¡°Siempre he pensado que a los periodistas no les gusta la gente¡±
El director del Instituto Reuters cree que Al Yazira informa mejor sobre Latinoam¨¦rica que Espa?a
En Oxford, donde vive, suele hacer una pausa a media tarde para tomar un t¨¦ con algo dulce. Pero en nuestra cita para merendar en Madrid, Robert G. Picard es incapaz de comer nada. A¨²n no ha logrado digerir el copioso almuerzo al que le han invitado sus anfitriones y pide solo un caf¨¦. ¡°Acabo de descubrir la leche frita. Deliciosa. Me encanta la gastronom¨ªa y aprovecho mis viajes para probar platos nuevos¡±, confiesa. Es una de las ventajas de ser un gur¨² internacional. ¡°Tiene sus placeres, s¨ª. Pero no me gusta la palabra gur¨². Se refiere a personas fuera de lo com¨²n, y yo no me considero extraordinario. Solo soy alguien que dedica su tiempo a pensar sobre lo que est¨¢ pasando en los medios¡±. ?Y qu¨¦ est¨¢ pasando? ¡°?P¨¢nico!¡±, exclama. ¡°Todo est¨¢ cambiando demasiado deprisa, y el sector no puede adaptarse a esa velocidad¡±, matiza.
Picard ha venido a Espa?a para participar en la presentaci¨®n de la nueva edici¨®n del M¨¢ster de Empresas de Comunicaci¨®n de la Universidad de Navarra, que el curso que viene se traslada a Madrid, tras once a?os en Pamplona. Director de investigaci¨®n del Instituto Reuters en Oxford, es uno de los m¨¢s prestigiosos expertos en gesti¨®n de medios y fue de los primeros en vaticinar el callej¨®n en el que se encuentra el sector. Su diagn¨®stico es pesimista, pero no tanto como el de quienes auguran la muerte inminente de los peri¨®dicos en papel. ¡°Es probable que en cinco a?os las grandes cabeceras internacionales tengan el 60% de su audiencia en soportes digitales, pero quiz¨¢ las que operan en ¨¢mbitos locales o regionales duren m¨¢s porque sus costes de distribuci¨®n son menores¡±, dice.
Lo que s¨ª vaticina es que los periodistas, si no se adaptan pronto, perder¨¢n su capacidad de influencia. ¡°No pueden seguir trabajando como cuando no exist¨ªa Internet. Tienen que aportar un valor a?adido a las informaciones, romper con la tendencia de dar el mismo enfoque que los dem¨¢s y elaborar contenidos que realmente interesen a los lectores¡±. De lo contrario, como escribi¨® hace dos a?os en un pol¨¦mico art¨ªculo, no merecer¨¢n su salario.
El camarero llega con el pedido y Picard mira de reojo las pastas y las patatas fritas que lo acompa?an. No cae en la tentaci¨®n y vuelve a la conversaci¨®n. ¡°El problema es que la prensa presta demasiada atenci¨®n a las instituciones y poca a los ciudadanos. Siempre he pensado que a los periodistas no les gusta la gente. Creen que su misi¨®n es educar a las masas y se dirigen a sus lectores con paternalismo¡±. Un ejemplo: ¡°La cadena ¨¢rabe Al Yazira est¨¢ informando mejor sobre Latinoam¨¦rica que la prensa espa?ola. ?Por qu¨¦? Porque su actitud no es paternalista. Se ve en el caso de la expropiaci¨®n de Repsol en Argentina. Ambas partes se est¨¢n limitando a reproducir los argumentos de las instituciones. Aqu¨ª se cuenta que aquellos chicos se han portado mal porque han cogido algo que no es suyo, mientras que all¨ª se dice que es una acci¨®n contra el colonialismo. Pero ?alguien se ha parado a analizar por qu¨¦ pasa lo que pasa?¡±.
No se cansa Picard de charlar sobre periodismo. Hace tiempo ¨¦l mismo fue periodista y, a veces, lo echa de menos. ?C¨®mo lleg¨® hasta aqu¨ª? ¡°En los 70 cerraron el diario en el que yo trabajaba en EE UU. Empec¨¦ a preguntarme por qu¨¦ los peri¨®dicos mueren y vine a Europa para estudiar el sistema de subvenciones. As¨ª empez¨® todo¡±, recuerda mientras se decide a robar una patata frita. Los gur¨²s tambi¨¦n tienen sus debilidades.
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