Prohibido pasar: zona de cacer¨ªa
Los cazadores y el Gobierno negocian reservar ¨¢reas de monte p¨²blico en d¨ªas de monter¨ªa Se vetar¨ªa el acceso a los senderistas
El Gobierno est¨¢ estudiando, a petici¨®n de los cazadores, dar prioridad a las actividades cineg¨¦ticas en los montes p¨²blicos frente a otras formas de ocio como el senderismo o la b¨²squeda de setas. El Ministerio de Agricultura, Alimentaci¨®n y Medio Ambiente ha tratado con las principales organizaciones que representan a los cazadores introducir en la futura Ley de Montes la prohibici¨®n de acceso al bosque en las zonas y los d¨ªas en los que se organicen monter¨ªas o batidas. Los cazadores aseguran que su objetivo es garantizar la seguridad de todos los usuarios del monte y evitar accidentes.
¡°Queremos que todas las actividades sean compatibles y en este caso eso quiere decir que cuando se lleva a cabo una, no se haga la otra¡±, se?ala el presidente de la Real Federaci¨®n Espa?ola de Caza (RFEC), Andr¨¦s Guti¨¦rrez Lara. ¡°Es una cuesti¨®n de seguridad. Las monter¨ªas se programan con mucha antelaci¨®n y en d¨ªas concretos. Los seteros pueden realizar su actividad otros d¨ªas o en otros lugares¡±, a?ade. ¡°Los que buscan setas acuden todos los d¨ªas; nosotros solo uno o dos al a?o a cada zona¡±, subraya ?ngel L¨®pez, responsable de comunicaci¨®n de la RFEC.
L¨®pez precisa que la ¡°negociaci¨®n¡± con el Ministerio solo se refiere a la caza mayor (jabal¨ªes, corzos, ciervos); no a la menor (perdices, conejos, liebres) puesto que esta, que usa cartuchos de perdigones con un alcance limitado, no reviste tanta peligrosidad. ¡°En estas actividades no se suelen producir accidentes, y menos a¨²n que afecten a terceros¡±, a?ade. ¡°En cambio, la caza mayor utiliza balas con un alcance de 200 metros¡±. El Ministerio rehus¨® comentar el asunto alegando que ¡°a¨²n no hay un texto definitivo¡± de la ley.
Las batidas y las monter¨ªas son cacer¨ªas programadas que requieren autorizaci¨®n previa de las comunidades aut¨®nomas. En la mayor¨ªa de ellas es obligatorio se?alizar con carteles que alertan del peligro todos los caminos de acceso a la zona. Seg¨²n la clase, pueden participar entre 20 y 100 cazadores. La caza mayor representa cerca del 50% de toda la actividad cineg¨¦tica en Espa?a, explica un experto consultado. Los datos de la Fundaci¨®n para el estudio y defensa de la naturaleza y la caza (Fedenca) indican que la suma de capturas de especies de caza menor (26,7 millones de piezas) y mayor (411.649 reses) alcanza un valor de 1.044,4 millones de euros al a?o.
Pasar de la advertencia a la prohibici¨®n del acceso a zonas de monte p¨²blico ¡°es algo discutible desde el punto de vista jur¨ªdico¡±, explica un experto en gesti¨®n del medio natural. ¡°Choca con el derecho a la libre circulaci¨®n. Una cosa es que con car¨¢cter concreto se informe de un peligro y otra es que legalmente se d¨¦ una preeminencia a la actividad cineg¨¦tica frente al disfrute p¨²blico de todos los ciudadanos¡±, a?ade. Esta fuente considera que los cazadores pretenden eludir su responsabilidad en caso de accidente. ¡°Aprobar algo as¨ª crear¨ªa un problema jur¨ªdico donde ahora no lo hay. Podr¨ªa acabar en el Constitucional, puesto que el art¨ªculo 45 recoge el derecho a disfrutar del medio ambiente¡±, concluye.
Juan Antonio Sarasketa, presidente de la Oficina Nacional de la Caza ¡ªagrupa aproximadamente al 70% de los cazadores espa?oles¡ª, prefiere no hablar de prohibici¨®n sino de ¡°ordenaci¨®n¡±. ¡°Debe primar la seguridad. Cuando hay una monter¨ªa o una batida, con decenas de cazadores, la Administraci¨®n debe decir a los seteros: Aqu¨ª hoy no se puede entrar¡±. Sarasketa asegura que as¨ª se lo han transmitido al Ministerio que dirige Miguel Arias Ca?ete. ¡°Le hemos planteado el problema que supone que pueda haber 20 o 30 seteros en una mancha [superficie de la finca donde se desarrolla la batida]. Existe peligro; las balas son muy traicioneras¡±, se?ala. Sarasketa cree que la prohibici¨®n de acceso se recoger¨ªa no en el texto de la ley, que est¨¢ previsto aprobar en verano, sino en un reglamento posterior.
¡°Es un tema complejo. Me parece l¨®gico que se intente evitar accidentes, pero cualquier cosa que impida el libre albedr¨ªo de otras actividades se tiene que consensuar. No se pueden tomar esas decisiones a escondidas¡±, dice Miquel Fortuny, vocal de la Sociedad Catalana de Micolog¨ªa. Manuel Vera, fundador de la Asociaci¨®n Micol¨®gica Granadina, coincide en que compartir territorio con cazadores ¡°entra?a peligro¡±. ¡°Pero los que usan escopetas, los que generan ese peligro, son ellos, no nosotros. Todos tenemos el mismo derecho a entrar en un monte p¨²blico. Una cosa es comunicar que hay una cacer¨ªa ¡ªnosotros ya procuraremos no entrar¡ª y otra es prohibir el acceso y multar¡±, a?ade. Los cazadores, por su parte, recuerdan que ellos son los ¨²nicos que pagan por usar el monte.
C¨¦sar Acosta, portavoz de Seguridad Vial de la Real Federaci¨®n Espa?ola de Ciclismo, considera que dar prioridad a un colectivo supone ¡°hacer un uso privativo de algo que usamos todos¡±. Los usuarios de la bicicleta se ver¨ªan afectados, afirma: ¡°Yo puedo planificar un recorrido y tener que cambiar de ruta o no llevarlo a cabo¡±. Adem¨¢s, le preocupa un aspecto pr¨¢ctico: ¡°?C¨®mo se se?aliza y se delimita esa actividad? ?C¨®mo voy a saber yo cuando preparo una ruta que voy a pasar por una zona en la que hay una monter¨ªa? Es muy complicado ponerle puertas al campo¡±, se?ala.
Una cacer¨ªa autorizada en el parque nacional de Monfrag¨¹e (C¨¢ceres) a principios de diciembre pasado evidenci¨® la pol¨¦mica que rodea la convivencia de los diferentes usuarios del monte. Tanto los hosteleros del parque como la organizaci¨®n conservacionista SEO/BirdLife criticaron que la cacer¨ªa fuera autorizada un domingo de puente, una de las fechas en las que Monfrag¨¹e registra m¨¢s visitantes.
Los accidentes de caza por arma de fuego suponen entre 50 y 60 al a?o, seg¨²n el presidente de la RFEC. El n¨²mero de fallecidos, si se cuentan ¨²nicamente los decesos provocados por arma de fuego ¡ªlas estad¨ªsticas tambi¨¦n contemplan los producidos por infarto, por ejemplo¡ª ¡°hablar¨ªamos de unos ocho o 10 al a?o de media¡±. No hay datos sobre da?os a terceros; es decir, sobre accidentes en los que quien resulte muerto o herido no sea un cazador, sino un excursionista o un setero, explican desde Mutuasport, que concentra las p¨®lizas de responsabilidad civil de cerca del 40% de los cazadores espa?oles.
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