¡°Los radares, mejor en todas partes¡±
El presidente de la Asociaci¨®n Espa?ola de la Carretera insta a respetar los l¨ªmites de velocidad
¡°Los espa?oles somos muy aficionados a decidir qu¨¦ normas cumplimos y cu¨¢les no, pero la gente tiene que acostumbrarse a que las normas est¨¢n hechas para ser cumplidas¡±. Y, entre ellas, los l¨ªmites de velocidad. Miguel Mar¨ªa Mu?oz (Madrid, 1944), presidente de la Asociaci¨®n Espa?ola de la Carretera (AEC), lleva m¨¢s de 40 a?os trabajando en seguridad vial, casi ocho de ellos como director general de Tr¨¢fico (1988-1996), y sabe bien que la velocidad siempre es pol¨¦mica. Lo fue en, 2011, porque se redujo el l¨ªmite m¨¢ximo a 110 kil¨®metros para ahorrar energ¨ªa, y tambi¨¦n lo es ahora, porque el Gobierno estudia aumentar la velocidad permitida a 130 en autopistas y autov¨ªas.
Pero adem¨¢s de pol¨¦mica, es tambi¨¦n un peligroso objeto de culto. ¡°La gente suele decir 'yo conduzco muy bien, mi coche es una maravilla y puedo ir a 160 sin que pase nada', pero s¨ª que pasa¡±, afirma Mu?oz. Porque el tiempo que se tarda en poner el pie en el freno es el mismo ¡°si vas en un seiscientos¡±. Lo que no es igual es ¡°recorrer 30 o 60 metros¡± en ese tiempo. Puede ser la diferencia entre sufrir o no un accidente mortal.
Por eso, seg¨²n Mu?oz, los radares no se pueden instalar solo en tramos peligrosos, como proponen algunos clubes de automovilistas. ¡°En uno seguro tampoco se puede conducir a 160 por hora, y, si la gente sabe que nadie le va a controlar, un porcentaje circular¨¢ m¨¢s r¨¢pido¡±, considera el presidente de la AEC. ¡°Es mejor que est¨¦n colocados en todas partes¡±, concluye sin vacilaciones.
La inversi¨®n en conservar v¨ªas no tiene el 'glamour' de las inauguraciones
Otro asunto distinto es la velocidad m¨¢xima permitida. A Mu?oz no le ¡°parece mal¡± la posibilidad de aumentarla a 130 kil¨®metros por hora en autopistas y autov¨ªas, siempre que las condiciones lo permitan. Pero ¨¦l sugiere lo que considera una alternativa mejor: ¡°La propuesta de la AEC, basada en estudios de las universidades polit¨¦cnicas de Madrid y Valencia, es mantener el l¨ªmite a 120 en autopistas y autov¨ªas, subirlo a 140 en los tramos donde la siniestralidad sea claramente menor, y, donde sea m¨¢s alta, bajarlo a 100¡±.
¡°La velocidad no es un factor neutro, lo importante es adaptarla¡±, afirma, antes de desmitificar Alemania como para¨ªso de la velocidad libre. ¡°Solo ocurre en las autopistas, pero, en cuanto hay la m¨¢s m¨ªnima complicaci¨®n, la velocidad se limita¡±, explica. Y lo m¨¢s importante: ¡°Todo el mundo respeta los l¨ªmites riguros¨ªsimamente¡±. Adem¨¢s, seg¨²n recuerda el presidente de la AEC, la recomendaci¨®n alemana es circular a 120: ¡°Las aseguradoras pueden inhibirse en caso de accidente si el conductor iba m¨¢s deprisa¡±.
Pero es el deterioro de las carreteras por la falta de inversi¨®n, que ¡°se arrastra desde el a?o 2000¡±, la gran preocupaci¨®n del presidente de la AEC. ¡°El dinero para conservar v¨ªas no tiene el mismo glamour que las inauguraciones y los cortes de cintas¡±, asegura Mu?oz, con un cierto cinismo que ¨¦l mismo admite.
En clara cr¨ªtica a los pol¨ªticos, insiste: ¡°Durante muchos a?os hemos asistido a la euforia de inaugurar tramos de carretera, pero se olvidan de que lo que se construye hay luego que conservarlo¡±. Y el ¡°euro que no se invierte hoy se multiplica por tres en dos a?os y por cinco, en cuatro¡±.
Aunque no es este el principal problema. No conservar las v¨ªas pone ¡°en grave riesgo los ¨ªndices de seguridad vial, que podr¨ªan deteriorarse¡±, estima Miguel Mar¨ªa Mu?oz. Y ofrece una soluci¨®n: ¡°Con aplazar la construcci¨®n de 91 kil¨®metros de AVE, se pueden poner las carreteras al d¨ªa¡±.
Sobre el ¨²ltimo gran debate abierto en Tr¨¢fico, la prohibici¨®n total de consumir alcohol si se va a conducir, cree que ¡°es poco realista, porque pueden aparecer indicios de alcohol por la fermentaci¨®n de algunos az¨²cares, como los de la fruta¡±. Con rotundidad, despacha la cuesti¨®n: ¡°Es preferible exigir a rajatabla el 0,5 [gramos por litro de sangre] y hacer que se cumpla con enorme severidad¡±.
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