El ni?o deportista de ¨¦lite, ?esclavo o tirano?
El caso de Arantxa S¨¢nchez Vicario revela la compleja relaci¨®n entre chicos profesionalizados y sus padres. Algunas familias inculcan una competitividad insana, en vez de aportar equilibrio
¡°Marisa. Mi sombra fiel en todos los torneos hasta que cumpl¨ª los 20 a?os, es una mujer de car¨¢cter fuerte, y para ella la disciplina y la victoria pasaban por delante de cualquier otra consideraci¨®n, cuando tal vez lo que yo hubiera precisado eran unas palabras de cari?o¡±, escribe sobre su madre Arantxa S¨¢nchez Vicario, ex n¨²mero uno del tenis, en ?Vamos!, su biograf¨ªa, que presenta hoy. ¡°Est¨¢ claro que fracasamos con ella¡±, le contesta la aludida a trav¨¦s de un comunicado. ¡°Nosotros vivimos 20 a?os por y para ella. Lo dejamos todo de lado e hipotecamos nuestra vida y nuestro matrimonio¡±.
Las dos frases retratan la ruptura de una familia. No es un caso ¨²nico. Hay deportes que han cambiado su reglamento para legislar sobre los padres. Clubes que les proh¨ªben tajantemente el acceso a los entrenamientos. Jueces que le han otorgado a un deportista la emancipaci¨®n para evitarle la mala influencia de sus progenitores. Cuando un ni?o se profesionaliza y lucha por alcanzar el ¨¦xito en el deporte, su relaci¨®n con el n¨²cleo familiar corre el riesgo de verse alterada, seg¨²n los psic¨®logos deportivos, que resumen las dos posibilidades m¨¢s extremas en dos expresiones: el ni?o tirano, que acaba dominando a sus padres desde su ¨¦xito y sus millones, y el ni?o sobrepresionado, que es el que sufre las expectativas de estos y su control asfixiante.
¡°Lo que ha ocurrido en este caso, visto desde fuera, no es una cosa tan extra?a¡±, dice Jos¨¦ Manuel Beir¨¢n, plata ol¨ªmpica en baloncesto, exjugador del Real Madrid y psic¨®logo deportivo, que no deja de se?alar los beneficios del deporte para la formaci¨®n de la personalidad de la mayor¨ªa de los ni?os. ¡°En deportistas que empiezan tan pronto a nivel profesional, los padres tienen que estar encima, y a veces, con la mejor intenci¨®n, crean expectativas irreales que derivan en situaciones de riesgo¡±, prosigue. ¡°Los deportes en los que se empieza a competir pronto, como el tenis, son especialmente peligrosos. El padre acaba convirti¨¦ndose en una fuente de estr¨¦s para el ni?o, quien, en esa etapa, vive para quedar bien con el padre, y siente que no juega un partido, un torneo, sino que juega para conseguir que el ambiente en casa sea mejor, o por el amor de sus padres¡±, contin¨²a. ¡°Los ni?os que triunfan en deportes de elite renuncian a una serie de cosas de las que no se dan cuenta hasta m¨¢s adelante. Arantxa, por ejemplo, compiti¨® desde muy peque?a. A las ni?as, adem¨¢s, los padres las siguen m¨¢s, hasta que se independizan. Es importante que la familia le ponga los pies en el suelo al deportista, que le proporcione un equilibrio emocional, pero hay padres que ven la carrera de sus hijos como una prolongaci¨®n de la suya, que ven los ¨¦xitos del hijo como propios¡±.
Mickey Mantle, un grande del b¨¦isbol,
se hizo pis en la cama hasta los 16 a?os
¡°Mary, mata a esa puta¡±. La frase es de Jim Pierce, padre de Mary, tenista francesa ganadora de dos grandes, a la que aleccionaba en la destrucci¨®n de sus rivales. Jim fue expulsado de Roland Garros y de las concentraciones del equipo franc¨¦s durante un lustro, tras pegar a su hija, insultarla y amenazarla en diferentes ocasiones. Eso llev¨® al tenis a crear un reglamento para controlar las posibles conductas abusivas de padres y entrenadores, y reflej¨® una cosa: los deportes individuales que abren sus puertas a competidores en plena infancia, con la personalidad a¨²n en formaci¨®n y sometida al vaiv¨¦n de una vida de viajes, son dominantes en este tipo de casos. Arantxa, como Pierce, ha acabado teniendo problemas con su familia. Le ha ocurrido a otras tenistas: entre otras, a la australiana Dokic (ex n¨²mero cuatro, denunci¨® abusos de su padre, al que los torneos prohibieron la entrada) o a la francesa Rezai (su federaci¨®n tuvo que contratar guardaespaldas para que su padre no atacara a sus rivales).
¡°A m¨ª me ense?¨® a jugar mi padre cuando estaba destinado a Melilla¡±, explica por tel¨¦fono Feliciano L¨®pez, n¨²mero 15 mundial, que en casa ten¨ªa entonces a un tres en uno: padre, teniente coronel del ej¨¦rcito y entrenador. ¡°Aunque me sigui¨® dando consejos, a los 10 a?os dej¨® de ser mi entrenador. No es una relaci¨®n f¨¢cil. Cada d¨ªa son roces, mucha convivencia, por lo que he visto en el circuito. Yo no tuve ese problema, pero lo he visto en otros¡±, prosigue el toledano, quien, educado hasta en los momentos de m¨¢s tensi¨®n, hizo lo siguiente este verano. Al ver que su padre se desesperaba en el banquillo porque ¨¦l no cerraba un duelo con los cuartos de Wimbledon como objetivo, se acerc¨® en mitad de un tie-break decisivo y le dijo: ¡®Pap¨¢, por favor, tranquilo¡¯.
¡°Es que es muy nervioso¡±, se r¨ªe ahora. ¡°El que est¨¢ en el banquillo debe transmitir tranquilidad. Yo he tenido suerte. Tanto mi padre como mi madre fueron padres exigentes en los estudios, que nos inculcaron una disciplina positiva, porque llegar a profesional en el tenis es muy dif¨ªcil. Mi hermano fue un valiente: dej¨® el tenis a los 16 a?os, estudi¨® econom¨ªa y administraci¨®n de empresas y est¨¢ feliz. Otros padres se empe?an en que sus hijos lleguen a profesionales. Es el error m¨¢s grande que puede cometer un padre. No a todos los ni?os les gusta tanto el deporte como para sacrificarse. Hay que estudiar¡±.
A veces no juegan
para ganar, sino
para conseguir el
amor de los suyos
Los conflictos, por supuesto, no son exclusivos del tenis ni de las mujeres. Mickey Mantle, uno de los mejores de la historia del b¨¦isbol, se hizo pis en la cama hasta los 16 a?os. En A hero all his life, su biograf¨ªa, se recuerda c¨®mo esa era una de las reacciones que le inspiraba la presi¨®n a la que le somet¨ªa su padre, con el que mantuvo una apasionada relaci¨®n que incluy¨® mucho amor, mucha dureza y muchas horas de entrenamiento: hasta 14 diarias cuando era ni?o. Es imposible separar la voluntad de hierro del ciclista Lance Armstrong de la desaparici¨®n de su padre, que abandon¨® a su madre cuando ¨¦l era un ni?o. La gimnasta Dominique Moceanu, oro en los Juegos de 1996, logr¨® en un juzgado la emancipaci¨®n. Jennifer Sey, campeona estadounidense de la especialidad, tambi¨¦n escribi¨® un libro que resum¨ªa su tragedia en el t¨ªtulo: dentro de la gimnasia de ¨¦lite. Entrenadores sin piedad, padres con exceso de celo, des¨®rdenes alimenticios y sue?os ol¨ªmpicos incumplidos.
¡°Cuando se produce una tecnificaci¨®n temprana, casos de ni?os que llegan a ser deportistas de ¨¦lite, la vida familiar requiere un reajuste. Hay muchas familias que econ¨®micamente se condicionan por ese deporte, o que cambian de residencia para ayudar a los entrenamientos de sus hijos¡±, explica Fernando Gimeno, profesor de psicolog¨ªa del deporte de la Universidad de Zaragoza, que recuerda que lo m¨¢s frecuente es que el deporte sume siempre cosas positivas al ni?o. ¡°Este es un fen¨®meno social muy complejo. Los padres pueden cometer errores por exceso o por defecto: o agobian al ni?o, no le dejan crecer y ser aut¨®nomo, o le crean problemas por falta de apoyo y reconocimiento. Cada padre y madre tiene la ciencia suficiente como para ver el caso de Arantxa y reflexionar: ¡®?Qu¨¦ no me gustar¨ªa que mi hijo me reprochara con el paso del tiempo?¡±, propone. ¡°En una relaci¨®n personal y emocional, si se pone una ilusi¨®n que comparten las dos partes, se generan unas expectativas que de no ser coincidentes crean conflictos¡±, analiza. ¡°As¨ª, aparecen reproches cuando los resultados no son los deseados. Es algo connatural a las relaciones padres-hijos: a veces en el deporte, otras veces en lo acad¨¦mico o lo profesional. Est¨¢ en juego el concepto que nos formamos de nosotros mismos a trav¨¦s de la opini¨®n de los dem¨¢s¡±.
?Son esas tensiones privativas de deportes individuales, donde abundan los casos, o tambi¨¦n se dan en deportes de equipo, donde cada fin de semana hay miles de partidos entre ni?os, y cientos de padres vociferantes en la grada?
Dedicar toda la vida al
deporte puede ser un problema
a la hora de retirarse
¡°En los deportes de equipo es distinto, porque no hay que hacer una inversi¨®n tan alta al principio, de dinero y de tiempo¡±, argumenta Beir¨¢n. ¡°Se suelen empezar en el colegio, la presi¨®n se diluye en el grupo, porque el resultado no depende solo de uno¡ pero la presi¨®n aumenta tambi¨¦n con el dinero¡±, a?ade, mirando hacia el f¨²tbol y el baloncesto. ¡°Cuando el ni?o ve que la familia entera cambia de ciudad solo por ¨¦l, o que empieza a firmar contratos importantes y a ganar m¨¢s dinero que los padres, puede llegar a convertirse en un tirano, en el que manda. Que no lo sea depende de que los padres no le conviertan en la estrella de la casa y de que le pongan los pies en el suelo¡±, advierte. ¡°En esa misma situaci¨®n, se puede dar el caso contrario: los padres que sobrepresionan a sus hijos y les estresan transmiti¨¦ndoles que toda la familia ha cambiado de residencia por ¨¦l¡±.
Esos casos abundan en el f¨²tbol y en el baloncesto, aunque no les sean exclusivos. Los equipos dedicados en cuerpo y alma al trabajo de cantera, aquellos que forman a m¨¢s de 400 ni?os desde los siete a?os, como el Sevilla, tienen el asunto sobradamente estudiado. Para producir a un Ramos, un Reyes, un Puerta o un Navas, todos de la escuela sevillista, hace falta, adem¨¢s de talento natural, instalaciones y entrenadores, un equipo de psic¨®logos que escriba peri¨®dicamente a las familias y algunas reglas estrictas. La primera y fundamental: est¨¢ terminantemente prohibido que los padres acudan a los entrenamientos.
¡°Es que esa presi¨®n familiar existe, unas veces m¨¢s evidente y otras menos¡±, asegura Pablo Blanco, responsable de la cantera del club andaluz. ¡°El m¨¢ximo inter¨¦s de algunos padres es que sus hijos lleguen. Presionan para que sean futbolistas, y los chavales, sin duda, lo sienten. Eso muchas veces es perjudicial. Por eso hace cinco a?os que cerramos a los padres el acceso a los entrenamientos en la ciudad deportiva¡±, prosigue. ¡°As¨ª lo hace tambi¨¦n varios d¨ªas a la semana el Barcelona, seg¨²n me cuentan. Nosotros lo hacemos para evitar que visualicen a los padres en la grada. La primera temporada que lo hicimos, les recalcamos a los padres con circulares de nuestros psic¨®logos todos los beneficios de que no estuvieran presentes en los entrenamientos: permite que el jugador reciba las alabanzas y las cr¨ªticas del entrenador m¨¢s libremente, y evitamos que los padres intenten dirigir parte del entrenamiento¡±.
Cuando se trata de equipos
la presi¨®n se diluye
en el resto del grupo
?C¨®mo? ¡°S¨ª, es que sol¨ªan gritar: ¡®?Sigue p¡¯alante! ?Corre! ?Tira!¡¯ El entorno familiar influye mucho en el futbolista, que es un tipo siempre muy joven. En los casos de la gente humilde, adem¨¢s, el peso de la familia recae en ellos¡±, se despide el exjugador antes de dejar una reflexi¨®n que no tiene nada de cient¨ªfica pero que s¨ª se basa en a?os de experiencia. ¡°Es curioso, pero los talentosos son los que pasan m¨¢s fr¨ªo, los que menos mantas tienen, los que tienen peores condiciones familiares. Ahora, con la crisis, hay muchos padres que nos aprietan en lo econ¨®mico, argumentando que tienen otras ofertas¡±.
¡°El del padre y el espectador vociferante¡±, argumenta Gimeno sobre ese acompa?ante que grita a los ni?os desde la grada en los partidos, ¡°es un fen¨®meno desgraciado, porque no es el m¨¢s frecuente, pero s¨ª el que m¨¢s se nota¡±. ¡°Es algo tremendo para el ni?o, al que le cambia el axioma del deporte como algo con lo que divertirse a algo que es cuesti¨®n de vida o muerte¡±.
¡°Y todas estas situaciones de riesgo pueden dar problemas al final de la carrera, cuando llega la retirada¡±, contin¨²a Beir¨¢n. ¡°Hay directivos y entrenadores que fomentan el limitar la vida del deportista a su deporte. Eso tiene mucho peligro. El deportista debe tener m¨¢s cosas a las que agarrarse, otros puntos de apoyo. En casos extremos, si no, llegan a tener la sensaci¨®n de que la gente que les rodea, los amigos, las parejas, se acercan a ellos porque son famosos, por su ¨¦xito y no por c¨®mo son como personas¡±.
Arantxa presenta hoy su biograf¨ªa. Su nombre est¨¢ todos los d¨ªas en los programas del coraz¨®n de la televisi¨®n, que destripan al minuto los episodios m¨¢s amargos de su vida. Su carrera se ventila a diario en las revistas especializadas y los peri¨®dicos, que analizan la destrucci¨®n de un clan mod¨¦lico, que en los a?os noventa del siglo XX fue un icono del deporte espa?ol. Su nombre, adem¨¢s, da resonancia a cuatro juicios que le enfrentan con su familia por el control y el destino de su fortuna millonaria, que los expertos cifran entre los 30 y los 45 millones de euros. Arantxa, el personaje p¨²blico, est¨¢ 24 horas al d¨ªa bajo los focos. De la ni?a deportista, de la mujer casada, de la madre, solo se sabe una cosa: que vive marcada por su experiencia como adolescente tenista.
Moceanu, oro ol¨ªmpico y ¡°una infancia robada¡±
Los juristas lo entendieron como un punto de inflexi¨®n en la relaci¨®n entre los deportistas de elite y sus progenitores: era 1998 y la estadounidense Dominique Moceanu, campeona ol¨ªmpica de gimnasia en los Juegos de Atlanta 1996, de 17 a?os, acababa de conseguir emanciparse de sus padres en un juzgado de Houston, y tras huir de su casa.
Moceanu se consider¨® explotada por Dumitru y Camelia. Ante el juez, se?al¨® que hab¨ªan dilapidado su millonaria fortuna, construida sobre los pilares de sus ¨¦xitos deportivos y su belleza, la f¨®rmula dorada del marketing. Argument¨® tambi¨¦n que esas dos personas le hab¨ªan pegado en alguna ocasi¨®n, y que eran las responsables de que no hubiera tenido una infancia ni una adolescencia normales.
"Me mato entren¨¢ndome y yendo a la escuela, mientras que mi padre se dedica a gastar mi dinero. Su obsesi¨®n era verme en el gimnasio", dijo Moceanu sobre sus padres, de origen rumano, que con nueve a?os la pusieron a las ¨®rdenes del m¨ªtico Bela Karoly, t¨¦cnico de la legendaria Nadia Comaneci. "Ah¨ª empezaba y terminaba mi mundo. No tuve infancia, simplemente me la robaron. Desde que aprend¨ª a caminar me quisieron preparar para competir en los Juegos y para ganar dinero, claro", argument¨® en una entrevista al Houston Chronicle. "Cuando ten¨ªa 13 a?os, en mi interior empec¨¦ a meditar que solo era una adolescente y que no pod¨ªa ser perfecta. Nunca he tenido ni?ez. Vivo en el miedo permanente de los gritos de mis padres. Mi padre me ha pegado un par de veces. A veces pens¨¦ en decirles: '?No pod¨¦is intentar ser simplemente pap¨¢ y mam¨¢ en lugar de ser yo vuestro negocio", asegur¨®. "Quiero a mis padres, pero tengo una hermana de nueve a?os a la que quieren llevar por el mismo camino".
La pol¨¦mica se resolvi¨® a favor de la gimnasta, que hoy es madre, licenciada en empresariales... y se ha reconciliado con sus padres.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.