?Qui¨¦n expide el carn¨¦ de comisario moral en bio¨¦tica?
Resulta injusto descalificar a personas, en este caso los miembros del Comit¨¦ de Bio¨¦tica de Espa?a, por lo que se sospecha que van a hacer
La reciente renovaci¨®n del Comit¨¦ de Bio¨¦tica de Espa?a ha suscitado en la opini¨®n p¨²blica una expectaci¨®n muy superior a la que gener¨® su creaci¨®n hace cuatro a?os. Que un ¨®rgano colegiado que carece de funciones decisorias, y ¨²nicamente elabora informes no vinculantes, sea objeto de tanto inter¨¦s antes a¨²n de iniciar sus trabajos demuestra la madurez democr¨¢tica de nuestro pa¨ªs, que considera que las cuestiones de bio¨¦tica no s¨®lo deben ser objeto de regulaci¨®n jur¨ªdica sino tambi¨¦n de p¨²blica reflexi¨®n. Por lo dem¨¢s, es l¨®gico que se expresen las opiniones m¨¢s diversas acerca de su nueva composici¨®n, y que unos se alegren y otros se disgusten en funci¨®n de la afinidad o discrepancia con los reci¨¦n elegidos.
Ahora bien, me parece injusto para el Comit¨¦ de Bio¨¦tica de Espa?a y empobrecedor para la sociedad el empe?o de algunos en etiquetar a los nuevos miembros como comisarios morales al servicio del gobierno.
Ciertamente es peligroso que en una sociedad florezcan los tipos que utilizan el poder para imponer su particular c¨®digo moral a los dem¨¢s. Pero en sociedades medianamente democr¨¢ticas, como la nuestra, ese riesgo suele estar controlado. Puede, en cambio, llegar a ser m¨¢s preocupante la actitud de quien, elev¨¢ndose sobre el com¨²n de los mortales, se arroga la competencia para decir qui¨¦n puede participar o no en ¨®rganos de deliberaci¨®n bio¨¦tica. Ese es, a mi entender, el verdadero comisario moral.
Resulta injusto descalificar a personas, en este caso los miembros del Comit¨¦ de Bio¨¦tica de Espa?a, por lo que se sospecha que van a hacer. Hay que dejarlas trabajar y juzgar con rigor los argumentos que propongan. Con demasiada frecuencia tendemos a ahorrarnos esta enojosa tarea. Preferimos limitarnos a aplaudir a quien llega a la misma conclusi¨®n que yo y escandalizarnos ante quien sostiene la contraria, sin valorar la consistencia de sus argumentos. Pero con esa actitud consagramos la l¨®gica amigo-enemigo como norma de funcionamiento social y abdicamos de cualquier uso p¨²blico de la raz¨®n.
Pero m¨¢s all¨¢ de la injusticia que supone pretender excluir a quienes no piensan como uno, el expendedor de carnets de comisario moral ocasiona un perjuicio social. Porque, con su censura, trata de impedir la circulaci¨®n de las opiniones que le parecen err¨®neas o peligrosas. Y eso empobrece la vida social porque, como dec¨ªa John Stuart Mill: ¡°si la opini¨®n es verdadera se priva (a los ciudadanos) de la oportunidad de cambiar el error por la verdad; y si es err¨®nea pierden lo que es un beneficio no menos importante: la m¨¢s clara percepci¨®n y la impresi¨®n m¨¢s viva de la verdad, producida por su colisi¨®n con el error¡±.
Vicente Bellver Capella es profesor titular de Filosof¨ªa del Derecho en la Universitat de Val¨¨ncia y miembro del Comit¨¦ de Bio¨¦tica de Espa?a
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