Cuando Eva encontr¨® a Ad¨¢n
Dos estudios sit¨²an el origen del primer var¨®n hace m¨¢s de 120.000 a?os y zanjan la paradoja: hombre y mujer s¨ª coexistieron
Como es tradici¨®n en las bodas, el primer Ad¨¢n esper¨® a la primera Eva. O, como mucho, ambos prehom¨ªnidos aparecieron en el planeta a la vez. Esta es la conclusi¨®n de dos trabajos que se publican en Science y que sit¨²an el origen del antecesor gen¨¦tico de los hombres actuales en hace m¨¢s de 120.000 a?os (en dos periodos dependiendo del trabajo). Teniendo en cuenta que la primera mujer apareci¨® entre 99.000 y 148.000 a?os atr¨¢s, eso da un margen m¨¢s que suficiente para que ambos coincidieran.
El trabajo supone un adelanto en la aparici¨®n del antecesor del hombre, que estudios anteriores situaban en hace entre 50.000 y 115.000 a?os (como se ve, el sistema no es un prodigio de precisi¨®n, pero es lo mejor que se puede hacer a falta de otras partidas de nacimiento), lo que creaba una paradoja evolutiva: que el antepasado de las hembras llevara miles de a?os esperando al var¨®n.
En todos los casos los c¨¢lculos utilizan una especial manera de medir el tiempo: la frecuencia con que aparecen mutaciones en los genes. En el caso de la primera Eva se utiliz¨® el ADN de las mitocondrias, unos org¨¢nulos celulares que tienen su propio material gen¨¦tico y que pasan de generaci¨®n en generaci¨®n, con sus cambios correspondientes, por v¨ªa materna, ya que est¨¢n en el citoplasma del ¨®vulo.
En el caso de los hombres, ha habido que recurrir a lo ¨²nico que es gen¨¦tica y espec¨ªficamente masculino: el cromosoma Y. Tras secuenciarlos (describir las letras biol¨®gicas que los forman: aggtcaccta), los grupos de investigadores (uno liderado por Carlos Bustamante, de la Universidad de Stanford, en EE UU, el otro por Francesco Cucca, del Instituto de Investigaci¨®n Gen¨¦tica y Biom¨¦dica de Monferrato, en Italia) los han comparado y sacado las diferencias. Esos cambios en alguna de las letras del c¨®digo obedecen a mutaciones que permiten ir hacia atr¨¢s hasta encontrar el tronco com¨²n y la fecha en la que empezaron a separarse.
Todo el sistema funciona por probabilidades, y el reloj que usaron los americanos se gradu¨® de una manera muy original: sabiendo que la poblaci¨®n americana se separ¨® de la asi¨¢tica hace 15.000 a?os, al comparar unos genomas con otros se puede establecer una especie de regla (un cambio igual a un n¨²mero determinado de a?os).
La diferencia de la nueva dataci¨®n con la anterior se debe a que ahora los estudios han usado muchos m¨¢s datos, lo que les ha llevado a descubrir m¨¢s de 6.000 mutaciones nuevas.
Con los cambios en las fechas, como destaca en un comentario que publica en Science Rebecca Cann, de la Universidad de Hawai, la existencia de ambos, el primer Ad¨¢n y la primera Eva, se solapan mucho mejor. O, mejor dicho, los primeros adanes y evas, porque lo l¨®gico es que ese grupo de mutaciones aparecieran en poblaciones que luego se encontraron.
Porque lo que es seguro es que aquel encuentro tuvo lugar, que surgi¨® la atracci¨®n y que las cualidades de ambos combinadas fueron una ventaja evolutiva: 7.000 millones de descendientes extendidos por todo el planeta lo demuestran.
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