Con la picaresca en el ADN
Los espa?oles somos los europeos que m¨¢s desconfianza mostramos hacia el pr¨®jimo Soci¨®logos e historiadores coinciden en que es un car¨¢cter forjado durante siglos Influyen la corrupci¨®n y la religi¨®n, la crisis solo lo agudiza
Los espa?oles somos tolerantes, familiares, poco religiosos, estamos en general bastante satisfechos con nuestras vidas y nos importa m¨¢s el equilibrio entre la vida privada y la laboral que el nivel del salario. Estas son algunas de las conclusiones del informe Values and Worldviews II sobre estilos de vida, valores y creencias realizado por la Fundaci¨®n BBVA, un trabajo que toma como base 15.000 encuestas realizadas a ciudadanos de 10 pa¨ªses miembros de la Uni¨®n Europea.
Algunas de las conclusiones del informe encajan con las ideas predominantes en el imaginario colectivo europeo: italianos y polacos son los que muestran un mayor nivel de religiosidad; a los franceses les atrae la seguridad de un empleo fijo, a los suecos les gusta estar bien informados (m¨¢s del 70% lee el peri¨®dico todos los d¨ªas)... El estudio pone de relieve, sin embargo, una caracter¨ªstica de los espa?oles mucho menos conocida hasta ahora: Espa?a es el pa¨ªs, junto con Francia, con mayor nivel de ¡°desconfianza interpersonal¡±. Con un resultado de 4,7 puntos, tan solo uno por encima de los franceses, los espa?oles no solo se colocan por debajo del resto de los pa¨ªses analizados (Alemania, Dinamarca, Italia, Pa¨ªses Bajos, Polonia, Reino Unido, Rep¨²blica Checa y Suecia), sino que ni siquiera se acercan a la media, situada en 5,5.
Seg¨²n este informe, los espa?oles no creen que se pueda confiar en otras personas, exceptuando las que formen parte de su c¨ªrculo m¨¢s cercano de familiares y amigos. ?Cu¨¢ndo y por qu¨¦ ha surgido esta actitud? ?Tiene algo que ver la crisis econ¨®mica o con la coyuntura pol¨ªtica actual? ?O siempre hemos sido desconfiados por naturaleza? Puesto que no existe apenas literatura sobre el tema, los expertos coinciden en que es muy dif¨ªcil dar una respuesta cient¨ªfica a estas cuestiones. Pero precisamente, es la literatura la que primero se viene a la cabeza: un lazarillo de Tormes y un viejo ciego compartiendo un racimo de uvas.
¡ª?Sabes en qu¨¦ veo que las comiste de tres a tres?
¡ªEn que com¨ªa yo dos a dos y callabas.
Pura picaresca. Hay algunas teor¨ªas sociales, psicol¨®gicas e hist¨®ricas al respecto que pueden dar algunas otras pistas. La primera, aunque es de la historia reciente, remite a la pol¨ªtica. Es la m¨¢s recurrente y establece una relaci¨®n entre la desconfianza hacia las instituciones pol¨ªticas y hacia los individuos. ¡°Los espa?oles tienen poca confianza en las instituciones, valoran de forma m¨¢s negativa la democracia y tienen un nivel de asociaci¨®n bastante bajo¡±, se?ala la soci¨®loga Chelo Perera, coordinadora del estudio, que considera que estos pueden ser algunos de los factores que expliquen el origen de esta actitud desconfiada. Seg¨²n explica, cuanta m¨¢s inestabilidad pol¨ªtica y corrupci¨®n, mayor nivel de desconfianza interpersonal.
Que no se aplique castigo a quienes mienten exacerba el recelo generalizado
Teniendo en cuenta que en Espa?a, la media de confianza en los pol¨ªticos es de un 1,5 en una escala de 0 a 10, seg¨²n el estudio Values and Worldviews, y que no suele haber d¨ªa en el que los medios no recojan alguna informaci¨®n sobre corrupci¨®n, ya se trate de la contabilidad b de un partido o de un caso sobre ERE irregulares, esta teor¨ªa podr¨ªa tener fundamentos s¨®lidos. Si sumamos que a confiar y a desconfiar se aprende como consecuencia de repetidas interacciones sociales, como explica la doctora en Psicolog¨ªa de la Universidad Complutense, Mar¨ªa Luisa Vecina, es ¡°l¨®gico¡± que los espa?oles se muestren desconfiados hoy, ya que ¡°acumulan experiencias negativas donde se ha traicionado su confianza¡±. El hecho de que no se les haya aplicado ¡°el castigo social correspondiente¡± a los que han actuado ego¨ªstamente aprovech¨¢ndose de la confianza depositada en ellos no favorece el clima de confianza.
Pero, ?por qu¨¦ esa desconfianza hacia los pol¨ªticos y las instituciones se extiende a los ciudadanos que, en principio, no han tenido nada que ver con esas traiciones? El soci¨®logo Jaime Andreu, Decano del Colegio de Pol¨ªtica y Sociolog¨ªa de Andaluc¨ªa, razona que las instituciones son la base de la sociedad y est¨¢n formadas por individuos: ¡°Si desconfiamos de esa base, estamos desconfiando de nuestra propia sociedad y, por ende, de sus ciudadanos¡±. El experto matiza que hay que excluir de este grupo a los miembros de los c¨ªrculos m¨¢s ¨ªntimos, como amigos y familiares, los ¨²nicos a los que los espa?oles consideran dignos de su confianza. ¡°La confianza disminuye conforme la distancia social aumenta¡±, comenta. El soci¨®logo tambi¨¦n defiende que el clima de corrupci¨®n pol¨ªtica multiplica la desconfianza, tanto institucional como interpersonal.
Aclarada la cuesti¨®n sobre c¨®mo la inestabilidad pol¨ªtica representa un papel importante en el origen de la desconfianza de los espa?oles, cabr¨ªa analizar c¨®mo incide en dicho rasgo del car¨¢cter la crisis econ¨®mica que azota al pa¨ªs desde hace m¨¢s de un lustro.
Andreu deja claro que no existen datos sociol¨®gicos al respecto, pero sostiene que es un sentimiento que se fragu¨® poco antes de que naciera la democracia, en los a?os setenta, ya que desde su nacimiento, los espa?oles empezaron a desconfiar de las instituciones democr¨¢ticas. En su opini¨®n, desde entonces, se ha seguido una tendencia descendente que, en la actualidad, se ha visto reforzada por la crisis econ¨®mica.
La falta de confianza en las instituciones se extiende al resto de la ciudadan¨ªa
La coordinadora del estudio, por el contrario, opina que el elevado nivel de desconfianza de los espa?oles no est¨¢ directamente relacionado con la situaci¨®n econ¨®mica del pa¨ªs. Perera admite una relaci¨®n con la baja confianza en las instituciones democr¨¢ticas, pero considera que la desconfianza es un rasgo que forma parte del car¨¢cter de los espa?oles m¨¢s all¨¢ de la coyuntura econ¨®mica actual.
Para arrojar algo de luz sobre esta discrepancia, consultamos a Jos¨¦ Miguel Campo Rizo, secretario general del Colegio Oficial de Historiadores. Campo Rizo tambi¨¦n establece la misma relaci¨®n entre desconfianza hacia las instituciones y hacia los ciudadanos y afirma que en Espa?a no nos fiamos de nuestras instituciones ¡°desde siempre¡±. El historiador sostiene que ¡°t¨®picos como la envidia y la picaresca del car¨¢cter espa?ol han sido forjados a lo largo de la historia¡± y se remonta a un siglo antes de la democracia para poner un ejemplo. ¡°El siglo XIX fue una centuria de guerras civiles, enfrentamientos por corrupci¨®n y denuncias entre ciudadanos. Somos un pa¨ªs internamente enfrentado entre nosotros¡±, se?ala.
Campo Rizo, al igual que la coordinadora del estudio, tampoco considera que sea un fen¨®meno asociado directamente a la situaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola. A pesar de reconocer que la crisis no ha hecho m¨¢s que exacerbar este sentimiento, no cree que se trate de algo coyuntural por la debacle econ¨®mica, sino de ¡°un rasgo propio del pueblo espa?ol¡±. Un car¨¢cter que, seg¨²n ¨¦l, no se puede cambiar. Si las instituciones son fruto de los ciudadanos que conforman la sociedad, aunque intentemos copiar el modelo de otros pa¨ªses que funcionen mejor, como por ejemplo Finlandia, nunca lo lograremos, ¡°sencillamente porque los espa?oles no somos como los finlandeses¡±, sentencia.
Los resultados del informe confirman la diferencia que nos separa, al menos en t¨¦rminos de desconfianza hacia los dem¨¢s, de pa¨ªses como Dinamarca, Holanda o Suecia, donde registran los niveles m¨¢s altos de confianza interpersonal y la mejor valoraci¨®n de sus instituciones pol¨ªticas y sus sistemas democr¨¢ticos.
Las redes sociales est¨¢n cambiando la relaciones entre los m¨¢s j¨®venes
Otra historiadora, Ana Clara Guerrero de la Torre, profesora titular en el departamento de Historia Contempor¨¢nea de la UNED, concuerda con su colega en que existe una disparidad entre los pueblos latinos de Europa del sur, como Francia y Espa?a, y los pueblos del norte. Seg¨²n su teor¨ªa, estas diferencias podr¨ªan tener un origen religioso, ya que unos tienen cultura cat¨®lica y otros son protestantes o calvinistas. ¡°En el ¨¢mbito cat¨®lico, el que miente es el listo, porque luego se arrepiente y Dios le perdona; eso permite una manga ancha que no existe en los pa¨ªses protestantes o calvinistas, donde los ciudadanos son m¨¢s conscientes de su comportamiento y m¨¢s responsables de unos actos por los que tienen que responder ante la sociedad¡±, explica.
Guerrero cita la obra del Lazarillo de Tormes [el cl¨¢sico del siglo XVI que cuenta c¨®mo un cr¨ªo tiene que aprender a enga?ar a los dem¨¢s para sobrevivir] para defender que ¡°hasta en literatura nos encontramos con ejemplos del mundo de la picaresca que caracteriza a los espa?oles¡±; un rasgo que adem¨¢s, asocia especialmente a los pa¨ªses del sur.
La coordinadora del estudio, en cambio, no cree que se pueda establecer esa relaci¨®n entre pa¨ªses latinos en el caso de la desconfianza interpersonal. Sostiene que, aunque sea cierto que en Espa?a, Francia, Grecia o Portugal tengan un nivel de confianza medio-bajo en la mayor¨ªa de la gente, Italia se sit¨²a en un nivel intermedio. Como muestra el informe, estos vecinos mediterr¨¢neos superan la media europea, con un 5,7. Por tanto, no considera que la desconfianza forme parte de un patr¨®n asociado al car¨¢cter latino.
Discusiones sobre v¨ªnculos latinos aparte, y si aceptamos que la desconfianza es un rasgo propio del car¨¢cter espa?ol, cabe preguntarse c¨®mo puede afectar la desconfianza al futuro del pa¨ªs. Y viceversa: ?son previsibles cambios que recorten este nivel de recelo?
Arrepentirse y tener perd¨®n permite da manga ancha entre los cat¨®licos
La mayor¨ªa de los expertos consultados ven el futuro con relativo optimismo. El soci¨®logo Jaime Andreu opina que una de las cosas buenas que provocar¨¢ la crisis es que ¡°tarde o temprano se producir¨¢n cambios sociales y pol¨ªticos y mejorar¨¢ el funcionamiento de las instituciones, y entonces aumentar¨¢ la confianza de los ciudadanos en las instituciones y por extensi¨®n, en sus compatriotas¡±. Andreu considera que las sociedades se van regenerando a s¨ª mismas y, cuando se desequilibran, llega un momento en que se vuelven a equilibrar. En su opini¨®n, la sociedad espa?ola ¡°tiene un problema de infravaloraci¨®n, porque tambi¨¦n demuestra valores muy positivos¡±. Es curioso que, aunque nuestro nivel de desconfianza interpersonal sea tan bajo, eso no afecta a nuestros niveles de tolerancia.
La responsable del estudio, ofrece datos del informe que respaldan esta opini¨®n: los espa?oles destacan por encima de la media europea en lo que se refiere a aceptar el matrimonio entre personas del mismo sexo y la adopci¨®n por parte de parejas homosexuales o a pr¨¢cticas como el divorcio o la eutanasia. Adem¨¢s, al igual que su colega soci¨®logo, opina que a medida que la situaci¨®n pol¨ªtica se vaya estabilizando y los valores democr¨¢ticos se asienten, la confianza, tanto institucional como personal, aumentar¨¢.
El historiador Jos¨¦ Miguel Campo Rizo, se muestra convencido de que la desconfianza se moderar¨¢ en las nuevas generaciones gracias a fen¨®menos como el auge de las redes sociales, que modifican notablemente las formas de socializaci¨®n y exigen un mayor nivel de confianza en el otro para no quedarse fuera de determinados circuitos. Para la psic¨®loga Mar¨ªa Luisa Vecina, en ¨¦pocas dif¨ªciles como la actual el cerebro humano adopta posiciones ¡°directamente enfocadas a la supervivencia¡±, por lo que desconfiar ¡°es lo m¨¢s normal¡±.
Habr¨¢ que esperar pues a que lleguen tiempos mejores para comprobar si somos capaces de empezar a confiar en los dem¨¢s. Diga lo que diga nuestro acervo sociol¨®gico.
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