Revolucionarias s¨ª, pero sin poder
Las mujeres participan en las movilizaciones democr¨¢ticas de los pa¨ªses ¨¢rabes - ?Van a estar presentes en la nueva configuraci¨®n del poder?
Las revueltas populares en el mundo ¨¢rabe han dado paso a una nueva era democratizadora en la regi¨®n. No hay vuelta atr¨¢s, coinciden estos d¨ªas la gran mayor¨ªa de los expertos. Lo que no est¨¢ tan claro es si en el futuro traslado de poder de dictadores eternos al pueblo, participar¨¢n tambi¨¦n las mujeres, comienzan a preguntarse algunas feministas ¨¢rabes. Otras conf¨ªan, sin embargo, en que el impulso revolucionario propiciar¨¢ cambios culturales capaces de poner fin al cuasi monopolio masculino del poder en muchos pa¨ªses ¨¢rabes.
"Nos dicen que no es momento de hablar de los derechos de la mujer, pero es precisamente ahora cuando tenemos que trabajar m¨¢s que nunca. Hombres y mujeres hemos luchado codo con codo para acabar con el r¨¦gimen de Mubarak, pero ya hemos empezado a ver que cuando llega el momento de la toma de decisiones pol¨ªticas son ellos los que deciden por nosotras", sostiene Nihad Abul Qomsan, abogada y presidenta del Centro Egipcio para los Derechos de la Mujer.
La educaci¨®n, sobre todo en las nuevas generaciones, no suele ser problema
Las expertas alertan del avance de las corrientes religiosas m¨¢s conservadoras
Abul Qomsan hace alusi¨®n a la famosa foto de la reuni¨®n del entonces vicepresidente egipcio Omar Suleim¨¢n con el llamado consejo de sabios -acad¨¦micos, empresarios e intelectuales- que deb¨ªan discutir el camino hacia la transici¨®n democr¨¢tica poco antes de caer Mubarak. En aquella gran sala hab¨ªa 27 sabios y solo una sabia. D¨ªas despu¨¦s, el nuevo Gobierno militar egipcio seleccion¨® a un grupo de siete expertos legales para enmendar la Constituci¨®n. Todos ellos son hombres.
A mujeres como Abul Qosam, la experiencia y el profundo conocimiento de su sociedad les impide compartir plenamente el entusiasmo revolucionario. "La revoluci¨®n pol¨ªtica es fundamental, pero para que la participaci¨®n de las mujeres en los futuros Gobiernos no sea puramente cosm¨¦tica hace falta una verdadera revoluci¨®n social y cultural", dice Shahida el Baz, directora del centro de investigaci¨®n ¨¢rabe y africano con sede en El Cairo. Ella es de las que, pese a los temores, piensa que con la revoluci¨®n pol¨ªtica llegar¨¢n tambi¨¦n los cambios sociales. "La liberaci¨®n de los hombres est¨¢ ¨ªntimamente ligada a la de las mujeres. Durante una revoluci¨®n, la gente se transforma por el camino", piensa El Baz.
Pero tanto unas como otras creen que la democracia por s¨ª sola no bastar¨¢ para dar un vuelco a la situaci¨®n en la que se encuentra la mujer en el mundo ¨¢rabe. Una situaci¨®n, dicen las expertas consultadas, que es consecuencia de la falta de libertades, pero tambi¨¦n de las pr¨¢cticas culturales y del avance de las corrientes religiosas m¨¢s conservadoras. Los datos regionales ofrecen un panorama desalentador. Los indicadores en relaci¨®n con el empleo, la participaci¨®n pol¨ªtica o las diferencias salariales, sit¨²an a las mujeres ¨¢rabes a la cola, comparadas con otras regiones del mundo.
"El problema es que hay muchos hombres que ni siquiera entienden por qu¨¦ las mujeres quieren participar en pol¨ªtica. Ellos est¨¢n convencidos de que son capaces de gobernar para el bien de la mujer", explica Dena Assaf, directora regional del programa de Naciones Unidas para la mujer, con sede en Jordania.
Los ¨²ltimos datos de la Uni¨®n Interparlamentaria muestran, por ejemplo, que los pa¨ªses ¨¢rabes son la regi¨®n del mundo donde las mujeres tienen menor representaci¨®n parlamentaria. Un 12,5% a finales de 2010, frente a un 21,9% en Europa.
Las diferencias por pa¨ªses dentro del mundo ¨¢rabe son, sin embargo, enormes. No es lo mismo por ejemplo Kuwait, donde las mujeres tuvieron que esperar hasta 2005 para obtener el derecho a votar y a ser elegidas, que T¨²nez, donde votan desde 1956.
La educaci¨®n, sobre todo en las nuevas generaciones no suele ser el problema. Las mujeres ¨¢rabes llenan las aulas de las universidades y en algunos pa¨ªses incluso superan al n¨²mero de estudiantes masculinos. De media, el 59,4% de las mujeres ¨¢rabes han recibido una educaci¨®n formal, seg¨²n el ¨²ltimo Informe de desarrollo humano del mundo ¨¢rabe elaborado por Naciones Unidas, que destaca tambi¨¦n abismales diferencias entre pa¨ªses. Mientras en Marruecos, por ejemplo, algo m¨¢s del 60% de las mujeres son analfabetas, en Jordania esa cifra cae hasta el 13% y en Kuwait al 9%.
Diferencias nacionales aparte, son muchas las mujeres que tienen formaci¨®n y determinaci¨®n para participar en la vida pol¨ªtica y econ¨®mica del pa¨ªs, como ha quedado claro en las ¨²ltimas semanas. Las hemos visto en la calle gritando, alzando pancartas, organizando protestas en Internet y escapando de las balas. El problema es que sus capacidades no se reflejan en unos mercados laborales que siguen primando a los hombres y en los que la conciliaci¨®n con la vida familiar es un concepto casi marciano. Las cifras de nuevo son desoladoras. Revelan que el mundo ¨¢rabe es la regi¨®n del mundo donde menos mujeres participan en el mercado laboral, solo un 28%, seg¨²n los datos de la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo.
Las mujeres se quejan en las encuestas de que se las excluye de las redes informales extralaborales -ya sea en caf¨¦s, clubs, o eventos para hombres- y que precisamente ese constituye uno de los mayores obst¨¢culos a la hora de ascender en la una escalera laboral que tiende a dejar de lado la meritocracia. Son problemas muy similares a los de otras partes del mundo, incluido Occidente, solo que en el caso de los pa¨ªses ¨¢rabes algunos de los problemas son m¨¢s acentuados.
Explican las expertas que la combinaci¨®n de, por un lado, un contexto cultural que favorece que la mujer se dedique en exclusiva al cuidado de la familia, y por otro, una situaci¨®n econ¨®mica precaria con altos ¨ªndices de desempleo, es nefasta para las mujeres. Los datos de Naciones Unidas hablan tambi¨¦n de diferencias salariares de la mitad o hasta de un tercio del salario de los hombres. Indican que la inmensa mayor¨ªa de las mujeres trabaja en el sector de servicios o en la agricultura, a diferencia de los hombres, que lo suelen hacer en la industria.
Las normas sociales no escritas sobre qu¨¦ se espera de una mujer o qu¨¦ debe hacer o qu¨¦ no, son tambi¨¦n con frecuencia las culpables de muchas de las limitaciones que sufren las mujeres para participar en pol¨ªtica o en el mundo empresarial. La libertad por ejemplo para muchas mujeres para viajar solas, o para alojarse en un hotel es reducida o inexistente. En muchos lugares del mundo ¨¢rabe, si una mujer sufriera un abuso sexual, el honor de toda la gran familia quedar¨ªa da?ado, as¨ª que cualquier precauci¨®n -incluso si eso supone no viajar sola- es poca con tal de prevenir un mal considerado mayor.
No faltan feministas ¨¢rabes que culpan al auge del islamismo m¨¢s conservador de unas restricciones que en muchos pa¨ªses no han hecho sino ir a m¨¢s en la ¨²ltima d¨¦cada. "Las voces islamistas m¨¢s tradicionales cada vez se escuchan con m¨¢s fuerza. Antes era cosa de unos expertos que hablaban en voz baja. Ahora forman parte de redes multinacionales" sostiene Soukeina Bouraoui, directora del centro para la investigaci¨®n y formaci¨®n de las mujeres ¨¢rabes con sede en T¨²nez. Bouraoui, como muchos otros expertos, cree que el despertar islamista se ha visto favorecido por Gobiernos como el egipcio, que pese a no permitirles la participaci¨®n pol¨ªtica, los necesitaba como amenaza para justificar su permanencia en el poder con vistas a Occidente y de alguna manera los alimentaba.
La pol¨ªtica occidental en la zona -apoyo incondicional a Israel, guerra de Irak...- tambi¨¦n tiene su parte de culpa de que el feminismo no se vea con buenos ojos en la regi¨®n, seg¨²n esta abogada tunecina. "Hablar de derechos de la mujer est¨¢ mal visto, porque en seguida te acusan de ser prooccidental", asegura.
Bouraoui tiene claro que despu¨¦s de la revoluci¨®n vendr¨¢ la lucha de los grupos pol¨ªticos por hacerse con el poder. Los m¨¢s fuertes triunfar¨¢n, "y le puedo asegurar que no ser¨¢n precisamente las mujeres laicas", piensa. "Las elecciones son dinero y las ganan los que m¨¢s tienen. ?Sabe cu¨¢ntos millones reciben los islamistas del extranjero? Ellos cuentan con un apoyo multinacional. Si los europeos quieren una verdadera democracia igualitaria, tendr¨¢n que apoyarnos como hicieron con Espa?a. Aqu¨ª lo que hace falta es un plan Marshall", asegura.
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