Una reforma educativa que destruye las bases de la democracia
El autor rechaza la eliminaci¨®n de la materia de ?tica con la reforma educativa
La identidad hist¨®rico cultural no es algo que uno, individuo o naci¨®n, pueda elegir caprichosamente. Nuestra personalidad, como pueblo o sociedad, est¨¢ formada por dos estratos: uno m¨¢s profundo que act¨²a como base, que no hemos elegido nosotros, y un segundo que se asienta sobre el primero y que, tras la socializaci¨®n primaria, por nuestra madurez y capacidad de pensar, nos permitir¨¢ ir eligiendo por nosotros mismos, pero siempre partiendo de las condiciones socioculturales que nos marc¨® a fuego e impuso la primera plataforma cultural socializadora, m¨¢s amplia, desde la que crecimos y a la que siempre estaremos irremediablemente unidos.
En este sentido, el parto de la madre Europa se va a alargar a lo largo de varios siglos. As¨ª, comenzando con la romanizaci¨®n, pasando por el incipiente cristianismo y los pueblos b¨¢rbaros, se van engendrando unas ra¨ªces que, al crecer, crear¨¢n unos lazos de uni¨®n que ir¨¢n viendo emerger del seno geogr¨¢fico cultural europeo a diferentes pueblos entre los que est¨¢ el nuestro. Y ser¨¢ en la Edad Media cuando empiece su socializaci¨®n, consolidando las lenguas romances, una cristianizaci¨®n que, junto con el renacimiento grecorromano de los siglos XV y XVI, ir¨¢ definiendo nuestras creencias, nuestros valores, nuestras ciencias y nuestra forma de pensar y actuar.
La Ilustraci¨®n y las revoluciones liberales muestran que aquellos pueblos, que comenzaron a perfilarse hac¨ªa ya casi dos milenios y que fueron socializados durante siglos en los patrones culturales europeos, quer¨ªan independizarse de sus padres (Europa), decidir su propio futuro. Pero no eran conscientes de que con ¡°querer¡± no basta, sino que hace falta un gran esfuerzo de reflexi¨®n filos¨®fica para adquirir conciencia hist¨®rica de por qu¨¦ somos como somos, es decir, europeos y espa?oles, y desde ese momento, en tanto que somos conscientes y conocedores de los ingredientes culturales que, desde la lejana simbiosis entre iberos y romanos, han ido haciendo de nosotros lo que somos y, por tanto, condicionando nuestros comportamientos sociopol¨ªticos, ser capaces de dirigir con conocimiento de causa y prudencia nuestro presente y futuro.
De modo que, tratar de negar nuestras arterias europeas ser¨ªa un ejercicio tan atrevido como el que trat¨® de realizar la paloma que, seg¨²n Kant afirma en su Cr¨ªtica de la raz¨®n pura, pensaba que volar¨ªa mejor sin aire y se dio cuenta que sin ¨¦l, simplemente, no avanzaba y ca¨ªa de bruces contra el suelo porque no ten¨ªa potencial con el que batir sus alas. De la misma forma, sin los ingredientes hist¨®rico culturales con los que la evoluci¨®n europea nos dot¨® ser¨ªamos seres biol¨®gicos sin perspectiva, sin capacidad de elegir, prisioneros de conductas caprichosas y ego¨ªstas.
Pero, ahora, en un momento tan crucial como el comienzo del siglo XXI, deber¨ªamos preguntarnos: ?realmente, los espa?oles estamos preparados para ser ciudadanos de la Comunidad Europea? ?Podemos ser ciudadanos de una Comunidad Europea si el sistema educativo espa?ol no potencia los valores y el bagaje cultural que hace que esa Comunidad Europea sea una realidad y no un espejismo?
En el pre¨¢mbulo del Tratado por el que se establece una Constituci¨®n para Europa se afirma que este texto surge ¡°inspir¨¢ndose en la herencia cultural, religiosa y humanista de Europa, a partir de la cual se han desarrollado los valores universales de los derechos inviolables e inalienables de la persona humana, la democracia, la igualdad, la libertad y el Estado de Derecho¡±. La verdad es que, como educador, no consigo entender como la reforma educativa de la LOMCE, en la que se suprime una asignatura fundamental para todo europeo, como la ?tica, puede promover en los alumnos todos esos valores a los que se refiere este importante pre¨¢mbulo de uni¨®n entre los europeos. Cualquier persona que hojee el ¨ªndice de un libro de la asignatura de ?tica de 4? de la ESO podr¨¢ comprobar que sus contenidos no hacen m¨¢s que fundamentar, mantener, posibilitar y potenciar estos valores de la Uni¨®n que ¡°son comunes a los Estados miembros en una sociedad caracterizada por el pluralismo, la no discriminaci¨®n, la tolerancia, la justicia, la solidaridad y la igualdad entre mujeres y hombres¡± (Art¨ªculo I-2). Enumer¨¢ndose aqu¨ª, pr¨¢cticamente, el temario que se imparte, sobre el que se reflexiona y trabaja, en la asignatura de ?tica del segundo ciclo de Educaci¨®n Secundaria Obligatoria a lo largo del curso acad¨¦mico.
Es conveniente recordar que, el a?o 2005, el 94,8% del Congreso de los Diputados vot¨® a favor del Tratado por el que se estable una Constituci¨®n para Europa. En concreto, los dos grandes partidos, PP y PSOE, votaron incondicionalmente a favor. Por ello, llama la atenci¨®n una conducta tan contradictoria, por parte del PP, como la de iniciar una reforma educativa que no posibilita la savia que nos convierte en europeos, al eliminar la materia de ?tica del curr¨ªculo y reducir a la m¨ªnima expresi¨®n la Historia de la Filosof¨ªa. El se?or Rajoy, presidente del Gobierno, fue ministro de Educaci¨®n y sabe lo importante que es esto si queremos participar y tener un proyecto europeo compartido con los dem¨¢s pa¨ªses. Creo que tama?a barbaridad no le cabe en la mente a ning¨²n espa?ol o europeo, pues de lo que no hay duda es de que todos somos ciudadanos democr¨¢ticos que necesitamos de una educaci¨®n ¨¦tico filos¨®fica que nos prepare para poder participar en esa democracia fuerte que quiere Espa?a y Europa.
El resto de asignaturas son instrumentales y solo son beneficiosas para la sociedad cuando est¨¢n guiadas por unos valores y unos proyectos ¨¦ticos que los alumnos aprenden en ?tica. Las ciencias humanas y naturales adquieren sentido y fuerza social desde una inteligencia ¨¦tica y social en la que el fil¨®sofo moral educa al alumno.
?Puede la Comunidad Europea y los pa¨ªses que la componen permitirse un sistema educativo en el que los alumnos desconocen las ra¨ªces hist¨®ricas de los valores morales, ¨¦ticos y pol¨ªticos que han hecho de nosotros lo que somos en la actualidad, y que, por ello mismo siguen impulsando nuestras decisiones sociales en el presente? Su desconocimiento, que es pr¨¢cticamente lo que propone la LOMCE, nos lleva a la imposibilidad de reconocernos a nosotros mismos, es decir, nos aboca a ser esclavos de lo que desconocemos y a no ser due?os de nuestro futuro; pues, dif¨ªcilmente puede decidir coherente y libremente aquel (individuo, sociedad o pa¨ªs) que desconoce los elementos que le definen y le condicionan en el presente.
En este sentido, la nueva reforma deja a una asignatura esencial, la Historia de la Filosof¨ªa de 2? de bachillerato, como una optativa m¨¢s, dejando de lado a todos aquellos grandes pensadores que han hecho posible toda la cultura europea de la que somos herederos y que, queramos o no, sigue siendo el potencial de nuestro presente y futuro. ?C¨®mo renunciar a la reflexi¨®n sobre el Estado y la democracia realizada por Plat¨®n en su Rep¨²blica, a las obras aristot¨¦licas sobre ¨¦tica y pol¨ªtica, al reconocimiento reflexivo sobre los l¨ªmites del conocimiento cient¨ªfico de los que nos alerta Hume, o la labor cr¨ªtica de los pensadores ilustrados (Locke, Rousseau, Kant, etc¨¦tera) por una humanidad m¨¢s justa, que desemboca directamente en nuestros ideales actuales? ?C¨®mo despreciar el an¨¢lisis sobre la sociedad europea del hombre masa llevado a cabo por uno de los mayores fil¨®sofos europeos, Jos¨¦ Ortega y Gasset, y a la cura para salir de la crisis en la que estamos desde hace tiempo, que consistir¨ªa en acabar con ese ¡°ni?o mimado¡±, ese ¡°se?orito consentido¡± al que se le ha dado todo hecho y no aprecia el esfuerzo (valor fundamental en la LOMCE) como cimiento para mantener los logros de nuestra sociedad? Ello supondr¨ªa, poco a poco, destruir la Uni¨®n Europea al no propiciar en los educandos la comprensi¨®n y reflexi¨®n sobre las verdaderas fuerzas que la unen. Por ello, es imprescindible, tanto para los alumnos de Ciencias sociales y de Ciencias naturales, conocerlos y estudiarlos para ser conscientes de cu¨¢les son nuestros elementos identitarios como europeos, porque s¨®lo desde su conocimiento y promoci¨®n seremos capaces de unirnos a los dem¨¢s pa¨ªses miembros de la Comunidad Europea, compartiendo y dirigiendo un proyecto com¨²n que parta desde los verdaderos fundamentos.
Ahora, y con todo el respeto, estimado ministro, Jos¨¦ Ignacio Wert Ortega, simplemente, a¨²n est¨¢ a tiempo de corregir un error que nos puede costar car¨ªsimo en el presente e irreparable para las generaciones futuras.
Julio Samuel Badenes Almenara es doctor en Filosof¨ªa por la Universidad de Valencia e historiador.
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