no qued¨® un Ejercito de verdad sino una panda de mercenarios y destacamentos aislados", asegura. Tambi¨¦n se perdi¨® el contacto con el exterior. "Al principio viaj¨¢bamos al extranjero o recib¨ªamos a oficiales de otros pa¨ªses con los que intercambi¨¢bamos conocimientos, pero eso termin¨® hace mucho tiempo", lamenta Rifi. "Terminamos mir¨¢ndonos solo a nosotros mismos y olvidamos que es necesario tener otras perspectivas", considera. "Neg¨® a la Armada y la gente perdi¨® la confianza", concluye la oficial golpeando con el pu?o su pierna. Sin embargo, Rifi no ver¨ªa con buenos ojos una intervenci¨®n extranjera en el conflicto actual. "En mi opini¨®n, deslegitimar¨ªa las demandas del pueblo libio, pero no es mi responsabilidad tomar esa decisi¨®n", argumenta.
"Creo que si la revoluci¨®n triunfa lograremos un reparto m¨¢s equitativo de la riqueza, una mejor educaci¨®n para nuestros hijos... Hasta ahora solo los amigos de Gadafi, los m¨¢s cercanos al r¨¦gimen, se beneficiaban", a?ade la comandante. Rifi considera que tambi¨¦n para las mujeres las cosas cambiar¨¢n. "Habr¨¢ m¨¢s libertad, trabajo, educaci¨®n de calidad para nuestros hijos", asegura. Sue?a que su nieta podr¨¢ viajar, conocer otros pa¨ªses y ser una mujer de ¨¦xito. Solo lamenta que no podr¨¢ recordar el momento en que su abuela acudi¨® a la plaza de Tobruk "para unirse a la revoluci¨®n".
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