El arte, para los pr¨ªncipes
La crisis pone en peligro la red de coleccionistas que sostiene el sistema de galer¨ªas La clase media se repliega y deja paso a magnates y ¨¦lites econ¨®micas Los museos pierden comba
¡°Los museos est¨¢n admitiendo el retorno de los pr¨ªncipes¡±. Jo?o Fernandes, subdirector del Museo Reina Sof¨ªa, construye una frase que pide su tiempo. Nos advierte de la llegada de los magnates, las ¨¦lites econ¨®micas y el poder a las instituciones art¨ªsticas, como ya sucediera hace siglos. Son ellos quienes hoy en d¨ªa, ante la falta de fondos p¨²blicos para acceder al mercado del arte y los inalcanzables precios de infinidad de creadores, aportan las obras a las colecciones estatales. El arte, en su escala m¨¢s elevada de precios y para los artistas consagrados, ha quedado en manos de jeques ¨¢rabes, oligarcas, magnates del nuevo mundo econ¨®mico (China, Turqu¨ªa, Brasil, M¨¦xico), financieros expertos en fondos de alto riesgo, actores de Hollywood, especuladores¡ ?Y las clases medias? ?Qu¨¦ ha sido de ellas?
La historia econ¨®mica ense?a que son esas clases las que crean la prosperidad. Durante los ¨²ltimos a?os han sostenido el sistema de galer¨ªas tanto fuera como dentro de Espa?a. Pero la crisis ha alejado del arte a abogados, arquitectos, peque?os empresarios, m¨¦dicos... O, al menos, ha congelado sus compras. ¡°Hemos notado que ese cliente con una profesi¨®n liberal, que no es el gran coleccionista, pero que en Espa?a abundaba, ahora est¨¢ un poco m¨¢s alejado de las adquisiciones¡±, reflexiona Isabel Mignoni, codirectora de la galer¨ªa Elvira Gonz¨¢lez. ¡°Siguen viniendo, pero comprar; esa barrera no la traspasan¡±, se queja otra galerista madrile?a que pide el anonimato. ?Qu¨¦ efecto tiene esa p¨¦rdida en un circuito de galer¨ªas ya de por s¨ª an¨¦mico? ?C¨®mo repercute en los coleccionistas?
¡°Se compra arte porque se venera, lo otro es especulaci¨®n¡±, dice Elena Ochoa
¡°Las grandes fortunas se dirigen, normalmente, a artistas que se hallan en la c¨²spide de la pir¨¢mide. Sin nosotros ser¨ªa imposible el mercado, tal y como lo conocemos; y de momento no cambiar¨¢¡±, describe el coleccionista y empresario mallorqu¨ªn Juan Bonet.
Dif¨ªcil mantener esa aseveraci¨®n en el tiempo si el mercado del arte espa?ol contin¨²a siendo ¡°catastr¨®fico¡±. Este es el incontestable calificativo que utiliza la consultora Artprice.com, en su informe Contemporary Art Market 2013, para describirlo. Los ingresos cayeron un 62% en comparaci¨®n con el a?o pasado y el 70% de las obras que llegan a subasta no encuentran comprador. Y al desastre mercantil se le a?ade el fiscal. Gravar las ventas con un IVA del 21% provoca que al coleccionista nacional le resulte mucho m¨¢s barato comprar fuera del pa¨ªs. Y ni siquiera ofreciendo un mayor descuento al cliente las galer¨ªas espa?olas consiguen competir en igualdad de condiciones con las for¨¢neas. ¡°A pesar de que aqu¨ª te ofrecen buenos descuentos, tambi¨¦n los consigues en las galer¨ªas extranjeras¡±, apostilla el coleccionista Carlos P¨¦rez. Y, desde luego, tampoco ayuda la falta de una Ley de Mecenazgo. ¡°Todo indica que estamos presenciando la desaparici¨®n del mercado medio del arte para dejar paso a un espacio m¨¢s elitista¡±, resume el videocreador Sergio Prego.
Instalados en esta tormenta perfecta, los coleccionistas tiran de la pasi¨®n. Fernando Meana, abogado, es uno de los precursores con su bufete, Meana Green Maura y Asociados, del derecho mar¨ªtimo en Espa?a. ¡°Sigo comprando con arreglo a los l¨ªmites que me he fijado. Ya no voy a ferias porque soy un comprador compulsivo. Siempre me digo: ¡®Esta es mi ¨²ltima obra y siempre ha habido una posterior [su colecci¨®n supera las 400 piezas]¡±.
El 70% de obras que llegan a subasta no encuentran comprador
A esta pulsi¨®n, y al mercado exterior, es a la que se agarran las galer¨ªas espa?olas para respirar. ¡°Quiz¨¢s hemos bajado el ritmo, pero no conozco a ning¨²n coleccionista de mi entorno que haya dejado de comprar¡±, observa la odont¨®loga y coleccionista Pilar Citoler. Pero los hay. ¡°Estoy en estado durmiente¡±, admite un coleccionista premiado en Arco. ¡°Cada vez es m¨¢s dif¨ªcil para la clase media acceder a obras de ciertos artistas consagrados o semiconsagrados y rematar alguna pieza a tu favor¡±, advierte otro amante de este mundo, Jos¨¦ Mar¨ªa Lafuente.
Como en el verso de Neruda: ¡°Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos¡±. La crisis se ha llevado por delante una fr¨¢gil trama de coleccionistas de clase media que se fue asentando en la fase de bonanza econ¨®mica. Algunos, incluso, se han visto obligados a vender. Los cat¨¢logos de subastas de arte contempor¨¢neo de salas como Ansorena, Segre o Alcal¨¢ vienen plagados de obras producto de este naufragio. Y quien tiene artistas cotizados y con piezas se?eras opta por revenderlas a trav¨¦s de Christie¡¯s o Sotheby¡¯s.
Dice Adriano Picinati di Torcello, coordinador de Art & Finance de la consultora Deloitte en Luxemburgo, que el perfil profesional del coleccionista en Europa ¡°es muy variado¡±. Pero en t¨¦rminos de ingresos parece monol¨ªtico. El 56%, asegura, gana m¨¢s de 100.000 d¨®lares (74.600 euros), el 31% entre 50.000 (36.927 euros) y 100.000 y el 14%, menos de 50.000 d¨®lares. Por comparar, en Espa?a, durante 2011, el sueldo m¨¢s frecuente era de 15.500 euros. ?C¨®mo coleccionar desde la precariedad?
Las instituciones p¨²blicas ya no pueden acceder a determinadas obras
De hecho, la crudeza del escenario invita a hacerse m¨¢s preguntas; algunas, hasta ahora, ins¨®litas. ?Desaparecer¨¢ de Espa?a el coleccionista medio de arte contempor¨¢neo? ¡°Medio¡±, ¡°bajo¡± o ¡°alto¡± son calificativos que no comparto cuando se asocian a ¡°coleccionista¡±. ¡°Un coleccionista ama el arte o no. Adquiere una obra porque le obsesiona y la venera o no. Lo dem¨¢s es especulaci¨®n, inversi¨®n, persecuci¨®n de s¨ªmbolos econ¨®micos, culturales o sociales¡±, dice Elena Ochoa Foster, directora general de la galer¨ªa y editorial Ivorypress. ¡°Ahora, si me pregunta por el que tiene un presupuesto m¨ªnimo o bajo para adquirir una obra que le fascina y que quiere tener, pues s¨ª. Estos momentos son muy dif¨ªciles, pero no llevan de ning¨²n modo a la extinci¨®n del coleccionista¡±.
La org¨ªa de dinero que se ha despe?ado sobre el arte contempor¨¢neo las pasadas semanas ha dejado una inmensa alegr¨ªa en las cuentas de resultados de las grandes casas de subasta (Christie¡¯s se embols¨® en una sola jornada 691,5 millones de d¨®lares (510 millones de euros) y a la vez una enorme preocupaci¨®n en las instituciones p¨²blicas. ?Y ahora c¨®mo colecciono? Adquirir obras de primer nivel de grandes artistas contempor¨¢neos es un coto vedado donde solo cazan museos de Oriente Medio, alguna instituci¨®n estadounidense y, sobre todo, grandes oligarcas rusos, ¨¢rabes, chinos o latinoamericanos.
Jo?o Fernandes: ¡°La colecci¨®n como reflejo de poder ha regresado¡±
Abu Dabi, la capital de los Emiratos ?rabes, ha recurrido a cuatro arquitectos estrella (Zaha Hadid, Jean Nouvel, Tadao Ando y Frank Gehry) para crear sus nuevos museos. El proyectista franc¨¦s Nouvel inaugurar¨¢ en diciembre de 2015 su Louvre Abu Dabi y en 2017 Gehry, y su reconocible arquitectura de titanio, presentar¨¢ su versi¨®n ¨¢rabe del Guggenheim. Un contenedor que disfrutar¨¢ de un presupuesto de compras de 450 millones de euros, 200 veces m¨¢s que su primo neoyorquino. Por situar la cifra, el Museo Reina Sof¨ªa se ha gastado este a?o 1.635.206 euros en obras de arte. Parece, pues, razonable preguntarse, ?qui¨¦n atesora hoy el arte contempor¨¢neo?
Con solo 30 a?os, Sheikha Al-Mayassa bint Hamad bin Khalifa Al-Thani, la hermana del nuevo emir de Catar, es la mujer m¨¢s poderosa del planeta arte. En ese podio la ha situado la revista ArtReview. La jequesa, y por elevaci¨®n la familia real catar¨ª, invierte 1.000 millones de euros al a?o en arte, seg¨²n Artiprice.com. Dinero m¨¢s que suficiente para pagar el pasado 13 de noviembre en Christie¡¯s Nueva York 142 millones de d¨®lares (105,5 millones de euros) por el tr¨ªptico Tres estudios de Lucian Freud, de Francis Bacon. La pintura m¨¢s cara vendida nunca en subasta. Antes se hab¨ªa hecho con obra de Damien Hirst, Rothko, Warhol, Louise Bourgeois o Lichtenstein. Tambi¨¦n posee el lienzo Ni?o con paloma, de Picasso, uno de los iconos de la National Gallery de Londres que colgaba en sus salas desde hace m¨¢s de tres d¨¦cadas prestado por la familia galesa Aberconway. Hasta abril de este a?o el museo brit¨¢nico intent¨® conseguir fondos para impedir su salida del pa¨ªs. Fracas¨®. Lord Inglewood, que se moviliz¨® para lograr el dinero, califica la p¨¦rdida como ¡°una gran verg¨¹enza¡±. Catar pag¨® 60 millones de euros por la tela.
Aunque para entender la sinraz¨®n de los precios tampoco hay que irse tan lejos. Ahora descansa en los almacenes, pero durante bastante tiempo el visitante que acud¨ªa al Museo Reina Sof¨ªa de Madrid pod¨ªa contemplar una espectacular tela de Gehard Richter (el artista vivo m¨¢s caro del mundo) titulada Green-Blue. Es un pol¨ªptico de grandes dimensiones (240 x 1.100 cent¨ªmetros) armado por cuatro ¨®leos sobre lienzo que en 1997 lleg¨® a la colecci¨®n por 82.046.270 pesetas (493.108 euros). Bajo el orgi¨¢stico mercado del arte actual esta obra en subasta bien podr¨ªa costar esa misma cantidad¡ pero en euros.
La familia real catar¨ª invierte 1.000 millones de euros al a?o en arte
Ante la evidencia de que los espacios p¨²blicos no pueden ya acceder a ciertas obras y artistas, hay que rendirse o revelarse. ¡°Los museos tienen que comprar en el momento que tienen que hacerlo. Quien no haya comprado en su d¨ªa un bacon o un louise bourgeois tampoco lo va a adquirir ahora. Solo los museos ¨¢rabes, algunos americanos y ciertos coleccionistas pueden hacerlo¡±, reflexiona la comisaria Mar¨ªa de Corral. ¡°No pasa nada por no tener artistas muy famosos en las colecciones. Hay que saber explicarse en el presente. Los museos no pueden ser un cat¨¢logo de los 40 Principales¡±, apunta Bartomeu Mar¨ª, director del Museo de Arte Contempor¨¢neo de Barcelona (Macba). Pero ?c¨®mo se ense?a el expresionismo abstracto sin obras de Jackson Pollock o Willem de Kooning? ?O el movimiento Pop sin Andy Warhol? ?C¨®mo salvar estos vac¨ªos? Los estratosf¨¦ricos precios del trabajo de algunos creadores est¨¢n propiciando que museos e instituciones p¨²blicas cambien el concepto de coleccionar y de colecci¨®n. ¡°Lo que sucede invita a coleccionar de otra manera y crear un discurso distinto al del dinero¡±, comenta Jo?o Fernandes. Esta nueva estrategia habla de impulsar las donaciones, aumentar las compras colectivas, incrementar la complicidad con los artistas vivos ¡ªde tal forma que ofrezcan obras a precios especiales¡ª, potenciar los pr¨¦stamos y estar m¨¢s pr¨®ximo al arte que lleva la etiqueta de ¡°ahora¡±. Todo antes de que muchos artistas se vuelvan inalcanzables. ?Dar¨¢ tiempo?
Porque se vive una especulaci¨®n tan intensa que no solo los grandes maestros se venden por cantidades millonarias. Una legi¨®n de artistas treinta?eros (Dan Colen, Danh Vo, Jacob Kassay, Nate Lowman, Wade Guyton) ha pasado de costar 5.000 d¨®lares (3.692 euros) o 10.000 (7.385 euros) hace menos de dos a?os a 200.000 (147.710 euros) o 300.000 (221.565 euros) estos d¨ªas. Y parece que la pasi¨®n de coleccionar ya solo resulta accesible a la ¨¦lite de la ¨¦lite. La semana pasada Sotheby¡¯s bati¨® el r¨¦cord de cotizaci¨®n de Andy Warhol, Cy Twombly, Agnes Martin, Brice Marden y Martin Kippenberger pero tambi¨¦n de los j¨®venes Mark Bradford y The Bruce High Quality Foundation. ¡°Existe una gran base de coleccionistas con los que trabajamos que ni acceden a las obras maestras de artistas consagrados ni a la de los j¨®venes que se venden por grandes cifras, pero que tienen una visi¨®n particular y forman importantes colecciones¡±, se justifica Alejandra Schader, directora de Arte Contempor¨¢neo de Sotheby¡¯s Espa?a.
Mar¨ªa de Corral: ¡°Hoy solo compran museos ¨¢rabes y alguno americano¡±
Esta presi¨®n del mercado propicia la aparici¨®n de un nuevo tipo de colecci¨®n que a su vez desarrolla un museo diferente: el privado. Ya sea de una persona, una familia o de una gran multinacional. ¡°La colecci¨®n como reflejo de un poder ha regresado¡±, alerta Jo?o Fernandes. Este retorno de los pr¨ªncipes al museo se siente con facilidad. Un solo coleccionista, como Fran?ois Pinault, el magnate franc¨¦s de la industria del lujo, acumula m¨¢s de 2.500 obras. ?l solo se basta para trazar la historia del arte de los ¨²ltimos 113 a?os. O, al menos, una visi¨®n, la suya. Igual de fuerza tiene Eli Broad, Dakis Joannou, Roman Abramovich, Paul Allen, Patricia Phelps de Cisneros, Bernard Arnault, Ella Fontanals Cisneros, Rosa de la Cruz¡ Son los nuevos due?os del tesoro del arte.
Esta oligarqu¨ªa est¨¢ aportando buena parte de los fondos de los museos de arte contempor¨¢neo. Y esto, a la vez, lleva a otra interrogaci¨®n, ?debe un museo aceptar pr¨¦stamos o dep¨®sitos? Vicente Todol¨ª, director art¨ªstico de Hangar Bicocca en Mil¨¢n, es rotundo: ¡°No¡± ?Por qu¨¦? ¡°Te ofrecen la obra, la tienes por unos a?os, y en ese periodo has pagado seguros, almacenamiento; la has incluido en las exposiciones de la colecci¨®n, ha aumentado de valor y, al cabo de ese periodo de tiempo, el due?o la vende en subasta o en la galer¨ªa. La instituci¨®n se queda sin obra y el coleccionista, que la ha vendido, es qui¨¦n se beneficia. La colecci¨®n es lo que t¨² compras. Si es prestado es prestado; y cuando se va, ?qu¨¦ haces?¡±, reflexionaba en el blog Con arte y sonante.
Sin embargo, la unanimidad es una cualidad bastante rara en el paisaje art¨ªstico. ¡°Las obras buenas aunque est¨¢n encerradas en una casa y no las vea nadie valen much¨ªsimo y las malas, aunque est¨¦n en museos, no valen nada. Basta ya de decir que los coleccionistas prestan sus obras para que se revaloricen o que los museos las revalorizan¡±, apostilla Mar¨ªa de Corral. A medio camino, Carlos Urroz, director de Arco, tercia: ¡°Exposici¨®n, adquisici¨®n y dep¨®sito. Las tres¡±.
Tal vez la mejor imagen de lo que sucede en el mercado del arte actual la construye el artista Ashley Bickerton. En 1987 instal¨® en algunas de sus obras contadores que marcaban los precios de las piezas. Cada 30 segundos sub¨ªan un centavo. Tiempos de especulaci¨®n.
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