El peligro de ser atropelladas impulsa la evoluci¨®n de un tipo de golondrinas
Un estudio en EE UU demuestra que al reducir su envergadura esquivan mejor los coches
Los humanos no son, ni mucho menos, las principales v¨ªctimas del tr¨¢fico. Los animales de todo tipo, desde insectos a mam¨ªferos, tambi¨¦n tienen que evitar los atropellos. Solo en Estados Unidos se calcula que m¨¢s de 60 millones de p¨¢jaros mueren al a?o atropelladas. Tan intensa es la presi¨®n, que 100 a?os de automoci¨®n han bastado para que algunos animales evolucionen con el fin de esquivar los atropellos. Es lo que han hecho un tipo de golondrinas de Nebraska, las Petrochelidon. Ni casco ni cintur¨®n de seguridad: la idea es correr m¨¢s. O, mejor dicho, maniobrar mejor. Igual que los famosos mosquito de la aviaci¨®n de hace medio siglo, las aves han reducido su envergadura y as¨ª, con alas m¨¢s cortas, maniobran m¨¢s ¨¢gilmente, alzan el vuelo antes, y evitan los accidentes.
El proceso ha sido sorprendentemente r¨¢pido. Nada de las islas aisladas durante milenios que alertaron a Darwin. En 30 a?os de estudio se ha podido medir el resultado, seg¨²n publican Charles Brown, de la Universidad de Tulsa (Oklahoma) y Mary Bomberger Brown, de la Universidad de Nebraska-Lincoln, en Current Biology. La pareja ha medido el n¨²mero de nidos, de aves atropelladas y su tama?o. Y la relaci¨®n es clara: las menores prosperan m¨¢s y mueren menos.
Los investigadores afirman que desde 1982 han recorrido las mismas carreteras de la misma zona par¨¢ndose a recoger cada golondrina atropellada que encontraban. Esa fue la base del trabajo. Para ponerlo en contexto, midieron las muertes de las aves por causas naturales, estimaron su poblaci¨®n total y otros factores, como la presencia de depredadores o el volumen del tr¨¢fico. El resultado es que ha habido una disminuci¨®n continua de la envergadura media de las aves que se corresponde con una mayor cantidad de golondrinas y un menor n¨²mero de aves atropelladas. Y las que mor¨ªan en un accidente ten¨ªan las alas m¨¢s largas que la media.
Han bastado 30 a?os para que se observen cambios en los animales
El trabajo es el primero ¨Cque se sepa- que vincula la automoci¨®n con un cambio morfol¨®gico de un animal. No hay mediciones que demuestren que otras especies, como los anfibios o reptiles en algunas zonas, hayan reaccionado igual. Tampoco que eso haya sucedido con otra especie amenazada por los coches, como son los peatones. Quiz¨¢ porque este tipo de aves ten¨ªa una costumbre que las hac¨ªa especialmente vulnerables: posarse en la carretera para comer los restos de insectos menos afortunados que ellas.
Los autores admiten que esta atractiva explicaci¨®n puede no ser la ¨²nica. Seg¨²n escriben, ha habido otras condiciones, como el aumento de fuertes vientos, que pueden haber ayudado. Tambi¨¦n que las aves hayan aprendido a evitar los coches por observaci¨®n directa. O ¨Cy esta opci¨®n es casi llamativa como la evolutiva- que haya un proceso de aprendizaje entre las golondrinas. Sea cual sea la causa, que seguramente sea una mezcla de todo, por lo menos parece que esta vez los coches no han sido causa de extinci¨®n. El asunto da una nueva dimensi¨®n al concepto de selecci¨®n natural, al incorporar a los veh¨ªculos como depredadores. Darwin disfrutar¨ªa.
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