La orla de los exiliados
Compartieron aula, noches de estudio y foto de fin de carrera de arquitectura en la Polit¨¦cnica de Madrid. Al licenciarse en 2012, la mayor¨ªa solo vio una salida: emigrar
Los que se matricularon en 2003 en arquitectura en la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid se las promet¨ªan muy felices. Era la ¡°carrera estrella¡±, recuerda Beatriz Asensio, arquitecta leonesa de 27 a?os que lleg¨® entonces a la Facultad. Los estudios profesionales reclutaban mano de obra entre los alumnos de primer curso, las obras p¨²blicas se multiplicaban, el boom inmobiliario garantizaba trabajo estable... Por aquellos a?os Asensio encontraba ofertas de trabajo hasta por las paredes de los ba?os. Ahora rememora aquellos dulces tiempos desde su piso en Luxemburgo, el pa¨ªs al que ha tenido que emigrar forzosamente ante el panorama que se encontr¨® cuando sali¨® de la burbuja de la universidad, hace un a?o.
Desde que se fren¨® la construcci¨®n, 4.000 arquitectos han emigrado, seg¨²n un informe realizado en 2011 por el SARQ, primer sindicato del sector. Asensio no lo tiene f¨¢cil para nombrar a alguno de sus compa?eros de orla que haya encontrado empleo en Espa?a. La di¨¢spora en la profesi¨®n es la responsable de que tenga amigos en todo el globo; desde Suiza hasta China, pasando por Alemania y Noruega. ¡°?Qui¨¦n me lo iba a decir a m¨ª?¡±, comenta con resignaci¨®n a trav¨¦s de una conferencia internacional en el ordenador. ¡°Si tuviera que empezar ahora una carrera, me lo pensar¨ªa un poco m¨¢s¡±, reconoce.
Los expatriados no se quejan de vivir fuera de su pa¨ªs, la mayor¨ªa hab¨ªa cursado una beca Erasmus o ten¨ªa planeado trabajar un tiempo en el extranjero. De lo que se lamentan es de que la recesi¨®n haya determinado c¨®mo y cu¨¢ndo ten¨ªan que hacerlo, de no poder brillar en casa tras a?os de pr¨¢cticas. ¡°Las crisis no son una oportunidad, son una desgracia, y en el caso de Espa?a, que estaba en un momento dorado, a¨²n m¨¢s¡±, asegur¨® recientemente un emigrante ilustre, el director de la escuela de arquitectura de Harvard, I?aki ?balos, tambi¨¦n formado en Madrid.
De la Polit¨¦cnica sali¨® igualmente Fernando Fr¨ªas rumbo a Alemania, ante la perspectiva de una econom¨ªa en la que los j¨®venes con estudios pueden explotar sus habilidades. En septiembre del a?o pasado hizo las maletas y se compr¨® un billete para Fr¨¢ncfort. Hace dos meses, una vez interiorizadas las declinaciones del idioma germ¨¢nico, encontr¨® unas pr¨¢cticas con opci¨®n a contrato por las que trabaja ocho horas al d¨ªa y cobra 500 euros. ¡°Se habla mucho del sue?o alem¨¢n, pero hay que saber que esto no es la panacea, aunque yo he tenido mucha suerte¡±, explica. ¡°Mi jefe es un t¨ªo enrollado, el otro d¨ªa me dijo que se notaba que hab¨ªa estudiado en Madrid, estamos muy bien valorados¡±, afirma Fr¨ªas.
Mario Fern¨¢ndez, de 30 a?os, se march¨® m¨¢s lejos. Se desvi¨® varios miles de kil¨®metros de su plan inicial, que era instalarse en alg¨²n pa¨ªs del norte de Europa, y acab¨® en Shangh¨¢i. All¨ª es consultor en un estudio. Mientras que su ingl¨¦s ya es perfecto, su chino no ha ¡°avanzado nada¡±, admite. ¡°Espa?a nunca ha sido el mejor sitio para un arquitecto. En 2006, cuando yo estuve en Suecia de Erasmus, el sueldo medio era de 3.000 euros y en Espa?a no llegaba a 1.500¡±. Fern¨¢ndez se ha adaptado a la contaminaci¨®n, al car¨¢cter reservado de los chinos y a que casi nadie le siga cuando propone tomar una cerveza despu¨¦s de una jornada laboral. Cobra 2.000 euros al mes y paga 600 de alquiler. No se puede quejar, pero advierte a los que quieran coger un avi¨®n que se piensen bien el destino: ¡°Los chinos saben que en Europa hay problemas y que necesitamos salir para encontrar trabajo: ha dejado de ser un aliciente tener a un extranjero en tu equipo¡±.
Entre 2002 y 2004, cuando la generaci¨®n de reci¨¦n licenciados daba sus primeros pasos en la Facultad, el porcentaje de alumnos que compaginaba trabajo y estudios pas¨® del 20% al 40%, seg¨²n un estudio de la Fundaci¨®n Caja de Arquitectos: la m¨¢quina del ladrillo estaba en su apogeo. Fue en septiembre de hace cinco a?os cuando los entonces estudiantes empezaron a notar que escaseaban los encargos de los estudios en los que hac¨ªan pr¨¢cticas. En el oto?o de 2008 el grifo de la inversi¨®n se cerr¨® y la burbuja estall¨®, pero los hoy licenciados no fueron verdaderamente conscientes hasta que abandonaron esa isla que es la universidad. ¡°Recuerdo una clase en la que un profesor nos ense?¨® las cifras de construcci¨®n en Espa?a: me daba cuenta de lo que pasaba, pero, verdaderamente, hasta que no sales, no lo asumes¡±, relata Fr¨ªas. ¡°Sab¨ªas que la cosa no pod¨ªa ir siempre as¨ª, que por alg¨²n lado ten¨ªa que estallar, lo habl¨¢bamos, pero cuando realmente pas¨®...¡±, recuerda Mario Fern¨¢ndez.
Pilar Moreno, de 27 a?os, cuenta por decenas aquellos que un d¨ªa fueron compa?eros de estudios en la Polit¨¦cnica de Madrid, aquellos con los que comparti¨® noches en vela antes de una entrega, y que hoy se han marchado de Espa?a. Ella es una afortunada y lo reconoce con una sonrisa. Justo cuando estaba a punto de irse, solicit¨® una carta de recomendaci¨®n a uno de los estudios con los que hab¨ªa colaborado, se la negaron. ¡°Queremos que te quedes con nosotros¡±, le respondieron. As¨ª que por ahora ha decidido quedarse a la espera de un posible contrato.
Algunos cap¨ªtulos de este relato de exilio no acabaron tan bien. Aitor P¨¦rez, de 29 a?os, tambi¨¦n licenciado en 2012, prob¨® suerte en Brasil, pero, acabado su visado de turista, tuvo que volver a casa de sus padres, a Canarias, porque no encontr¨® un hueco en ning¨²n estudio. ¡°Mi t¨ªo es arquitecto en el Pa¨ªs Vasco y cuando acab¨¦ la carrera me dijo: ¡®Yo no te voy a poder dar trabajo¡¯. Ahora me planteo irme a China o a M¨¦xico¡±, explica. B¨¢rbara Garc¨ªa, de 27 a?os, ha decidido reescribir su historia en Hong Kong, adonde se traslad¨® hace tres meses. Acab¨® la carrera en seis a?os, compaginaba estudios y trabajo desde el segundo curso, pero sent¨ªa que en Espa?a no pod¨ªa evolucionar. Ahora en Hong Kong trata de abrir mercado para un estudio y algunos artistas. ¡°Me da pena, creo que la arquitectura que se hace en Espa?a es buena, pero all¨ª estaba desperdiciando mis mejores a?os¡±, apunta.
La salida al mundo laboral no fue como esperaban. Todos so?aban con montar su propio estudio, y muy pocos se creyeron aquello que les dijo una profesora el primer d¨ªa de clase del curso de 2003: ¡°Solo uno o dos de vosotros en toda esta clase tendr¨¢ la oportunidad de hacer una gran obra¡±. Los j¨®venes arquitectos se han topado con la realidad y han decidido buscar otra donde quieran sus proyectos.
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