Las patentes de humo de Wang Ji
Un empresario chino de Manises registr¨® cientos de dise?os de cigarrillos electr¨®nicos, pero las tiendas se niegan a pagarle por un producto que ya venden
"Hay un chino pase¨¢ndose con un notario por los pabellones¡±. El rumor ya corr¨ªa por la Feria de la Franquicia de Valencia, celebrada a mediados de octubre, cuando le lleg¨® a Jeff Mont, distribuidor de cigarrillos electr¨®nicos. ¡°La gente se lo tomaba a risa, pero ellos iban muy en serio¡±, dice, ¡°estaban levantando acta y todo¡±. Yi Hu Wang Ji, un empresario chino de 40 a?os afincado en Manises que lleg¨® a Espa?a siendo adolescente, llevaba en las manos un dossier con un centenar de certificados expedidos por la Oficina Espa?ola de Patentes y Marcas con fotograf¨ªas de boquillas, bater¨ªas, atomizadores, recargas, fundas y cuerpos de cigarrillos electr¨®nicos cuyo dise?o industrial ha registrado en Espa?a y sobre los que tiene derechos exclusivos. Algunos franquiciados recibieron despu¨¦s burofaxes: habr¨ªa acciones legales.
Desde entonces, en el sector hay incredulidad y preocupaci¨®n. Tambi¨¦n confusi¨®n sobre lo que pide el empresario a las tiendas (de las que hay unas 3.000 en Espa?a): desde 250 euros mensuales hasta los 50 que ¨¦l mismo reconoci¨® en la cadena SER de Valencia, ¡°porque estamos en crisis¡±, se?al¨®, ¡°y as¨ª todo el mundo puede ganar dinero¡±. Entre los franquiciados reina la opini¨®n de que Wang Ji se ha limitado a registrar modelos que ya estaban siendo comercializados. ¡°Ha sido un flecha¡±, opina Jeff Mont, que estudia una demanda colectiva con otros distribuidores. ¡°Ojal¨¢ se me hubiese ocurrido a m¨ª¡±, a?ade Mont.
¡°?Que ha sido espabilado? Puede, pero la ley es la ley; quienes la incumplen son los que no pagan¡±, dice Vicente Quilis, abogado de Wang Ji. ¡°?l va por las buenas y est¨¢ dispuesto a negociar; esto funciona as¨ª¡±. Por ello, algunos vendedores de cigarrillos de vapor han preferido pactar. El valenciano Alejandro Rodr¨ªguez Marco, propietario de Happy Smoky, una franquicia con 67 tiendas, ha creado la Asociaci¨®n Espa?ola de Empresarios de Cigarrillos Electr¨®nicos, a trav¨¦s de la cual ha firmado un contrato de cesi¨®n de derechos con Wang Ji a cambio de 95 euros mensuales por tienda. ¡°No quiero apartarme de la legalidad¡±, dice, ¡°muchas familias dependen de m¨ª y tenemos problemas m¨¢s graves, como que nos equiparen al tabaco¡¡±, explica en referencia a la reciente decisi¨®n de Sanidad de prohibir el producto en hospitales, colegios y edificios p¨²blicos. En cualquier caso, ning¨²n asociado ha pagado todav¨ªa, puesto que el acuerdo cerrado con Wang Ji especifica que, para empezar a hacerlo, ninguno de sus registros debe estar impugnado.
Bel¨¦n Delgado, del bufete Le Morne Brabant, representa a varias franquicias que se han opuesto a los t¨ªtulos de Wang Ji: ¡°Ha usado el procedimiento de mala fe, buscando un lucro indebido¡±. ¡°Las fotos que ha presentado en la Oficina de Patentes est¨¢n sacadas de Internet, en algunas incluso se ha borrado la marca comercial con Photoshop¡±, acusa, ¡°pero documentar hace cu¨¢nto existen esos modelos o qui¨¦n es su due?o es una labor ardua¡±. Sobre todo en un sector boyante, apenas regulado, en el que el material se compra online y viene de China, donde cientos de empresas fabrican casi lo mismo. ¡°Cuando se lo cuentas a los proveedores chinos, todo el asunto les parece absurdo¡±, cuenta el distribuidor Jeff Mont. ¡°Wang Ji tiene un derecho formal¡±, admite la abogada, ¡°pero no creo que uno que pueda mantener en el tiempo¡±.
Tras su aparici¨®n en aquella feria, el empresario chino hizo una ronda de medios, ofreciendo entrevistas, directamente o a trav¨¦s de su abogado o su socio, en las que subrayaba que solo quer¨ªa ordenar el caos del sector. Contaba que la ¡°idea¡± le lleg¨® en patinete: hace cinco a?os import¨® para vender en sus 18 bazares un centenar de contenedores de un modelo que otra persona ten¨ªa registrado en Espa?a. Wang Ji se neg¨® a pagarle y sus contenedores acabaron precintados. Pero ahora el empresario no est¨¢ para an¨¦cdotas. En una conversaci¨®n telef¨®nica desde China, donde se encuentra de viaje, se muestra muy disgustado. ¡°Se han contado muchas mentiras¡±, dice acusando de tergiversaci¨®n a los abogados (incluido el suyo), los medios y las franquicias. ¡°Yo solo quiero defender mis derechos y mi producto, pero como soy chino creen que copio y no soy legal¡±. ?Denunciar¨¢ a quienes se nieguen a pagarle? ¡°No vale la pena, el que quiera, que me pague; el que no, que no lo haga¡±, dice.
Un socio explica que el empresario dise?¨® los cientos de piezas que ha registrado y las mand¨® fabricar a China
Para explicarse mejor recurre a su socio Javier Garc¨ªa, que le ha acompa?ado en todas sus apariciones medi¨¢ticas (se conocen desde hace a?os porque el empresario chino es cliente de su concesionario de coches de alta gama). Garc¨ªa explica que Wang Ji, ¡°que adem¨¢s de empresario es inventor¡±, ide¨® personalmente en verano, con la ayuda de un dise?ador, los cientos de piezas que ha registrado desde finales de septiembre. Las mand¨® fabricar a China para luego distribuirlas en Espa?a y venderlas en sus bazares. Quiz¨¢ en China, explica, otros se las pudieron copiar y por ello se encuentran piezas muy parecidas en el mercado. ¡°Wang Ji siempre actu¨® de buena fe¡±, dice Garc¨ªa, ¡°no hemos pedido dinero por escrito a nadie, y la mejor prueba de ello es que no hemos visto un euro¡±. Y a?ade: ¡°No hay prisa, que nos impugnen, tenemos los bocetos: el tiempo nos dar¨¢ la raz¨®n¡±.
Registrar un dise?o industrial es muy sencillo. Se puede hacer por Internet. Basta con presentar unas im¨¢genes y pagar una tasa de 62 euros (por lo que solo en registros, sin contar el notario, los burofaxes o el abogado, Wang Ji lleva gastados al menos 12.000 euros). Unos d¨ªas despu¨¦s se reciben los certificados de exclusividad que el empresario esgrimi¨® en la feria de franquicias (cualquiera puede descargar en la web de la Oficina de Patentes los 200 que acumula el empresario). Un dise?o industrial no es una patente que requiere una serie de comprobaciones (de autor¨ªa, por ejemplo) y protege un invento, un concepto: el cigarrillo de vapor. Un dise?o industrial protege la apariencia de las partes de un objeto, como una boquilla de cigarrillo electr¨®nico con forma de calavera con sombrero vaquero y gafas de sol. Esta boquilla existe y es el registro n¨²mero 518.011-02 de Wang Ji. En Internet hay decenas de distribuidores internacionales que venden una parecida o id¨¦ntica. Pero la Oficina Espa?ola de Patentes y Marcas no comprueba eso de oficio. ¡°Solo se comprueba que lo registrado no sea ofensivo¡±, explica Gerardo Penas desde la instituci¨®n. ¡°Lo importante es que el procedimiento sea ¨¢gil, ya que est¨¢ pensado para el perecedero mundo de la moda¡±. Si hay alg¨²n perjudicado (por ejemplo, alguien que tiene registrado algo muy semejante), hay dos meses para impugnar la concesi¨®n del t¨ªtulo. La boquilla calavera tiene una oposici¨®n que alega ¡°falta de novedad¡± del dise?o. Es una de las decenas de oposiciones presentadas contra los registros de Wang Ji por otros vendedores de cigarrillos de vapor. La Oficina de Patentes tardar¨¢ unos seis meses en decidirse. Para los que se haya pasado el plazo administrativo, habr¨¢ que ir a juicio.
De momento, en esta guerra del cigarrillo electr¨®nico, nadie est¨¢ contento. Solo Gerardo Penas, de la Oficina de Patentes, se dice ¡°agradecido¡± a Wang Ji: ¡°Esto es una llamada de atenci¨®n a una sociedad con muy poca cultura del registro; y no todo vale, hay que informarse antes de ponerse a vender algo, porque siempre hay un due?o detr¨¢s¡±. El registrador pide ¡°un poco de respeto por la creatividad ajena¡±. Aunque esta consista en una boquilla con forma de cowboy calavera por la que inhalar vapor de agua como el m¨¢s malo del salvaje Oeste.
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