¡°?Quiere encontrar a su hija? Se?ora, pues ded¨ªquese a buscarla¡±
El rapto y el asesinato de mujeres proliferan en el Estado de M¨¦xico, basti¨®n del candidato presidencial del PRI, y sus madres investigan solas por falta de apoyo
Leticia Mora explica sin alterarse que una vez, buscando a su hija desaparecida, el polic¨ªa que la deb¨ªa ayudar a encontrarla le coment¨® que la ve¨ªa muy sola, y que tal vez fuese bueno para ella tomarse unas copas con ¨¦l, ¡°y soltar todo lo que llevaba dentro¡±. Lo cuenta as¨¦pticamente, con el mayor decoro posible, pero lo que ella quiere decir es que un agente le sugiri¨® que se acostase con ¨¦l a cambio de seguir acompa?¨¢ndola a rastrear el paradero de Ivonne, de 22 a?os, que ya hace diez meses que sali¨® de casa a comprar condimentos para hacer la cena.
?¨C?Y no denunci¨® al polic¨ªa?
?¨CNo ¨Cresponde¨C, porque yo lo ¨²nico que quiero es me ayuden a encontrar a mi hija.
Una madre desliza que un polic¨ªa le sugiri¨® que se acostase con ¨¦l a cambio de investigar
?La se?ora Mora era una madre mexicana com¨²n y corriente. Ahora es una madre polic¨ªa. Los primeros d¨ªas de la desaparici¨®n de su hija iba al Ministerio P¨²blico de Atizap¨¢n de Zaragoza, en el Estado de M¨¦xico, a preguntar a los funcionarios si sab¨ªan algo nuevo, pero al cabo de dos semanas se dio cuenta de que ni sab¨ªan nada ni lo iban a saber, porque nadie estaba investigando. Entonces quiso hablar con el Procurador (o Fiscal) del Estado, Alfredo Castillo. ¡°Obviamente¡±, dice, ¡°su secretaria me dijo que el se?or Castillo no estaba¡±. Y Leticia Mora se fue a tocar a la puerta de Enrique Pe?a Nieto, en ese momento gobernador del Estado de M¨¦xico, y hoy principal favorito a ganar las elecciones presidenciales del 1 de julio como candidato del hist¨®rico Partido Revolucionario Institucional, el PRI.
¨CPero su recepcionista me dijo que no estaba ¨Crecuerda Mora¨C, y que ser¨ªa mejor que volviera a preguntar en el Ministerio P¨²blico.
A partir de ah¨ª decidi¨® investigar por su cuenta. Contrat¨® a un detective privado. ?l recababa informaci¨®n a cambio de un sueldo y ella la trasladaba al Ministerio P¨²blico ¨Cla instituci¨®n que supuestamente deb¨ªa realizar las pesquisas a cambio de nada¨C. Finalmente consigui¨® acceder al Procurador Castillo por mediaci¨®n de una diputada del Distrito Federal (la capital de la Rep¨²blica, entidad lim¨ªtrofe con el Estado de M¨¦xico). ¡°Me dijo que iba a ordenar que se diese un tratamiento especial al caso de mi hija¡±, cuenta Leticia Mora. Durante una semana cont¨® con la colaboraci¨®n de dos agentes: uno, el que le plante¨® hacer un trueque de pesquisas por sexo, y otro que, seg¨²n dice, le propuso que vendiese su camioneta para pagarle las horas en que la acompa?aba a buscar a Ivonne.
Leticia Mora desgrana su v¨ªa crucis un domingo de marzo por la ma?ana junto a una docena de madres que se han juntado en un parque de Tlalnepantla, un municipio del Estado de M¨¦xico, para dar testimonio a un peri¨®dico extranjero del abandono al que consideran que las somete su propia Administraci¨®n frente a la violencia feminicida.
Las ONG denuncian la inacci¨®n del Estado y ven pautas en la zona similares a las de Ciudad Ju¨¢rez
Las ONG est¨¢n preocupadas por lo que ocurre en este Estado de quince millones de habitantes. La desaparici¨®n de mujeres, sobre todo ni?as, adolescentes y veintea?eras, se multiplica: en 2010 hab¨ªa 107 desaparecidas, y en 2011, m¨¢s del triple, 330, seg¨²n datos de la Procuradur¨ªa (o fiscal¨ªa) General de Justicia del Estado de M¨¦xico. Entre 2006 y 2011 murieron asesinadas 1.003 mujeres, de acuerdo con el Observatorio Nacional del Feminicidio, una organizaci¨®n c¨ªvica, y 522 de esos cr¨ªmenes siguen impunes. La coordinadora del Observatorio, Mar¨ªa Luz Estrada, a?ade un matiz cualitativo a esos n¨²meros: ¡°En los ¨²ltimos tiempos estamos descubriendo en este Estado patrones de violaci¨®n y tortura similares a los de Ciudad Ju¨¢rez¡±. Otra activista, Teresa Ulloa, directora de la ONG Coalici¨®n contra el Tr¨¢fico de Mujeres y Ni?as, considera que el Estado de M¨¦xico no hace ni por asomo lo que debiera para contener el problema. Es, dice, una Administraci¨®n ¡°corrupta¡± que ¡°ignora¡± a las v¨ªctimas.
Tambi¨¦n en el parque de Tlalnepantla, Claudia Rojas, madre de una chiquilla llamada Daniela, desaparecida hace seis a?os, describe un episodio burocr¨¢tico sucedido en una oficina de la Procuradur¨ªa del Estado de M¨¦xico. En una ocasi¨®n se acerc¨® a preguntar si sab¨ªan algo m¨¢s de su ni?a, y un funcionario sac¨® el expediente y la invit¨® a ver ¡°todo lo que hab¨ªan conseguido¡±. La se?ora Rojas oje¨® el fajo de papeles. Era la informaci¨®n que les hab¨ªa proporcionado ella misma a partir de sus averiguaciones particulares. Ni un dato m¨¢s.
Que en el Estado de M¨¦xico desaparecen mujeres sin que las autoridades hagan demasiado por recuperarlas, era hasta ahora una queja que se o¨ªa de refil¨®n a alguna activista, un fen¨®meno al que apuntaba sin mucho eco alg¨²n medio de comunicaci¨®n. Pero hace una semanas un caso sin pies ni cabeza salt¨® a los titulares y desnud¨® al gobierno mexiquense, consolidando el debate y la inquietud por las muertas del Estado de M¨¦xico.
El rocambolesco caso de 'El Coqueto', un asesino en serie de mujeres que se fug¨®, ha avivado un debate hasta hoy velado
El caso comenz¨® con el anuncio de la captura, y posterior fuga rocambolesca, de un asesino en serie de mujeres conocido como El Coqueto, un conductor de autob¨²s que entre 2010 y 2011 viol¨® y mat¨® a siete chicas que fue cazando en la l¨ªnea que cubr¨ªa del Estado de M¨¦xico a la capital, el Distrito Federal.
Una de ellas se llamaba Eva Cecilia, ten¨ªa 16 a?os y era hija de Amparo Vargas, una de las madres reunidas en el parque. Hace apenas tres meses que la se?ora Vargas supo qu¨¦ hab¨ªa sido de su hija al ponerse a repasar por su cuenta el fichero de una oficina de homicidios. Leyendo la descripci¨®n inequ¨ªvoca del cad¨¢ver, termin¨® su desesperada b¨²squeda de ¡°31 d¨ªas¡±, en los que seg¨²n dice no tuvo m¨¢s apoyo oficial que la compa?¨ªa espor¨¢dica de unos polic¨ªas a los que ten¨ªa que comprarles tacos para comer y pagarles la gasolina del coche. Vargas conserva una rabia cerrada contra el Estado de M¨¦xico, y no tanto por la mezquindad de aquellos agentes como por la supuesta negligencia que permiti¨® que El Coqueto asesinase a siete chicas sin freno. Seg¨²n su versi¨®n, coincidente con la de las ONG consultadas para este art¨ªculo, poco antes de que el conductor llevase a cabo su serie de asesinatos, una chica a la que hab¨ªa violado ¨Cpero que logr¨® escapar¨C denunci¨® lo que le hab¨ªa pasado y las autoridades no se interesaron por el caso.
Una vez capturado, el caso de El Coqueto volvi¨® a supurar cuando el criminal se escap¨® de la oficina donde lo custodiaban tres agentes, solt¨¢ndose de las esposas que lo fijaban a una mesa y lanz¨¢ndose desde un tercer piso, seg¨²n el difuso relato oficial de los hechos?. Al cabo de unos d¨ªas lo volvieron a apresar. El Procurador del Estado de M¨¦xico, Alfredo Castillo, pidi¨® en los medios que se comprendiese que tres agentes incompetentes no representaban ¡°a una instituci¨®n de 5.300 hombres¡±, y sentenci¨® que el Estado de M¨¦xico ¡°ha hecho m¨¢s que cualquier otra entidad federativa en la lucha contra el feminicidio¡±.
La se?ora Vargas recuerda momentos que no casan con el diagn¨®stico de Castillo, como cuando un funcionario, seg¨²n relata, le puso la situaci¨®n negro sobre blanco: ¡°?Quiere encontrar a su hija? Pues le voy a hablar con la verdad, se?ora. Ded¨ªquese a buscarla, porque nosotros no tenemos medios para hacer nada¡±.
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