El le¨®n se extingue
Apenas quedan 20.000 leones en libertad, solo 4.000 de ellos machos Los naturalistas Dereck y Beverly Joubert lanzan una campa?a para salvarlos
Pocas experiencias hay tan impresionantes como o¨ªr el rugido de un le¨®n en la inmensa noche africana. Ese sonido que parece brotar de las entra?as mismas de la naturaleza y llenarlo todo es la quintaesencia de ?frica. Como lo es la melena del gran depredador. S¨ªmbolo regio por excelencia, encarnaci¨®n del poder, imagen de la fuerza, el le¨®n parece inmortal y eterno. Y sin embargo se encuentra en una situaci¨®n de peligrosa vulnerabilidad, en el l¨ªmite incluso de la extinci¨®n. "Aunque muchos lo consideren imposible, tenemos que empezar a pensar en un ?frica sin leones muy pronto", advierte Dereck Joubert, una de las personas del mundo que mejor conoce a esos felinos. "Si no ponemos remedio inmediatamente, van a desaparecer, y r¨¢pido, en 10 o 15 a?os".
?Qu¨¦ amenaza al rey de la selva? "Cinco cosas: el hombre, el hombre, el hombre, el hombre y el hombre", recalca con ferocidad el naturalista. En su opini¨®n, bastar¨ªa con 50 millones de d¨®lares - "un precio barato"- para salvar al gran icono de ?frica, del que apenas quedan 20.000 ejemplares, tras ver reducida su poblaci¨®n en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas en un 50 %. Hace medio siglo hab¨ªa 400.000. Pueden parecer muchos esos 20.000, sobre todo si piensas en los devoradores de hombres del Tsavo o de Wangingombe, o si has visto alguno muy cerca. Pero, se?ala Joubert, solo unos 4.000 son machos. Y, sin contar con los que masacran los furtivos, se cazan con licencia 600 de ellos al a?o, para trofeos, lo que provoca un declive imparable en las manadas, organizadas segun un esquema familiar.
Dereck y su mujer, Beverly Joubert, sudafricanos, llevan casi treinta a?os filmando leones e investigando su comportamiento en los grandes parajes del continente, sobre todo en Botsuana y Kenia. Exploradores en residencia de National Geographic, son autores de 22 filmes y diez libros, adem¨¢s de diversos art¨ªculos cient¨ªficos y numerosos reportajes. Saben de leones. Quien firma este reportaje los ha visto desde su mismo todoterreno rastreando a los felinos en la sabana en emocionantes jornadas de garra y colmillo. Una vez, Dereck filmaba tan cerca de una cacer¨ªa que se manch¨® de sangre; nunca ha sabido, dice, si quien pas¨® roz¨¢ndolo mientras miraba por el objetivo ensimismado fue el b¨²falo o, ?Dios santo!, el propio depredador.
Hoy no estamos en los predios del le¨®n, ni se recortan en el inacabable horizonte las manadas infinitas de sus presas. Esto es Par¨ªs, no hay m¨¢s leones que los de bronce que adornan algunas plazas o los de los relieves asirios del Louvre. Los Joubert han dejado sus escenarios salvajes para encender desde aqu¨ª la luz roja de advertencia sobre el terrible destino de las fieras.
Beverly viste chic aunque conserva su sombrero. A Dereck se le nota m¨¢s inc¨®modo, a lo Cocodrilo Dundee en la ciudad. A su paso por el boulevard Saint Germain la gente se gira sin saber bien si se han cruzado con una versi¨®n asilvestrada de Karl Lagerfeld o con Buffalo Bill, regresado a la capital francesa con su Wild West Show m¨¢s de un siglo despu¨¦s. La otra noche se proyect¨® en primicia en la Biblioteca Nacional de Francia el extraordinario filme de los Joubert Los ¨²ltimos leones, acerca de una hembra, bautizada Ma di Tau ("madre de leones", en tsuana) que lucha por la supervivencia en Duba, una isla en los pantanos del Okavango, en Botsuana, como una met¨¢fora de su especie. Es una pel¨ªcula de enorme dramatismo, con im¨¢genes de los leones cazando en el agua y narrada en tono ¨¦pico por Jeremy Irons -parad¨®jicamente la voz de Scar, el le¨®n malo en El rey le¨®n-. La emite ma?ana lunes a las 18.00 Nat Geo Wild (dial 130 de Canal +) y la siguen cada d¨ªa hasta el domingo otras producciones sobre leopardos, pumas, jaguares, tigres, guepardos y la pantera nebulosa: una semana de fieras. El filme, acompa?ado por un libro, sirve de reclamo de la iniciativa Big Cats lanzada por los Joubert para tratar de salvar a los leones y a otros grandes felinos en peligro de extinci¨®n (incluye una campa?a en Internet).
Sentados en un caf¨¦, les se?alo a los Jou-bert si no les parecen muy crueles algunas escenas de su pel¨ªcula -como la del cachorro de le¨®n arrastr¨¢ndose con la espalda rota o la del b¨²falo con el befo colgando tras un mordisco-. "La naturaleza es indiferente, no cruel", salta Beverly. "No hay maldad en la naturaleza, solo en el hombre". Para amansar a los dos naturalistas les pregunto de qu¨¦ le sirve la melena al le¨®n. Apunto que el gran George B. Schaller, autor del estudio definitivo sobre los leones (The Serengeti lion, 1972, un voluminoso tomo que llevo conmigo para impresionarlos), considera que puede ser un elemento de protecci¨®n. "Hay muchas teor¨ªas, defensa, temperatura", responde Dereck mes¨¢ndose su propia melena. "Mi opini¨®n es que la usan como bandera, para que los reconozcan los dem¨¢s". El especialista en leones alaba a Schaller (del que Alta?r ha publicado unos relatos memorial¨ªsticos maravillosos en Un naturalista y otras bestias) y su trabajo: "Nos conocemos y nos carteamos, es un gran zo¨®logo, inteligente y humilde, le consultamos muchas cosas; coincide con nosotros en el declive del le¨®n, como todos los expertos". La lectura de The Serengeti lion confirma muchas de las cosas que aparecen en el filme: abundan los leones tuertos, como Silver Eye, la infanticida y acerba rival de Ma di tau. Y la mortandad de cachorros es verdaderamente espeluznante (m¨¢s del 67 %).
El proyecto Big Cat exige que se proh¨ªba ya cazar leones, igual que ha sido prohibido cazar tigres
Los Joubert subrayan que hoy existe un consenso absoluto entre los cient¨ªficos sobre que los leones est¨¢n cerca de la extinci¨®n. Sin embargo, recuerdan, se los puede seguir cazando legalmente en Tanzania, Zambia, Namibia, Zimbabwe y Sud¨¢frica. Otros pa¨ªses permiten la caza con restricciones y en otros no hay protecci¨®n legal alguna. Son muy pocos los que han prohibido completamente cazarlos. La presi¨®n de los cazadores occidentales que pagan -y mucho- por su trofeo es tan grave, seg¨²n los naturalistas, como la de los furtivos. "El le¨®n es el ¨²nico felino realmente social y cuando matas a uno toda la manada se resiente", indican. "Hemos calculado que por un le¨®n cazado puedes perder veinte. Llevarte un le¨®n para colgarlo en la pared supone una tragedia colectiva. Pero no hay forma de que lo comprendan los cazadores, especialmente en los EE UU. Muchos se creen Hemingway". Hay que ver el da?o que ha hecho Verdes colinas de ?frica, apunto. "No se dan cuenta de que los tiempos han cambiado. Cazar un le¨®n cuando se est¨¢n extinguiendo ya no es un deporte cool".
Dereck no entiende como muchos cazadores que afirman amar la naturaleza son capaces de matar a un le¨®n. "Es inconcebible, dicen 'qu¨¦ hermoso', y le disparan, as¨ª, sin ning¨²n remordimiento. Con una mirada que es dif¨ªcil sostener si no eres un le¨®n, me reprocha como si yo esgrimiera un rifle .375 H&H y no un boli: "Hay muchos espa?oles en la caza mayor".
?No est¨¢ peor el tigre? "Quedan menos, efectivamente. Unos tres mil en estado salvaje. Pero desde el punto de vista de la conservaci¨®n no es lo mismo perder un tigre que un le¨®n. El tigre no es social, viven de manera solitaria en territorios enormes y la muerte de uno no afecta de manera tan grave a la especie. Con muchos menos tigres puedes asegurar su pervivencia". El tigre, adem¨¢s, se encuentra mejor protegido legalmente. De hecho una de las iniciativas del proyecto Big Cats es lograr la equiparaci¨®n de ambos. Poner al le¨®n africano en el Ap¨¦ndice I de la Convencion de Comercio Internacional de Especies Amenazadas (CITES) y no en el II como est¨¢ ahora . "Que se proh¨ªba ya cazar leones, como se ha prohibido cazar tigres".
Una de las ideas iniciales de los Joubert era comprar licencias, es decir, pagar para salvar a leones condenados, pero ahora creen que la medida es insuficiente. Adem¨¢s de detener la caza legal, hay otros frentes. "Hay que preservar las ¨¢reas protegidas. Hace falta dinero para pagar compensaciones a las tribus que pierden su ganado en las garras de los leones y los matan por ello, pagarles la vaca muerta a precio de mercado. Y para educar a los masais y a los dem¨¢s en la idea de que los leones no son una amenaza a sus intereses sino una fuente de riqueza". Otro gasto es en la protecci¨®n de ganado. Dereck se?ala la posibilidad de colocar alg¨²n tipo de dispositivo electr¨®nico en los leones que advierta de su presencia a las vacas. Salvar al le¨®n significa, destacan los Joubert, salvar a muchas otras especies, el ecosistema africano e incluso los parques naturales y a los propios africanos. "No olvidemos que el gran reclamo de los safaris fotogr¨¢ficos es los leones. Si dejara de haberlos, el turismo desaparecer¨ªa. Nadie quiere ir a una reserva en ?frica en la que no haya leones".
Siempre quedar¨¢n los leones en cautividad. "No es lo mismo. A pesar de experiencias como la de la Elsa de Nacida libre, los leones no pueden ser reintroducidos con ¨¦xito en la naturaleza". Los Joubert est¨¢n contra los zoos. "Hoy hay otras formas de observar animales, como las pel¨ªculas, incluso en 3D". En cuanto a los circos, "son una absurda extravagancia que ridiculiza y humilla a los animales". Estos, recalcan, "no est¨¢n en el mundo para entretenernos", y se los debe ver en su medio en un ambiente de "celebraci¨®n y respeto".
En cambio, consideran que los gatos dom¨¦sticos, tener uno, son una buena forma de aprender lo fascinantes que resultan los felinos. "Aprendes m¨¢s de los leones observando a un gato que yendo al circo o al zoo. Entendiendo al gato, entiendes al le¨®n".
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