As¨ª funcionaba la secta sexual del karateca
Fernando Torres Baena corrompi¨® a alumnos en su escuela de k¨¢rate, en Gran Canaria, pero no a todos: los buscaba menores (de nueve a 13 a?os) y f¨ªsicamente agraciados. Apoyado por sus mujeres, formaba 'familias' que se reg¨ªan por el lema de "aqu¨ª, todos con todos y yo con todos"
En la escuela de k¨¢rate de Fernando Torres Baena no se corromp¨ªa a todos los alumnos. S¨®lo a los elegidos. El director los seleccionaba en funci¨®n de su belleza y aptitudes f¨ªsicas . Los preferidos pasaban a formar parte de su "familia", que ¨¦l controlaba de forma autoritaria dirigiendo cada uno de los actos de sus miembros. A lo largo de m¨¢s de 30 a?os de trayectoria profesional cre¨® varias. Eran familias perecederas. Cuando los alumnos crec¨ªan, salvo que pasaran a formar parte de la cadena de mando, eran reemplazados por chicos m¨¢s j¨®venes. La maquinaria de manipulaci¨®n volv¨ªa entonces a empezar. Los testigos y v¨ªctimas que han declarado en el proceso judicial del caso del k¨¢rate coinciden en su versi¨®n de lo que ocurr¨ªa dentro de esta secta sexual y deportiva en Gran Canaria. Muchos de ellos ni se conocen entre s¨ª porque pertenecieron a diferentes grupos. A algunos les separan 25 a?os de diferencia. S¨®lo una persona ha estado en todos ellos: el propio Torres Baena, de 53 a?os, autoerigido como pater familias absoluto, el l¨ªder.
Los que no eran elegidos como miembros de la familia ve¨ªan una escuela de k¨¢rate normal. Lo ¨²nico visible para todos era que alumnos y monitores se mostraban muy cari?osos entre s¨ª y que el saludo habitual era un beso en la boca. Pero s¨®lo los preferidos llegaban a conocer el trasunto oscuro del gimnasio. "S¨®lo se interesaba por los que eran f¨ªsicamente agraciados tanto de cara como de cuerpo, especialmente entre los nueve y los 13 a?os, que es cuando comienzan a competir", asegura uno de los denunciantes. Dejaba de lado a los menos agraciados, aunque si ten¨ªan cualidades pod¨ªan participar en los campeonatos.
El karateca invitaba a sus ni?os a su casa de la playa de Vargas, en Ag¨¹imes . Iban all¨ª en vacaciones y los fines de semana con la excusa de hacer entrenamientos intensivos. Pero no s¨®lo se entrenaba. Los chicos limpiaban la casa por dentro, arreglaban el jard¨ªn, iban a la playa juntos..., como si efectivamente fueran una gran familia que trabajaba unida en todas las labores del hogar. Era parte del entrenamiento, como el sexo, que ped¨ªa a los alumnos porque la familia "ten¨ªa que conocerse en todos sus aspectos" y porque de esta forma se potenciaba "todo lo que conlleva la vida deportiva y el k¨¢rate". Lo que hab¨ªa de fondo, seg¨²n ¨¦l les explicaba, era "amor". Y disciplina. ?l lo controlaba todo: hac¨ªa cuadrantes ordenando qui¨¦n deb¨ªa acostarse con qui¨¦n cada noche. La regla general, seg¨²n un menor, era ¨¦sta: "Aqu¨ª todos con todos y yo con todos". El que se absten¨ªa, era reprendido.
No se ejerc¨ªa violencia f¨ªsica sobre los menores, seg¨²n desvela un sumario judicial en el que aparecen declaraciones de 55 presuntas v¨ªctimas. Los ni?os iban asimilando poco a poco el estilo de vida que a Torres Baena le gustaba; les convenc¨ªa de que el sexo era algo "normal". Las relaciones con los ni?os no eran "forzadas de forma expl¨ªcita", seg¨²n explic¨® al juez de Las Palmas que lleva el caso una mujer que ahora est¨¢ en la treintena y que a los 13, reci¨¦n llegada a la escuela, recibi¨® la buena noticia de que "formar¨ªa parte de la peque?a familia de elegidos". Dice que no puede explicar muy bien c¨®mo funcionaba el mecanismo de control, pero que "hab¨ªa una manipulaci¨®n por parte de Fernando" en la que todos ca¨ªan.
Otra mujer de esa ¨¦poca, de esa familia ya antigua, explic¨® al juez c¨®mo Torres Baena iba introduciendo a los chicos en su filosof¨ªa vital. Les dec¨ªa que la relaci¨®n de pareja que ten¨ªan sus padres no era "lo que se llevaba", que era de "desfasados" y que "no pod¨ªan estar cerrados porque les iba a apartar de muchas cosas". Alababa sus habilidades deportivas y les hac¨ªa promesas sobre su futuro en el k¨¢rate. "Le gustan sobre todo los ni?os m¨¢s peque?os, entre los nueve y los 13 a?os", relata uno de los denunciantes. "Es cuando empiezan a competir y puede engatusarlos".
Los preferidos recib¨ªan un "seguimiento especial", y el profesor les pon¨ªa ejemplos de deportistas que hab¨ªan triunfado gracias a que le hab¨ªan hecho caso en todo. Por el contrario, los que no obedec¨ªan fracasaban. Con ni?os en edades muy influenciables y con ganas de triunfar, sol¨ªa funcionar. Si se negaban a hacer algo, aparec¨ªa el chantaje emocional: les convenc¨ªa de que eran ingratos con quien les estaba dando todo y que le "destrozaban" con su actitud rebelde.
Sabe c¨®mo hacer da?o cuando no le obedecen", asegura una joven. "Es manipulador y no tiene escr¨²pulos", dice otra
A una chica le dijo que la vida que llevaban en la playa de Vargas era "totalmente diferente a la exterior", que eran todos "una familia" y que deb¨ªan luchar "por lo que all¨ª se pod¨ªa conseguir". "Fernando tiene poder de persuasi¨®n y capacidad de controlarte psicol¨®gicamente, y desde que nota que empiezas a dudar y a flaquear comienza a hablar y finalmente a convencerte para que vayas a su redil de nuevo", declar¨® esta joven ante el juez y la polic¨ªa. "No sab¨ªa c¨®mo salir de todo esto".
?sa era la parte m¨¢s suave de la manipulaci¨®n. Hab¨ªa otra m¨¢s agresiva. Torres Baena ten¨ªa poder. En los ¨²ltimos tiempos era el presidente de la Federaci¨®n Gran Canaria de K¨¢rate y director de I+D de la federaci¨®n espa?ola. Los alumnos sab¨ªan, y as¨ª lo dejaba claro ¨¦l, que si se pon¨ªan en su contra no iban a ser admitidos en ning¨²n gimnasio y no podr¨ªan hacer nada en ese mundo. Un alumno le atribuye esta frase: "Si quieres marcharte, m¨¢rchate, pero ya puedes ir olvid¨¢ndote del k¨¢rate".
Una de las chicas que ha declarado, de casi 30 a?os, acab¨® aterrorizada por Fernando. Empez¨® a tener una relaci¨®n con alguien ajeno al grupo y tuvo verdaderos problemas porque "eso no se pod¨ªa consentir". Una de las formas de lograr el control era precisamente aislar a los menores; alejarlos de sus familias reales y de sus amigos de forma que, en un momento dado, todo lo que eran se lo deb¨ªan a Fernando y al grupo de la playa de Vargas.
"Cualquiera que quisiera salirse de lo establecido por ¨¦l ten¨ªa bronca asegurada", declar¨® la mujer. A ella le amenaz¨® con echarla del club; le dijo que le har¨ªa la vida imposible, que ¨¦l se encargar¨ªa de que no volviese a competir jam¨¢s. La karateca rebelde se envalenton¨® y le dijo que le contar¨ªa todo a la polic¨ªa. ?l, seg¨²n su relato, respondi¨® que "llevaba haciendo el mismo tipo de vida desde hac¨ªa 35 a?os" y que siempre "hab¨ªa hecho lo que hab¨ªa querido".
Las broncas, al parecer, eran todo lo largas que fuera necesario para doblegar la voluntad de los menores. Pod¨ªan durar hasta tres o cuatro horas. "Sabe c¨®mo hacer da?o cuando no le obedecen", asegura una joven. "Es manipulador y no tiene escr¨²pulos", afirma otra. "Se interesaba por la vida personal de los chicos como si tratara de averiguar el punto flaco de cada uno", corrobora un alumno.
La historia de sus familias ficticias viene de tiempo atr¨¢s. Se cas¨® con su primera mujer, Edith, cuando ella ten¨ªa apenas 16 a?os. ?l ten¨ªa 24. Un a?o antes, en 1979, se hab¨ªa proclamado campe¨®n de Espa?a de k¨¢rate en la modalidad kumit¨¦. En 1981 fund¨® su escuela e inici¨® a su mujer en la pr¨¢ctica del sexo con otras parejas, hombres y mujeres. Mientras tanto tuvieron una primera hija.
Torres Baena form¨® en esa ¨¦poca una primera familia con alumnos de su escuela, de 13 y 14 a?os, a los que llevaba a la playa de Vargas. Edith, separada desde el a?o 1994 de Fernando, ha reconocido ante el juez los abusos durante esa primera ¨¦poca, en los que ella tambi¨¦n particip¨® porque suced¨ªan "dentro de una forma de vida a la que le hab¨ªa entrenado Fernando". Su marido le explicaba que no pod¨ªa ser feliz "sin montar la familia que quer¨ªa", afirma la mujer. Uno de los menores que visitaban la playa de Vargas se hizo novio de su hija mayor.
Edith dice que est¨¢ segura de que Fernando no ha tenido relaciones con sus propios hijos (tres), ni los ha involucrado en sesiones de sexo en grupo, lo que contradice las declaraciones de muchos denunciantes. Los tres hijos de la pareja tambi¨¦n lo han negado.
Uno de los chicos que empez¨® a aparecer por la playa de Vargas fue Juan Luis B., ahora tambi¨¦n imputado a sus 37 a?os. Con 14 ya estaba en la escuela, manteniendo relaciones sexuales con mayores y menores y con el propio Fernando, seg¨²n la versi¨®n de Edith (que admite haberse acostado con ¨¦l cuando era menor). De mayor pas¨® a convertirse en uno de los l¨ªderes.
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