M¨¢s fr¨ªo dentro, m¨¢s calor fuera
Los aires acondicionados pueden aumentar la temperatura del aire urbano hasta dos grados
En verano de 1983, en Espa?a, un incremento de la temperatura media del aire de un grado causaba un aumento de demanda el¨¦ctrica del 0,47%. En 2003, el aumento era triple (1,61%). Esta variaci¨®n es debida al mayor uso de sistemas de aire acondicionado (AC). Adem¨¢s, un informe del Panel Intergubernamental para el Cambio Clim¨¢tico (IPCC, por sus siglas en ingl¨¦s) augura un incremento de la demanda de energ¨ªa para refrigeraci¨®n del 30% en los pa¨ªses mediterr¨¢neos para 2030. Estos datos se prestan a dos consideraciones. La primera es que el sistema de producci¨®n de energ¨ªa el¨¦ctrica en Espa?a deber¨¢ estar preparado para fuertes picos de demanda en verano. Adem¨¢s, si la energ¨ªa se produce con combustibles f¨®siles, el aumento de la demanda comportar¨¢ un aumento de emisiones de CO2, y la consiguiente aceleraci¨®n del calentamiento global. La segunda es que los aires acondicionados extrayendo calor de los edificios para emitirlo al exterior gastan energ¨ªa, que se transforma en calor que termina en la atm¨®sfera. Parte de este calor vuelve a entrar en los edificios y es expulsado otra vez por los AC. Realmente, el efecto m¨¢s importante es sobre el clima urbano. Estudios recientes realizados con modelos matem¨¢ticos simulando por ordenador la atm¨®sfera de Madrid, Houston y Tokio indican que los aires acondicionados pueden aumentar la temperatura del aire urbano hasta dos grados, en particular al final de la tarde, prolongando el periodo de altas temperaturas.
Los efectos de los AC sobre la temperatura del aire son un ejemplo de las interacciones entre ciudad y atm¨®sfera. La ciudad modifica tambi¨¦n el viento y la manera en la cual la radiaci¨®n solar es absorbida o restituida a la atm¨®sfera. Todos estos fen¨®menos, relacionados entre s¨ª, determinan el confort t¨¦rmico, el consumo energ¨¦tico y la calidad del aire de nuestras ciudades. Actualmente, existen nuevos modelos matem¨¢ticos capaces de simular el comportamiento de la atm¨®sfera, de los edificios y sus interacciones, que pueden ser utilizados para planificar el desarrollo urban¨ªstico mejorando confort t¨¦rmico y calidad del aire, y reduciendo el consumo energ¨¦tico. Los primeros ensayos indican que no existe una estructura urbana que permita optimizar simult¨¢neamente los tres aspectos. Por ejemplo, la estructura con el menor gasto energ¨¦tico en los edificios no es necesariamente la mejor para la calidad del aire. Todas las decisiones que modifican un sistema complejo como la atm¨®sfera urbana tienen que ser analizadas cuidadosamente, porque afectan a aspectos importantes de la vida de los ciudadanos.
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