El imperio de la informaci¨®n
Estados Unidos exige los datos de los pasajeros a¨¦reos y sus empresas controlan a millones de usuarios
Gracias al trabajo de dos colegas ¡ªNatalia Junquera y M¨®nica Ceberio¡ª nos hemos enterado esta semana de que funcionarios estadounidenses tienen la potestad de acudir a un aeropuerto europeo e impedir el embarque de un pasajero que ellos consideren sospechoso y cuyo avi¨®n iba a atravesar el espacio a¨¦reo de Estados Unidos. En Espa?a, imponen tan estricto control a los vuelos con destino u origen en Canad¨¢, Cuba y M¨¦xico. Es un sistema que EE UU ha impuesto de manera unilateral sobre una base legal m¨¢s que cuestionable.
En diciembre pasado, tras una larga y dura negociaci¨®n, entr¨® en vigor el acuerdo que Washington persigui¨® durante a?os con la Uni¨®n Europea: el conocido como PNR. Ese acuerdo le permite acceder a los datos de los pasajeros de vuelos entre la Uni¨®n Europea y Estados Unidos. Solo tres meses despu¨¦s, Washington ha ampliado de esta manera su radio de acci¨®n a pesar de que tal posibilidad es una interpretaci¨®n demasiado amplia de ese acuerdo, pero las compa?¨ªas a¨¦reas, de no seguir sus instrucciones, se arriesgan a que Estados Unidos les impida el paso. ?Por qu¨¦? Porque temen el desv¨ªo del avi¨®n con fines terroristas y porque ni las autoridades nacionales ni las europeas parecen dispuestas a tomar cartas en el asunto. As¨ª que a trav¨¦s de esta noticia ya somos todos un poco m¨¢s conscientes de lo inermes que estamos ante un pa¨ªs que rechaza la justicia universal que representa el Tribunal Internacional de Justicia, pero que no duda en erigirse en polic¨ªa global.
Gracias a aquel acuerdo de diciembre, EE UU controla los datos de esos millones de pasajeros que cruzan el Atl¨¢ntico. Forma parte de su visi¨®n de la guerra antiterrorista. Washington coteja esos datos con su lista de ¡°indeseables¡± y rechaza a quienes considera peligrosos con unos m¨¦todos preventivos que reducen las garant¨ªas procesales del ciudadano y en modo alguno respetan los est¨¢ndares europeos. ?C¨®mo es posible que ahora la misma Comisi¨®n Europea que suscribi¨® el acuerdo PNR diga que esto no le compete? ?Por qu¨¦ no reaccionan las autoridades nacionales?
La larga batalla para impedir el PNR fue liderada en su momento por el Parlamento Europeo. A una parte importante de los eurodiputados les preocupaba especialmente el uso de los datos privados de los pasajeros. Finalmente, se logr¨® dejar fuera alguna de las exigencias americanas, como la de consignar la religi¨®n de los viajeros. Sin embargo, tambi¨¦n esta batalla de la privacidad parece estar perdi¨¦ndose de manera irremisible y no solo por la imposici¨®n de los funcionarios americanos, sino por ese elenco de empresas que, en cuasi r¨¦gimen de monopolio, operan en Internet a nivel mundial. Google, Facebook, Amazon, Twitter, Apple... Sus agresivas pol¨ªticas comerciales, su creatividad y su indudable talento en el control de las tecnolog¨ªas de la comunicaci¨®n son una seria amenaza para la privacidad de los ciudadanos.
Estas empresas utilizan los datos para optimizar el impacto de la publicidad, entran en las bibliotecas digitales de los usuarios para arrebatarles una obra que deben retirar o publican sus mensajes privados alegando que no eran tales y que los contratos firmados as¨ª lo permiten. No es algo exclusivo de tales empresas, pero la dimensi¨®n de sus negocios da idea de su extraordinario poder. Facebook cuenta ya con 995 millones de usuarios activos. Twitter, con 500.
Puede que China desbanque pronto a Estados Unidos como primera potencia mundial, pero solo en t¨¦rminos de producto interior bruto y este no contabiliza una fuente de poder tan importante como la informaci¨®n. Esta, como se ve, est¨¢ siempre en las mismas manos. Todos los ciudadanos de a pie ¡ªy no solo los europeos¡ª deber¨ªamos estar preocupados por todo esto.
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