Jos¨¦ Luis Guti¨¦rrez, un periodista de los de entonces
Fallece el director, entre 1992 y 1996, de la desaparecida cabecera 'Diario 16'
Jos¨¦ Luis Guti¨¦rrez, El Guti (Busdongo, Le¨®n, 1943), fallecido ayer, formaba parte del paisaje del periodismo de aquellos a?os que despu¨¦s hemos etiquetado como la Transici¨®n. Inventor de su propio personaje, se vali¨® de una fotograf¨ªa a todo color para hacer cundir la idea de que hab¨ªa tenido un pasado juvenil de obrero sider¨²rgico. Le ayudaba una fortaleza f¨ªsica capaz de triturar la mano fl¨¢cida y sudada de aquellos dos periodistas de tez p¨¢lida y lechosa, voz atiplada y ademanes percutientes de predicador morm¨®n, a los que luego frecuentar¨ªa en el club de la AEPI (Asociaci¨®n de Escritores y Periodistas Independientes), conocida enseguida por el sobrenombre de sindicato del crimen.
En aquel Madrid de aquellos tiempos, El Guti cambiaba la seda por el percal y alternaba la tertulia para despistar colegas con la entrega temeraria al oficio en busca de la noticia que llegara m¨¢s all¨¢. Eran los principios y ya se sabe que el el principio era el verbo. La palabra era un arma cargada de posibilidades y con capacidad de arrastre y seducci¨®n. Pronto al esperpento, dotado para la imitaci¨®n estridente, versado en las artes dial¨¦cticas de la intimidaci¨®n, respetuoso con el trabajo bien hecho, admirador de los grandes de la literatura y del periodismo a los que hab¨ªa le¨ªdo con provecho.
El Guti era un solitario que estuvo muchas veces muy bien acompa?ado para desconcierto de los petimetres adoradores de Raphael y sus tamborileros. Cuidaba sus textos period¨ªsticos, con deliberada voluntad de estilo y pretensi¨®n de cultismo literario. Los grandes reportajes, las entrevistas de post¨ªn de la ¨¦poca de Cambio 16, semanario al que se incorpor¨® en 1975 en las postrimer¨ªas de Franco, y de Diario 16, al que lleg¨® en 1980 como subdirector, pero tambi¨¦n los recuadros de peque?o formato que firmaba como Erasmo.
Ten¨ªa su propio ¨¢mbito de solitario pero aparec¨ªa siempre a tiempo por el Gij¨®n y sus aleda?os para encontrarse con los del oficio, con Ra¨²l del Pozo, Carmen Rico Godoy, Cuco Cerecedo, Alfredo Ma?as, Jean Louis Arnaud, Andr¨¦s Carabantes, Jos¨¦ Antonio Novais, Walter Haubrich, Ricardo Utrilla, Xavier Domingo, ?scar Caballero, On¨¦simo Anciones, Perico Beltr¨¢n o Manuel Velasco. Procuraba elegir con cuidado sus enemigos y luego cultivaba con esmero esas enemistades hasta extremos de incandescencias paranoicas. Se sent¨ªa perseguido y en cualquier encuentro fortuito daba enseguida cuenta muy detallada de esas persecuciones.
Exhib¨ªa ademanes de rudeza y ma?as rebuscadas de intelectual, verbosidad amenazante y complicidad afectuosa al colega en dificultades, apariencia tosca y finura de analista financiero. El Guti hab¨ªa creado publicaciones de ¨¦xito, por ejemplo, La Gu¨ªa del Ocio, se dec¨ªa que con un socio tan especial y deseado como Florentino P¨¦rez. Despu¨¦s puso en marcha la revista Leer, dedicada a la literatura y a los autores. Ahora hab¨ªa dado tambi¨¦n en editor, con una nueva colecci¨®n que llamaba Art¨ªculo XIX.
Ten¨ªa especial aversi¨®n a los mequetrefes, que al percibir su mirada se aterrorizaban. Pero era m¨¢s el ruido que las nueces y no se le conocen broncas con final en comisar¨ªa. Mas all¨¢ de las apariencias que pod¨ªan amedrentar, en las tertulias de caf¨¦ se comportaba de forma comedida. Sus amenazas, que presentaba siempre como reacciones defensivas, se quedaban all¨ª donde hab¨ªan sido pronunciadas sin ninguna trascendencia. Siempre terminaba en el comedimiento. Compa?ero generoso para celebrar la chispa y el ingenio de los amigos. Elemental pero trabajando con la tercera derivada. El Guti formaba parte del paisaje.
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