¡°El papa Francisco ser¨ªa incapaz de conversar en lat¨ªn¡±
El fil¨®logo triunfa con un ensayo sobre la lengua de los romanos
Al latinista alem¨¢n Wilfried Stroh (Stuttgart, 1933) le gusta hablar en p¨²blico con t¨²nica romana. Siente que le da m¨¢s autoridad ante un auditorio que le escucha con mayor atenci¨®n. ¡°Una vez sal¨ª as¨ª vestido en la televisi¨®n de Baviera y subi¨® mucho la audiencia¡±, cuenta ahogando la risa floja, como en toda la conversaci¨®n. Pese al ¨¦xito en la peque?a pantalla decidi¨® que solo lucir¨ªa la t¨²nica si hablaba lat¨ªn, ¡°que es cuando tiene sentido¡±. Su conferencia estos d¨ªas en Madrid frente a los miembros de la Sociedad de Estudios Latinos de Espa?a, con 8.000 afiliados, era una buena ocasi¨®n, pero no pudo ser. ¡°Se necesita al menos que una persona te ayude. Por eso los patricios romanos ten¨ªan dos esclavos dedicados a ello. Solo mi mujer y un estudiante al que hemos ense?ado saben hacer el tableado y no han venido¡±, simula lamentarse.
Pese al peque?o contratiempo, Stroh est¨¢ feliz en Madrid. Aprovecha para promocionar su ensayo El lat¨ªn ha muerto, ?Viva el lat¨ªn!, todo un superventas en Alemania donde se han alcanzado los 100.000 ejemplares vendidos. El libro es un recorrido con tono de misterio por la historia de esta lengua que ha dejado una huella indeleble en la ciencia o la justicia. ¡°Con el tiempo los de la editorial me han reconocido que no pensaban vender una copia. Lo publicaron por prestigio, porque en su cat¨¢logo tienen muchos libros de bajo nivel intelectual. ?Ni siquiera se lo mandaron a la prensa!¡±. Nadie imagin¨® que durante semanas estar¨ªa entre los libros m¨¢s vendidos de ensayo. En Espa?a un peque?o sello catal¨¢n, Ediciones del Subsuelo, se anim¨® a comprar los derechos y aspira a llegar a los 8.000 ejemplares vendidos. Va por los 3.000, una cantidad notable para sus modestas dimensiones.
Stroh, profesor de la Universidad Ludwig-Maximiliam de Munich desde 1977 (ahora como em¨¦rito), pide un caf¨¦ solo. ¡°Necesito tomar cuatro al d¨ªa¡±. Son pocos, precisa, si se compara con los 40 de Voltaire. ¡°A veces me preguntan si no me gustar¨ªa vivir en la Antig¨¹edad y contesto que no. Entonces no hab¨ªa caf¨¦ ni prensa y, adem¨¢s, no me gusta que hubiese esclavismo o su falta de democracia¡±. Por ese motivo deja bien claro que ¨¦l no es un pirado del Imperio romano, como hay legi¨®n, sino de aquella lengua, y eso que al principio disfrutaba m¨¢s con el griego y el hebreo. ¡°Pero descubr¨ª a Ovidio y hasta que no le¨ª todas sus obras no sal¨ª a la calle¡±, asegura este caballero de los de antes, con un peque?o peine en el bolsillo de la solapa y una voz de tono bajo que declama.
Es hijo de un pastor protestante que trab¨® amistad en Baviera con el papa Benedicto XVI. ¡°Mi padre dec¨ªa que no conoc¨ªa a nadie con su altura teol¨®gica. La primera y ¨²ltima vez que se dirigi¨® a los cat¨®licos como Papa, lo hizo en lat¨ªn¡±, recuerda Stroh orgulloso de su compatriota. ¡°El de ahora podr¨¢ decir cosas a los cardenales, pero ser¨ªa incapaz de mantener una conversaci¨®n en lat¨ªn¡±. No puede evitar su regocijo al compararlo.
Stroh est¨¢ convencido de que hay que envolver de cierta magia el estudio del lat¨ªn. ¡°Se ense?a muy mal. Los profesores se centran en las declinaciones sin dejar espacio para la literatura o para la historia¡±. Por eso ¨¦l no para de organizar festivales con lecturas dramatizadas, teatro y m¨²sica con un nexo en com¨²n: el lat¨ªn.
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