¡°Lo org¨¢nico ya no es cosa de dos jipis¡±
La acad¨¦mica habla del potencial uso de los alimentos ¡°como medicina preventiva¡±
Su h¨¢bitat es la facultad. Por eso nos cita all¨ª. Nada de cafeter¨ªas. En los pasillos de la Facultad de Agr¨®nomos de la Universidad Polit¨¦cnica de Valencia no solo saluda a todo el mundo, sino que de casi cada puerta tiene una llave. Maneja dos despachos, el de subdirectora y el de profesora. Y todos los laboratorios se abren a su paso. En este espacio, Mar¨ªa Dolores Raig¨®n (Montilla, C¨®rdoba, 1961), catedr¨¢tica y doctora en Agricultura Ecol¨®gica, lleva d¨¦cadas investigando sobre las propiedades de los productos org¨¢nicos (no se usan con ellos ni pesticidas ni fertilizantes) y sus modificaciones gen¨¦ticas. Por eso su discurso es tajante: ¡°Este tipo de alimentaci¨®n ya no es una cosa de dos jipis como antes; ahora es algo global¡±.
Cada comida supone ¡°un gran riesgo de salud¡±, prosigue: ¡°Y ya ver¨¢s cuando se le encuentre el potencial como medicina preventiva¡±. Partiendo de estas certezas, que maneja entre nombres t¨¦cnicos y ejemplos cotidianos, la ingeniera desbroza todos y cada uno de los argumentos a favor y en contra de este tipo de cultivos con una pedagog¨ªa fascinante, entre lo maternal y lo profesional. Segunda de ocho hijos, lleva toda la vida estudiando lo que considera el ¡°fin ¨²ltimo¡± de la tierra: los alimentos. Ha impartido charlas por toda Espa?a y en pa¨ªses como Portugal, Ruman¨ªa o Brasil. De este ¨²ltimo, por cierto, se trajo unas conclusiones muy esperanzadoras: ¡°Est¨¢n abogando mucho por la econom¨ªa y el abastecimiento familiar¡±.
A este tipo de consumo alude cuando describe a los ¡°talibanes de lo ecol¨®gico¡±: ¡°Espa?a es uno de los mayores productores europeos, pero est¨¢ a la cola en cuanto a consumo¡±, lamenta. ?Y es mejor tomar productos biol¨®gicos si tienen que recorrer hasta 2.000 kil¨®metros? ¡°Bueno, a veces no tiene mucho sentido¡±, resume mientras baja la voz en una charla intercalada entre interrupciones de alumnos y apreciaciones de la maestra.
El tema levanta ampollas. Hace unos meses, apareci¨® un estudio que negaba beneficios nutricionales ¡°significativos¡± de estos alimentos: ¡°Era un informe que reconoc¨ªa su escaso margen temporal y que, aun as¨ª, daba valores positivos a todo lo org¨¢nico¡±, incide mientras se empe?a en imprimirlo y desgranarlo punto por punto. ¡°De todas formas, hay m¨¢s razones, como el respeto medioambiental y la lucha contra el despilfarro¡±.
?Y el precio? ¡°Bueno, todo es cuesti¨®n de prioridades¡±, acierta a decir, aunque comprenda la inaccesibilidad de muchas personas a este mercado. ¡°Yo en mi casa lo cumplo casi al 100%. Me cuesta m¨¢s en la universidad¡±, a?ade mirando el vaso del caf¨¦. Y a pesar de que esta defensa le hace hablar de la ¡°resistencia¡± a los antibi¨®ticos o de ¡°nitritos¡± en la comida, Raig¨®n tambi¨¦n critica alguna de las pr¨¢cticas: ¡°La mercantilizaci¨®n llega a todos los rincones. En lo org¨¢nico tambi¨¦n hay derroche porque se empieza a descartar lo feo¡±, aclara. Esta pretensi¨®n est¨¦tica ha acabado con la diversidad y ha favorecido la vulnerabilidad de las plantas y alimentos, acostumbrados a desarrollarse en un medio inocuo que acaba con el ecosistema local: ¡°Lo que no es bueno es la comodidad, que es lo que hemos hecho con la agricultura convencional. Les hemos retirado todas las amenazas y sus defensas han desaparecido. Lo mismo que con los seres humanos¡±, concluye.
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