El 'topless' no interesa a R¨ªo de Janeiro
La convocatoria al 'toplessa?o' no es m¨¢s que una llamada de atenci¨®n y el punto de partida de una batalla que prometer dar que hablar durante este verano
R¨ªo de Janeiro, la misma ciudad que puso de moda el hilo dental (el microtanga) y por cuyo Samb¨®dromo mujeres de belleza deslumbrante desfilan integralmente desnudas (tan solo con pintura corporal) ante las televisiones de medio planeta, ha dejado claro que aun no est¨¢ preparada para asumir con naturalidad la pr¨¢ctica del topless (no usar la parte superior del bikini) en sus playas.
El ¡°toplessa?o¡± convocado a trav¨¦s de las redes sociales por un colectivo de mujeres para reivindicar su derecho a mostrar los senos en la playa y para el que confirmaron su presencia alrededor de 4.000 personas, acab¨® convirti¨¦ndose en un circo grotesco en el que algo m¨¢s de una decena de manifestantes tuvieron que soportar el asedio de las c¨¢maras y los curiosos.
Mientras los medios de comunicaci¨®n presentes superaban la centena, las mujeres que secundaron el desnudo colectivo no llegaron a la veintena. En ning¨²n momento se mantuvieron agrupadas en la reivindicaci¨®n ni se quitaron la parte superior del bikini simult¨¢neamente para darle m¨¢s visibilidad al acto de protesta. La convocatoria estuvo marcada, sobre todo, por el desorden y la falta de unidad. Lo que s¨ª se vivi¨® en el denominado Posto 9 de la playa de Ipanema fueron momentos de tensi¨®n por la presencia de curiosos que profirieron insultos y provocaciones a las manifestantes.
La falta de asistencia, seg¨²n la participante Ana Paula Nogueira, se debi¨® al mal tiempo y la ¡°reacci¨®n negativa, incluso agresiva, de muchas personas en Facebook. Esto ha intimidado a mucha gente que pretend¨ªa asistir¡±. ¡°El topless no es una provocaci¨®n ni una forma de crear pol¨¦mica. Es simplemente una forma de vivir tu cuerpo con absoluta libertad, de mandar en tu cuerpo. Las mujeres necesitamos mandar m¨¢s en nuestros cuerpos¡±, reivindica Natalia, de 31 a?os, ante un enjambre de c¨¢maras. Visiblemente contrariada, Julia explica que el colectivo est¨¢ ¡°proponiendo un cambio de visi¨®n y de pensamiento, y en vez de abrazar la causa la gente est¨¢ cegada por la misma idea de los pechos. No es respetuoso ni solidario¡±. Por su parte, la ba?ista Luiza Wellmann opina que ¡°el seno es algo muy puro, muy maternal. Exponerlo en la playa de esa manera me parece mal. No me gusta¡±.
La polic¨ªa de R¨ªo de Janeiro no permite la pr¨¢ctica del topless en la playa ampar¨¢ndose en el art¨ªculo 233 del C¨®digo Penal, que castiga el ¡°acto obsceno en lugar p¨²blico, o abierto o expuesto al p¨²blico¡±. La pena prevista para este delito va de los tres meses hasta un a?o de c¨¢rcel o multa. En las mundialmente conocidas playas de R¨ªo se han dado numerosos casos en los ¨²ltimos a?os en que mujeres que se han atrevido a mostrar los pechos p¨²blicamente han acabado en la comisar¨ªa.
¡°No tiene nada que ver con la ley. Es una cuesti¨®n de la gesti¨®n moral de un espacio considerado muy democr¨¢tico por el discurso que se construy¨® sobre la playa. Si profundizamos un poco veremos que no es as¨ª, y si recurrimos a la historia concluiremos que la playa en esta ciudad es desde el inicio del siglo pasado un lugar elitista, discriminatorio y donde se controla moralmente el espacio¡±, opina la antrop¨®loga Julia O?Donnell, autora del libro ¡°La invenci¨®n de Copacabana¡±.
Este ¡°toplessa?o¡±, seg¨²n varios participantes del acto, no es m¨¢s que una llamada de atenci¨®n y el punto de partida de una batalla que prometer dar que hablar en R¨ªo durante este verano. Por este motivo se ha celebrado el primer d¨ªa de la nueva temporada estival carioca.
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