Mil euros de incentivo... ?al mal estudiante?
Extremadura inicia un programa para atraer al aula a j¨®venes sin secundaria a cambio de dinero Nueva York y Chicago ya han ensayado la pol¨¦mica iniciativa con resultados desiguales
¡°Hasta para ser basurero, le piden el t¨ªtulo¡±. El hijo de Lorenzo Mu?oz es uno de los aspirantes a la ESO de los 1.000 euros, un programa que acaba de arrancar en Extremadura y que premiar¨¢ con este importe a j¨®venes de entre 18 y 25 a?os que terminen la Secundaria. Pablo Mu?oz, el aludido, tiene 21 a?os y dej¨® las aulas casi reci¨¦n llegado al instituto, porque no le gustaba estudiar. Desde entonces tampoco ha conseguido trabajo aparte de ayudar en el campo a su padre, que es agricultor en Santa Marta de los Barros, un municipio de Badajoz de 4.000 habitantes. El Gobierno extreme?o afirma que persigue evitar la exclusi¨®n de j¨®venes como Pablo. La medida resulta controvertida, especialmente en ¨¦poca de recortes, pero varios expertos avalan el intento, como Juan Manuel Moreno, especialista en educaci¨®n del Banco Mundial: ¡°La tasa de abandono escolar en Espa?a requiere medidas de choque; merece la pena experimentar¡±.
Casi un mill¨®n de j¨®venes en edad universitaria (entre 18 y 24 a?os) no terminaron estudios de bachillerato o formaci¨®n profesional. El 26,5% del total en 2011, seg¨²n datos del Ministerio de Educaci¨®n. En Extremadura, el ¨ªndice sube al 29,6%, lo que se traduce en unos 28.000. Pero, adem¨¢s, hay unos 8.000 extreme?os de entre 18 y 25 a?os que est¨¢n apuntados al paro sin ni siquiera haber obtenido el t¨ªtulo de ESO, y el Gobierno regional, liderado por el popular Jos¨¦ Antonio Monago, pretend¨ªa formar a la mitad con este programa. Por ahora, se han apuntado 2.435 (el 63% de las 3.900 plazas previstas), si bien hay lista de espera en algunas poblaciones. ¡°Es un problema estructural; o lo afrontamos, o pueden convertirse en parados vitalicios¡±, asegura Sergio Vel¨¢zquez, secretario de Empleo, Actividad Empresarial e Innovaci¨®n Tecnol¨®gica. Este departamento financia con cuatro millones de euros el programa que desarrolla Educaci¨®n. ¡°Tenemos el deber moral de no dejar tirados a j¨®venes que dejaron de estudiar, para trabajar en la construcci¨®n o por lo que sea, y ahora est¨¢n en el paro y sin formaci¨®n¡±, recalca Vel¨¢zquez. La iniciativa recibi¨® el apoyo del ministro de Educaci¨®n, Jos¨¦ Ignacio Wert, que, en una visita a Extremadura el pasado lunes, consider¨® que contribuye a mejorar la ¡°inserci¨®n de los j¨®venes¡± y la ¡°inclusi¨®n social¡±.
La medida, sin embargo, no ha contado con el respaldo de los sindicatos mayoritarios, UGT y CC OO, en la regi¨®n extreme?a. Y ha generado mucha pol¨¦mica en el ¨¢mbito docente: ¡°Que te paguen por cursar una educaci¨®n p¨²blica gratuita la desvirt¨²a como valor propio¡±, opina Nieves Garc¨ªa, presidenta de la Asociaci¨®n de Directivos de Institutos P¨²blicos de Extremadura. Expertos como Moreno discrepan: ¡°En general, nos gustar¨ªa que todos los j¨®venes se rigieran por los valores de las clases medias y altas, que tienen interiorizada la motivaci¨®n intr¨ªnseca del estudio (como un beneficio en s¨ª mismo), pero no es as¨ª¡±.
Fernando Gonz¨¢lez Pozuelo, catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa de la Facultad de Educaci¨®n de Badajoz, explica que las clases desfavorecidas tienden a pensar solo a corto plazo. ¡°Hay que pensar nuevas maneras de motivar; por ejemplo, un plan de alfabetizaci¨®n puede tener m¨¢s ¨¦xito si aprender a leer se presenta como un medio para conseguir el carn¨¦ de conducir¡±.
¡°Plantear recompensas (motivaci¨®n extr¨ªnseca) siempre genera mucho debate. Por ejemplo, puede atraer a cierta gente pero, a la vez, pervierte la relaci¨®n entre profesor y alumno, que ya no est¨¢ basada solo en el conocimiento, sino tambi¨¦n en la prestaci¨®n econ¨®mica condicionada por la evaluaci¨®n¡±, se?ala Jos¨¦ Saturnino Mart¨ªnez, soci¨®logo de la Universidad de La Laguna y especialista en educaci¨®n e igualdad social, que adem¨¢s fue asesor educativo del Gobierno del PSOE la pasada legislatura. En el caso extreme?o, los alumnos solo recibir¨¢n los 1.000 euros ¡ªla mitad en el ecuador del curso y la otra, al final¡ª si superan todas las materias, con un curr¨ªculo similar al de los centros de educaci¨®n para adultos.
Manuel ?ngel R¨ªo, soci¨®logo de la Universidad de Sevilla, dirige desde hace tres a?os un estudio sobre unas becas para ense?anzas postobligatorias en Andaluc¨ªa, gobernada por el PSOE. La Beca 6.000 aporta esta cantidad anual a los alumnos con escasos recursos econ¨®micos que cursan bachillerato o ciclos formativos. Ante cualquier suspenso, la ayuda queda retenida. ¡°Hemos constatado que mejora el rendimiento de los becarios, intensifica el esfuerzo de los que tienen m¨¢s dificultades y legitima el rol de estudiante en hogares en los que urge la entrada de ingresos¡±, explica, declar¨¢ndose partidario de los programas de transferencia de renta condicionados a resultados educativos, siempre que est¨¦n dise?ados para ¡°combinar la necesaria solidaridad con una notable exigencia¡±. Desde 2009, m¨¢s de 20.000 estudiantes han recibido esta ayuda, seg¨²n el Gobierno andaluz.
Un 26,5% de espa?oles en edad universitaria no tiene t¨ªtulo de ESO
En la misma comunidad, se activaron en 2011 unas becas de 400 euros mensuales para estudiantes de entre 18 y 24 a?os para seguir estudios de secundaria. Aunque se convocaron 3.000, el primer curso (el pasado) apenas se concedieron medio centenar porque sus criterios eran muy exigentes (llevar en paro m¨¢s de 12 meses, tener cargas familiares¡). Este a?o, la Junta de Andaluc¨ªa asegura que se ha ¡°flexibilizado¡± esos requisitos y subraya que el objetivo es que ¡°j¨®venes desempleados puedan reengancharse a los estudios¡±. ?Pueden sentirse en desventaja sus compa?eros sin posibilidad de acceder a las becas? ¡°No hemos estudiado esa hip¨®tesis, pero desde luego en nuestras entrevistas a los becarios no hemos detectado esa sensaci¨®n. Si acaso, ocurre lo contrario, algunos se sienten avergonzados de necesitar la ayuda, preferir¨ªan que sus padres pudieran pagar los estudios¡±, explica R¨ªo. Pero en su estudio tambi¨¦n destacan otra idea m¨¢s optimista: ¡°Muchos tienen claro que no es ning¨²n regalo ¡ªa diferencia de la imagen que muchas veces maneja la opini¨®n p¨²blica¡ª, sino algo que merecen porque se est¨¢n esforzando¡±.
Para Moreno, del Banco Mundial, tambi¨¦n el programa extreme?o se basa en ¡°el principio tradicional de las becas¡±. ¡°Me da la impresi¨®n de que es una medida que planteada por la izquierda o la derecha en diferentes regiones obtiene cr¨ªticas desde el otro lado¡±, advierte abogando por evaluar la iniciativa en funci¨®n de la evidencia. Al respecto, Pablo Zoido, analista del Directorio para la Educaci¨®n de la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n Econ¨®mica y el Desarrollo (OCDE), indica que ¡°hay evidencia experimental de que los incentivos monetarios por resultados tienen un impacto muy limitado y que solo en casos y circunstancias determinadas pueden lograr mejorar el esfuerzo¡±. Seg¨²n resalta, ¡°si acaso tienen mayor impacto positivo, relativamente, cuando se centran en los insumos de la educaci¨®n¡±, lo que vincula con programas de transferencias condicionadas como las becas de mantenimiento escolar en Gran Breta?a, Oportunidades en M¨¦xico o Bolsa Familia en Brasil.
Moreno coincide en la complejidad de estos programas y asegura que es un debate abierto desde hace varios a?os en Estados Unidos: ¡°?Incentivo o soborno?¡±. ¡°Hay gente muy purista que opina que una recompensa externa en met¨¢lico anula el desarrollo de una motivaci¨®n intr¨ªnseca¡±. Seg¨²n explica, la evidencia emp¨ªrica obtenida por el Laboratorio de Harvard, que hace a?os implement¨® programas de incentivos econ¨®micos por buenas notas o comportamiento, en ciudades estadounidenses como Nueva York o Chicago, descarta esa hip¨®tesis. Eso s¨ª, los resultados de las evaluaciones de estas experiencias en Estados Unidos var¨ªan mucho seg¨²n factores como el entorno urbano, el tipo de programa, las circunstancias que lo rodean¡ ¡°Tienen m¨¢s ¨¦xito las iniciativas concretas, no tanto el incentivo a las buenas calificaciones, sino m¨¢s bien por asistencia a clase, por leer un determinado n¨²mero de libros¡ Eso, a la larga, suele conllevar tambi¨¦n una mejor¨ªa de las notas¡±.
¡°El abandono exige medidas de choque¡±, dice un experto. ¡°Hay que experimentar¡±
?Y el papel del profesor? ?Se complica su tarea al no tratar solo aspectos acad¨¦micos, sino interferir en la consecuci¨®n de un dinero? ¡°Nos preocupa la presi¨®n sobre los profesores, de cuya evaluaci¨®n va a depender que el alumno consiga o no los 1.000 euros¡±, plantea en el caso extreme?o la presidenta regional de la Asociaci¨®n de Directivos de Institutos P¨²blicos. ¡°Tambi¨¦n puede hacerse la lectura contraria: el incentivo les da una herramienta m¨¢s para trabajar con alumnos a los que es dif¨ªcil motivar¡±, disiente Moreno. ¡°Entiendo que puede ser dif¨ªcil para los profesores que por primera vez afrontan esa circunstancia, pero es una problem¨¢tica con la que ya trabajamos en la universidad, en la que tener que renovar una matr¨ªcula por un suspenso implica un considerable desembolso, pero eso no debe suponer mayor problema para un docente¡±, interviene Jaime Riviere, soci¨®logo de la Universidad de Salamanca.
Para estos expertos, las dudas sobre los incentivos econ¨®micos se plantean m¨¢s bien a la hora de analizar las caracter¨ªsticas del programa. ?Por qu¨¦ ahora, por ejemplo? ¡°Hubiera procedido en el ciclo contrario, cuando los alumnos se iban porque ten¨ªan asegurado un trabajo, que les resultaba m¨¢s rentable a corto plazo; es entonces cuando habr¨ªa que haberles compensado para que se quedaran en las aulas¡±, argumenta Moreno. ¡°No entiendo que un programa para que la gente termine ESO pueda generar pol¨¦mica, lo veo como una pol¨ªtica activa de empleo. Otra cosa es c¨®mo se implementa, porque tendr¨ªan que ser pol¨ªticas sistem¨¢ticas¡±, incide Riviere. ¡°Hemos detectado el problema y lo abordamos. No descartamos mantenerlo en el futuro, si fuera necesario, o ampliarlo a otras edades¡±, declara el secretario de Empleo del Gobierno extreme?o.
Para los soci¨®logos, en todo caso, pesa m¨¢s el posible beneficio que la falta de garant¨ªa de los incentivos, aunque estos no siempre sean positivos y existan riesgos. ¡°El coste de tener una bolsa de j¨®venes sin graduado, tanto individualmente para ellos como para el conjunto de la sociedad, es tan enorme, que la inversi¨®n merece la pena¡±, proclama Rafael Feito, de la Universidad Complutense de Madrid, que recientemente ha iniciado un programa sobre la vuelta a la ense?anza obligatoria de trabajadores expulsados por el mercado laboral.
¡°Que te paguen por cursar educaci¨®n p¨²blica la desvirt¨²a¡±, dice una directora
¡°Son gente que fue a la escuela, pero eran 40, el profesor no les atend¨ªa, en general tienen pocos recursos y para muchos es su primera experiencia laboral¡±. ¡°Incluso deber¨ªa extenderse a edades m¨¢s elevadas, nuestros casos var¨ªan de los veintitantos a los 40 a?os¡±, propone, por mucho que sorprenda que esto ocurra en plena ¨¦poca de recortes, cuando el Gobierno central ha endurecido los requisitos para las becas universitarias, por ejemplo. ¡°Las ayudas al estudio deben ser un instrumento de igualdad social; despu¨¦s se pueden plantear incentivos para mejorar ciertos aspectos, pero en s¨ª mismas siempre han contribuido a aumentar el rendimiento de los estudiantes¡±, se?ala R¨ªo.
Ahora, los expertos tambi¨¦n coinciden en que estos programas de ¨²ltimo recurso no son el ant¨ªdoto definitivo contra el abandono escolar. Son m¨¢s bien paliativos. Pero para combatirlos apuestan por actuaciones contundentes desde el inicio de la educaci¨®n: ¡°Los pa¨ªses que logran reducir de forma eficaz el abandono escolar son aquellos que lo afrontan desde muy pronto. Es el ejemplo de los pa¨ªses n¨®rdicos, donde existen mecanismos para detectar e intervenir de forma inmediata cuando un alumno empieza a quedarse atr¨¢s en primaria¡±, expresa Zoido. ¡°El mejor euro invertido en educaci¨®n es el destinado a preescolar¡±, apostilla Moreno. En cuanto al reenganche de estudiantes, Zoido apela a la flexibilizaci¨®n y diversificaci¨®n de los caminos para obtener un t¨ªtulo, como ocurre en pa¨ªses como Alemania o B¨¦lgica, donde han facilitado una titulaci¨®n universitaria a quienes tengan formaci¨®n profesional y cierta experiencia en el mercado laboral.
En esa l¨ªnea, Riviere tilda de ¡°dram¨¢tico¡± que no obtener el t¨ªtulo de educaci¨®n obligatoria impida acceder a otros ciclos educativos. ¡°El propio sistema genera fracaso no facilitando que los alumnos puedan seguir estudiando¡±. Ante ese panorama, apoya iniciativas como los 1.000 euros extreme?os, que m¨¢s que incentivo califica de ¡°cebo¡±. A punto de picar estar¨ªa por ejemplo Pablo, que seg¨²n su padre est¨¢ inform¨¢ndose sobre c¨®mo acceder al programa: ¡°Ten¨ªa claro que deb¨ªa volver a estudiar, pero con esto ha empezado a moverse¡±. El soci¨®logo salmantino sentencia: ¡°?Pagar por estudiar es bueno o malo? Habr¨¢ que ver hasta qu¨¦ punto es eficiente, no veo una cuesti¨®n ideol¨®gica¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.