Prohibir sirve poco cuando se trata de fundamentalismos
Egipto vetar¨¢ los partidos religiosos siguiendo la estela de Siria y Jordania La medida tiene dif¨ªcil aplicaci¨®n; es f¨¢cil de esquivar
El ascenso de los partidos islamistas en Oriente Pr¨®ximo se ha visto coartado repetidamente por la oposici¨®n de los poderes f¨¢cticos tradicionales, sobre todo, los Ej¨¦rcitos y los servicios de inteligencia, a los que m¨¢s recientemente se les ha unido la ¨¦lite intelectual secular. Tras un a?o de Ejecutivo islamista interrumpido por un golpe de Estado, el Gobierno interino de Egipto, aupado por los generales, llevar¨¢ pronto a consultas una propuesta de Carta Magna que proh¨ªbe expresamente la formaci¨®n de partidos religiosos, como ya estuvieron prohibidos durante d¨¦cadas de reg¨ªmenes autoritarios desde 1956. La historia ense?a que una prohibici¨®n semejante solo hace a las fuerzas islamistas m¨¢s resistentes y menos moderadas. En Occidente tambi¨¦n se teme su avance y hay pol¨ªticos y activistas que en Estados Unidos y Europa buscan prohibir una hipot¨¦tica aplicaci¨®n de la sharia o ley isl¨¢mica en sus Parlamentos. Apelan impl¨ªcitamente a la naturaleza judeocristiana de las democracias occidentales.
¡°Modificar¨¢n los estatutos y seguir¨¢n siendo religiosos¡±, afirma un polit¨®logo
Por primera vez, la Constituci¨®n de Egipto recoger¨¢ de forma expresa la prohibici¨®n de formar partidos pol¨ªticos ¡°en base a la religi¨®n¡±. La provisi¨®n goza de un amplio consenso en Asamblea Constituyente. Este hecho muestra el giro radical que dio el pa¨ªs ¨¢rabe el pasado 3 de julio, cuando se produjo un golpe de Estado que derroc¨® al Gobierno islamista de los Hermanos Musulmanes. Sin embargo, existen muchas dudas sobre si la prohibici¨®n de formar partidos religiosos ser¨¢ realmente aplicada. La ley de partidos en vigor, aprobada por la Junta Militar que tutel¨® la transici¨®n despu¨¦s de la revoluci¨®n de 2011, ya inclu¨ªa este principio, pero ello no evit¨® una aut¨¦ntica eclosi¨®n de partidos islamistas en el panorama pol¨ªtico del pa¨ªs. No solo los Hermanos Musulmanes crearon su propia formaci¨®n, sino que tambi¨¦n lo hicieron varios movimientos salafistas, seguidores de una rama ultraconservadora del Islam.
Seg¨²n Ibrahim Awad, profesor de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad Americana de El Cairo, ¡°la aplicaci¨®n de la prohibici¨®n es complicada, y depender¨¢ de la ley que desarrolle el precepto constitucional, del contexto pol¨ªtico durante los pr¨®ximos meses y la inventiva de los partidos islamistas¡±. ¡°En sus estatutos¡±, contin¨²a, ¡°podr¨¢n eliminar cualquier referencia discriminatoria de tipo religioso para garantizar su legalidad, pero ello no evitar¨¢ que contin¨²en siendo partidos islamistas¡±. Entre las estrategias que han utilizado hasta hoy los partidos islamistas para sortear la ley figura la inclusi¨®n de miembros cristianos en sus filas. Por ejemplo, el brazo pol¨ªtico de los Hermanos Musulmanes, el Partido de la Libertad y la Justicia, contaba con un vicepresidente cristiano. Adem¨¢s, desde un punto de vista legal no es f¨¢cil determinar si un partido es religioso cuando la propia Constituci¨®n establece que la sharia es la inspiraci¨®n del ordenamiento jur¨ªdico.
Un experto cree que puede ser ¨²til para que estos grupos moderen su discurso
El art¨ªculo constitucional egipcio podr¨ªa acabar siendo utilizado como una herramienta de presi¨®n para que los partidos islamistas moderen su discurso. Esta es la posici¨®n de Ahmed Maher, cofundador del revolucionario Movimiento del 6 de Abril. ¡°Estoy a favor de la prohibici¨®n de los partidos religiosos. Pero no significa que quiera la exclusi¨®n pol¨ªtica de los islamistas, sino que cambien su actitud. No es aceptable que utilicen pol¨ªticamente la religi¨®n, calificando a sus adversarios de infieles, o aticen la violencia sectaria¡±, dice. La s¨®lida implantaci¨®n de los movimientos islamistas en la sociedad egipcia har¨ªa dif¨ªcil esa prohibici¨®n, pues consiguieron aproximadamente el 70% de los votos en las ¨²ltimas elecciones parlamentarias.
Israel, jud¨ªo y democr¨¢tico
Israel es un Estado que se cre¨® para albergar en ¨¦l al pueblo jud¨ªo. A lo largo de los a?os han emigrado a ¨¦l seis millones, procedentes de Latinoam¨¦rica, Estados Unidos, Australia, Europa, Etiop¨ªa, Afganist¨¢n y todo el norte de ?frica y Oriente Pr¨®ximo, desde Marruecos a Yemen. Operan en su Parlamento varios partidos con un mayor o menor grado de religiosidad, con un especial peso de aquellos que representan al voto ultraortodoxo, sefard¨ª y asquenaz¨ª, que hasta enero formaban parte de la coalici¨®n de gobierno. Estos se han asegurado, a lo largo de las d¨¦cadas, de que el Estado destine grandes subsidios a aquellos j¨®venes que dedican todo su tiempo a estudiar los textos religiosos, a quienes adem¨¢s tradicionalmente se les ha eximido de prestar el servicio militar obligatorio. Las fuerzas ultraortodoxas han logrado que haya barrios enteros de Jerusal¨¦n cerrados al tr¨¢fico adem¨¢s de que no haya transporte p¨²blico ni vuelos de la compa?¨ªa nacional durante el d¨ªa sagrado del sabbat.
En octubre la Corte Suprema israel¨ª rechaz¨® una petici¨®n para que en sus pasaportes su nacionalidad se cambiara de "jud¨ªos" a "israel¨ªes". Israel carece de constituci¨®n, pero en dos de sus leyes fundacionales se describe al Estado como "jud¨ªo y democr¨¢tico". En la legislatura actual y la previa varios congresistas conservadores han propuesto leyes en las que el car¨¢cter democr¨¢tico de la naci¨®n quedar¨ªa supeditado a su naturaleza jud¨ªa, algo que evitar¨ªa el derecho a la autodeterminaci¨®n de minor¨ªas como la ¨¢rabe. A esa supeditaci¨®n se han opuesto pol¨ªticos moderados como la ministra de Justicia Tzipi Livni. Para quienes ven con buenos ojos ese cambio, sin embargo, hablar de juda¨ªsmo no es hablar necesariamente de religi¨®n.
"No se trata necesariamente de un asunto religioso, sino de nacionalidad y cultura, de nuestra memoria colectiva. En Israel ser jud¨ªo no es necesariamente ser religioso, es algo que se debe tener claro", explica Yedidia Stern, vicepresidente del Instituto para la Democracia en Israel. "Y es cierto que hay otros Estados que incluyen su confesi¨®n en sus constituciones y leyes. Pero para nosotros, que estuvimos 2.000 a?os sin un Estado es importante tenerlo ahora, como un lugar que sintamos que es nuestro, con nuestras tradiciones, en el que poder practicar el juda¨ªsmo libremente de forma p¨²blica o privada. Para ello las leyes que rigen en p¨²blico deben responder a una lectura moderada del juda¨ªsmo, como sucede, y respetar los derechos de las minor¨ªas, como el 20% de ¨¢rabes".
En Libia, tras la ca¨ªda de Gadafi, el Consejo Nacional de Transici¨®n amag¨® con prohibir tambi¨¦n los partidos religiosos, desistiendo poco despu¨¦s ante la indignaci¨®n de buena parte del electorado. El a?o pasado, la c¨¢mara baja del Parlamento de Jordania aprob¨® una medida, respaldada por el rey Abdal¨¢ II, que proh¨ªbe la formaci¨®n de partidos pol¨ªticos ¡°sobre bases religiosas¡±, con la idea de disolver el Frente de Acci¨®n Isl¨¢mica, la secci¨®n de los Hermanos Musulmanes en ese pa¨ªs. El Senado qued¨® pendiente de ratificar la ley. El r¨¦gimen sirio tambi¨¦n proh¨ªbe los partidos religiosos y una revisi¨®n de la Constituci¨®n de 2012 establece claramente que ¡°no se practicar¨¢ actividad pol¨ªtica o se formar¨¢n grupos sobre la base de la religi¨®n¡±.
El debate ha llegado a Occidente con la inmigraci¨®n y el activismo isl¨¢mico
Seg¨²n los historiadores las interferencias mutuas de la religi¨®n y la pol¨ªtica en el mundo isl¨¢mico son relativamente nuevas. ¡°Tradicionalmente, en el mundo isl¨¢mico, la pol¨ªtica se mantuvo al margen de la religi¨®n. Religiosamente, se manten¨ªa as¨ª una continuidad con el pasado isl¨¢mico sin depender del Gobierno o regimen de turno. Antes de la era contempor¨¢nea, el mundo isl¨¢mico operaba sin control del Estado. Las mezquitas, por ejemplo, las financiaba no el Gobierno sino personas individuales, a trav¨¦s de donaciones caritativas¡±, explica Jonathan Berkey, historiador del mundo isl¨¢mico y profesor en la universidad norteamericana de Davidson.
Durante la mayor parte del siglo XX la mayor¨ªa de Gobiernos en el poder en el Norte de ?frica y Oriente Pr¨®ximo fueron seculares. Explotaron valores nacionalistas con sus ra¨ªces firmemente hundidas en el Ej¨¦rcito. Reg¨ªmenes como el de Egipto, decididos a coartar cualquier amago de ascenso de formaciones islamistas, comenzaron a ejercer un gran control sobre diversas instituciones religiosas, como mezquitas o universidades, como la de Al Azhar. A esa sombra nacieron y resistieron agrupaciones como la cofrad¨ªa de los Hermanos Musulmanes, formada en ese pa¨ªs en 1928 pero que pronto se expandi¨® por toda la regi¨®n y m¨¢s recientemente tambi¨¦n por Europa y EE UU.
Los republicanos de EE UU se han comprometido a frenar la 'sharia'
La inmigraci¨®n y la llegada del activismo isl¨¢mico al mundo occidental ha desatado fricciones y temores entre electores y pol¨ªticos seculares y cristianos. El a?o pasado en el congreso pol¨ªtico del Partido Republicano previo a las elecciones presidenciales norteamericanas los encargados de efectuar un programa incluyeron un punto seg¨²n el cual esa formaci¨®n conservadora se compromete a prohibir que la sharia se convierta en legislaci¨®n a respetar en decisiones judiciales. En Europa diversos partidos ultraderechistas han llegado a exigir incluso la prohibici¨®n completa de la pr¨¢ctica del islam. En diversas oleadas, Gobiernos m¨¢s o menos moderados han prohibido aspectos diversos del islam como por ejemplo la construcci¨®n de minaretes, en Suiza, o el velo en las mujeres, en Francia.
El islam es una religi¨®n que lo comprende todo, en cuya base est¨¢ tener una presencia no solo en la vida personal del individuo, sino tambi¨¦n en su esfera p¨²blica. Eso ha llevado a dudar sobre si de verdad esa religi¨®n puede ser compatible con el secularismo y, en ¨²ltima instancia, con la democracia occidental y sus valores de libertad, igualdad y fraternidad.
¡°Te¨®ricamente es cierto que las nociones occidentales de democracia pueden ser incompatibles con los principios isl¨¢micos¡±, explica el profesor Berkey. ¡°La esencia de una democracia es que la soberan¨ªa se le confiere al pueblo, y el pueblo soberano la delega en el Parlamento y el Gobierno. Desde el punto de vista tradicional isl¨¢mico, el Gobierno y la legitimidad del Estado deber¨ªan pertenecer a dios, pues la legislaci¨®n a aplicar debe ser acorde con la sharia o ley isl¨¢mica¡±.
¡°El secularismo es esencial para frenar el fundamentalismo¡±, se?ala Bennoune
Aunque el Nuevo Testamento dice que ¡°al C¨¦sar lo que es del C¨¦sar y a Dios lo que es de Dios¡±, en la tradici¨®n cristiana ha habido tiempos en que reyes y dictadores han gobernado por la gracia de dios. En EE UU hay legisladores ultraconservadores que defienden a diario la naturaleza cristiana de su pa¨ªs y luchan por colocar en la esfera p¨²blica s¨ªmbolos religiosos como la cruz o la Biblia.
¡°Esa autoridad de dios sobre la esfera p¨²blica tambi¨¦n se encuentra en la historia de occidente¡±, a?ade Berkey. ¡°De hecho, muchos pensadores musulmanes argumentan que en su religi¨®n est¨¢ la base para el consenso que forma la base de la democracia. En realidad en el islam se considera que es isl¨¢mico lo que la comunidad musulmana pacta y decide. Existe esa noci¨®n de acuerdo com¨²n y consenso que abre v¨ªas a una compatibilidad con la idea de democracia y autogobierno¡±.
Algunos te¨®ricos dudan de si el islam es compatible con la democracia
Desde ese punto de vista, es solo el islam fundamentalista el que es incompatible con la pr¨¢ctica de la democracia. ¡°Los partidos isl¨¢micos fundamentalistas emplean la religi¨®n como un instrumento del poder y la coerci¨®n, y para dictar las vidas de otros musulmanes¡±, a?ade Karima Bennoune, profesora en la Universidad de California en Davis y autora del libro Su fatua no se aplica aqu¨ª, sobre historias de resistencia contra el radicalismo isl¨¢mico. ¡°Su agenda est¨¢ basada en la no separaci¨®n entre su versi¨®n de la religi¨®n y la maquinaria del Estado. ?C¨®mo se puede tener una separaci¨®n entre religi¨®n y Estado en un autodenominado Estado isl¨¢mico, cristiano, o jud¨ªo? Un secularismo democr¨¢tico aut¨¦ntico, que busque crear o mantener esa separaci¨®n, es el instrumento m¨¢s importante para oponerse a ese fundamentalismo, y crear alternativas a ¨¦l¡±.
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