?Un pa¨ªs de viudas? Ma?ana no
La diferencia en esperanza de vida entre hombres y mujeres se acorta hasta los 6,2 a?os
Ellas viven m¨¢s que ellos, pero las distancias se acortan. En Espa?a, como antes ocurri¨® en otros pa¨ªses desarrollados, los hombres ganan esperanza de vida en mayor medida que las mujeres, aunque ellas siguen siendo m¨¢s longevas ¡ª78,4 a?os para ellos frente a 84,6 para ellas en 2010¡ª. La mejor¨ªa masculina se debe a que los varones ¡°han feminizado¡± sus comportamientos para hacerlos m¨¢s saludables, explica la dem¨®grafa Rosa G¨®mez Redondo, de la Universidad Nacional de Educaci¨®n a Distancia (UNED). La consecuencia es que la brecha por sexo en la esperanza de vida al nacimiento se acorta de manera relevante, asegura esta experta en la evoluci¨®n de la mortalidad. Ahora es de 6,2 a?os, uno menos que hace dos d¨¦cadas, seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica.
En 20 a?os, los espa?oles han mejorado su esperanza de vida en casi un lustro: de los 73,5 de 1991 a los 78,4 de 2010. Las espa?olas han ganado casi cuatro a?os: de los 80,7 a los 84,6. En ese lapso, la brecha entre ellos y ellas se ha reducido en un a?o ¡ªde 7,2 a 6,2¡ª. Las mujeres son m¨¢s longevas por una suma de factores biol¨®gicos y sociales, como la vida m¨¢s saludable, explica G¨®mez Redondo. ¡°Cuando se est¨¢ en la vanguardia [las espa?olas est¨¢n entre las m¨¢s longevas del mundo] el que viene detr¨¢s acaba alcanz¨¢ndole¡±, dice sobre el acortamiento de las diferencias por sexo.
El avance se debe a que los varones han ¡®feminizado¡¯ sus h¨¢bitos
¡°La esperanza de vida al nacimiento de hombres y mujeres se va aproximando, sobre todo porque los varones adultos han mejorado sus h¨¢bitos¡±, detalla la experta. Entre ellos ha perdido terreno el tabaquismo y el consumo de alcohol, cobra valor la alimentaci¨®n saludable y cuidan m¨¢s la salud ¡ª¡°los hombres van m¨¢s al m¨¦dico que antes¡±, concreta la profesora¡ª. Un fen¨®meno que se hab¨ªa registrado desde el ¨²ltimo cuarto del siglo pasado en pa¨ªses como Francia, detalla el dem¨®grafo Jacques Vallin, del Instituto Nacional de Estudios Demogr¨¢ficos galo (INED). ¡°La diferencia entre hombres y mujeres se deb¨ªa, en gran medida, a las enfermedades sociales¡±, puntualiza. Unos males a los que las mujeres se han ido sumando. ¡°Los hombres dejan de fumar, pero las mujeres siguen haci¨¦ndolo. El cigarrillo es para ellas un s¨ªmbolo de emancipaci¨®n, lo que las ata m¨¢s al h¨¢bito¡±, prosigue Vallin.
¡°En la evoluci¨®n de la esperanza de vida, la adopci¨®n de vicios masculinos por las mujeres tiene menos relevancia que la feminizaci¨®n de la conducta masculina¡±, a?ade su colega France Mesl¨¦, tambi¨¦n del INED, horas despu¨¦s de pronunciar una conferencia sobre la cuesti¨®n en Madrid.
Esta pauta tambi¨¦n es v¨¢lida para Espa?a, seg¨²n G¨®mez Redondo. Los datos que maneja la investigadora a¨²n no reflejan si la masculinizaci¨®n de conducta pasa factura a la esperanza de vida femenina. ¡°Hay que estar alerta. Tenemos miedo de que la generaci¨®n de mujeres entre los 40 y los 60 a?os que han incorporado el tabaquismo, el alcohol, el estr¨¦s y la triple agenda empiece a tener los mismos riesgos que tienen los hombres¡±. Y que ello se refleje, por ejemplo, en un aumento de los c¨¢nceres vinculados al tabaco, como el de laringe, tr¨¢quea o pulm¨®n. ¡°Hay menos mujeres que hombres fumadores, pero ellas tienden a mantener el h¨¢bito m¨¢s tiempo¡±, matiza. La mortalidad por estas dolencias entre los varones ha ca¨ªdo especialmente entre los 65 y los 79 a?os en la ¨²ltima d¨¦cada, seg¨²n la investigaci¨®n de G¨®mez Redondo.
Mujeres y hombres
comparten las principales
causas de fallecimiento
Con todo, mujeres y hombres comparten las principales causas de fallecimiento. La primera, aunque a la baja, son las enfermedades del aparato circulatorio. La segunda son los tumores, un terreno en el que la prevenci¨®n y los avances m¨¦dicos han permitido reducir la mortalidad en c¨¢nceres como el de pr¨®stata o el de mama. Las enfermedades respiratorias se sit¨²an como la tercera causa, y la cuarta, a gran distancia pero en alza, son las dolencias del sistema nervioso y las mentales. Estas ¨²ltimas se han incrementado en los ¨²ltimos 25 a?os, de la mano de la mayor longevidad y de un mejor diagn¨®stico. El alzh¨¦imer causa alrededor de dos tercios de las defunciones por dolencia mental, detalla G¨®mez Redondo.
La reducci¨®n de la brecha por sexo en la esperanza de vida al nacimiento ¡ªun indicador que se calcula analizando la mortalidad de la poblaci¨®n de cada a?o de edad¡ª supera con mucho a la que se registra en las personas de 65 a?os o m¨¢s ¡ªlas que m¨¢s pesan en el c¨¢lculo de la longevidad¡ª. A esa edad, la diferencia es ahora de 3,9 a?os. Hace dos d¨¦cadas era de 3,6. La expectativa para los hombres de 65 es vivir 18,1 a?os m¨¢s y para las mujeres 22. Por encima de los 85 a?os la brecha es de casi un a?o. ¡°La diferencia entre hombres y mujeres en edades altas se mantiene estable porque se trata de una generaci¨®n masculina que no ha mejorado sus h¨¢bitos¡±, concluye G¨®mez Redondo.
Requisitos para la longevidad al alza
¡°A partir de ahora, es previsible que la longevidad siga en aumento y que la brecha por sexos contin¨²e reduci¨¦ndose¡±, apunta la profesora Rosa G¨®mez Redondo, que resta importancia a la reducci¨®n, de cent¨¦simas, de la esperanza de vida que ha detectado el INE entre julio de 2010 y junio de 2011. Para esa alza deben mantenerse las condiciones sociales ¡ªsanidad pr¨¢cticamente universal, educaci¨®n...¡ª ¡°y los beneficios de los avances cient¨ªficos deben estar al alcance de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n¡±, asegura.
El aumento de la esperanza de vida en Espa?a comenz¨® en el ¨²ltimo tercio del siglo XIX. Primero se debi¨® al descenso de la mortalidad infantil y maternal. A partir de los a?os cincuenta del siglo pasado recibi¨® un gran impulso con la mejor¨ªa de las condiciones de vida y en el acceso a la sanidad p¨²blica. A ello se sumaron los avances en los tratamientos, como el hallazgo de los antibi¨®ticos, y la mejora de la prevenci¨®n, en buena medida debido al mayor nivel educativo, seg¨²n G¨®mez Redondo.
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