¡°Todo el mundo ha tenido alguna vez un jefe t¨®xico¡±
¡°Que la mujer pueda llorar y el hombre se reprima es cultural¡±, dice el psic¨®logo
Tres cuartos de hora. Es lo que tarda Bernardo Stamateas en probar su plato de fideu¨¢, que pide porque le han dicho que es ¡°t¨ªpico espa?ol¡±. Ha dejado pasar los aperitivos de aceitunas y almendras y aprovecha ese tiempo para hablar, algo que le gusta ¡°mucho¡±. El curr¨ªculo de este argentino de padres griegos es dif¨ªcil de resumir: psic¨®logo, sex¨®logo cl¨ªnico, te¨®logo, escritor de m¨¢s de 40 t¨ªtulos y pastor evangelista. Todas, profesiones en las que se mantiene activo. Y, adem¨¢s, viaja al menos una vez al mes fuera de su pa¨ªs para dar conferencias ¡°un d¨ªa en Harvard y al siguiente en un barrio pobre¡±. ¡°Yo atiendo a todos¡±, afirma.
Stamateas (1965) visita Espa?a para presentar su ¨²ltimo libro, Emociones t¨®xicas (Ediciones B). ¡°No le va a cambiar la vida a nadie, no existe varita m¨¢gica, pero puede ayudar¡±. Para el escritor, la ansiedad, el perfeccionismo, la envidia, el duelo o los celos son sentimientos t¨®xicos cuando dominan al individuo. ?l mismo ha ido al terapeuta (la ¨²ltima vez el a?o pasado) para tratar su ansiedad. El remedio muy gen¨¦rico, que explica en 253 p¨¢ginas, es hablar. ¡°Las palabras tienen mucho poder¡±, argumenta. ¡°Yo hablo todo el rato, salvo cuando estoy en consulta escuchando¡±.
Aunque se dice t¨ªmido, su inquietud por comunicarse le ha llevado a crear su canal en YouTube, responde a quienes le preguntan a trav¨¦s de Twitter y Facebook, manda mensajes de ¨¦xito al correo electr¨®nico por suscripci¨®n y asegura que atiende los 200 correos electr¨®nicos que recibe al d¨ªa. Todo ello entre consultas psicol¨®gicas, apariciones televisivas, los servicios religiosos de los viernes y los domingos y sus conferencias, que despiertan mucho inter¨¦s en su pa¨ªs, donde ¡°llena estadios de f¨²tbol¡±, dice su editorial. ¡°No es para tanto, pero a algunas van m¨¢s de 3.000 personas. Son abiertas y gratis¡±, apostilla ¨¦l. Todos estos canales son ¡°un term¨®metro para saber qu¨¦ le pasa a la gente¡±, dice. ¡°?Y todo el mundo conoce a personas t¨®xicas!¡±, plantea. Lo son los jefes que se guardan buenas propuestas de los empleados en el caj¨®n, a?ade. ¡°Todos hemos tenido alguno as¨ª. Necesitan hacer sentir mal a otros para reafirmar su ¨¦xito. Pero en realidad son personas inseguras¡±, argumenta el psic¨®logo.
Su idea de que el sentimiento de culpa puede ser da?ino casa mal con los preceptos de la religi¨®n, que invita a sentirla para limpiar los pecados. ¡°La fe tambi¨¦n puede ser t¨®xica¡±, explica el pastor, que tiene un libro al respecto.
?Las tensiones internacionales entre Argentina y Espa?a han aflorado emociones t¨®xicas ¡ªenvidias, celos¡ª de unos hacia otros? ¡°La pol¨ªtica es muy compleja¡±, responde evasivo. Pero s¨ª cree que en Latinoam¨¦rica ¡°la gente es muy negativa, se pasa el d¨ªa quej¨¢ndose¡±. Para Stamateas es una cuesti¨®n cultural, las emociones en general lo son. ¡°Los hombres reprimen sus sentimientos y las mujeres, sin embargo, tienen permiso para llorar. Por cultura¡±, sentencia. Llevadas al extremo, ambas actitudes son malas. ¡°Hacen enfermar el cuerpo¡±, dice. Al psic¨®logo no le tiembla el caf¨¦ en la mano al admitir que llora ¡°cada tanto¡± la reciente muerte de su padre.
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