Sin igualdad no hay hermanos
Un tercio de los ni?os espa?oles son hijos ¨²nicos; la mayor¨ªa de mujeres desear¨ªa tener dos Los natalidad merma en las ¨¦pocas en que los roles de g¨¦nero est¨¢n en transformaci¨®n
Los ni?os espa?oles cada vez est¨¢n m¨¢s solos. Uno de cada tres ya crece sin hermanos y los pron¨®sticos a medio plazo son que este porcentaje aumente. El hijo ¨²nico ha pasado de ser la excepci¨®n a convertirse en la norma. Sin embargo, en Espa?a a¨²n son pocas las mujeres que no tienen hijos. De hecho, la mayor¨ªa dice que le gustar¨ªa ser madre de al menos dos criaturas. Pero, mientras en otros pa¨ªses desarrollados la baja tasa de fecundidad se ha ido corrigiendo, seg¨²n el informe D¨¦ficit de natalidad en Europa. La singularidad del caso espa?ol, editado la Obra Social La Caixa, Espa?a est¨¢ estancada en el hijo ¨²nico. ?A qu¨¦ se deben estos mermados ¨ªndices de fecundidad? ?Qu¨¦ impide que las mujeres espa?olas tengan la descendencia que desean?
Las mujeres en Espa?a tienen los hijos en un tiempo biol¨®gico tard¨ªo sin que haya grandes diferencias entre niveles sociales o educativos. La media supera los 30 a?os y un significativo 18% de los cr¨ªos nace cuando sus madres ya han cumplido los 35. Esto, sin embargo, no es distinto de lo que ocurre en el resto de pa¨ªses europeos. Mientras en Francia o Suecia han recuperado parte de la tasa de fecundidad perdida hace unos a?os ¡ªahora est¨¢n en 1,6 hijos por mujer¡ª, Espa?a sigue estancada en el 1,3. Es decir, las mujeres retrasan de modo general la edad a la que tiene el primer hijo, pero una vez este ha nacido muchas deciden tener otro. Las espa?olas, no.
Las explicaciones tradicionales para el fen¨®meno de la ca¨ªda de la natalidad apuntan a la paulatina incorporaci¨®n de la mujer al mercado laboral y a la asunci¨®n de nuevos valores. Sin embargo, seg¨²n sostiene el soci¨®logo dan¨¦s Gosta Esping-Andersen, coordinador del estudio de La Caixa del que se extraen la mayor parte de los datos de este reportaje, la fecundidad es m¨¢s alta en pa¨ªses donde las tasas de empleabilidad de la mujer son mayores, como en Suecia. De acuerdo con su investigaci¨®n, la natalidad de las mujeres merma durante el periodo de cambio hist¨®rico en el que se est¨¢n iniciando en el trabajo fuera del hogar y los roles de g¨¦nero est¨¢n en transformaci¨®n. Una vez consolidados estos, el n¨²mero de hijos suele remontar.
La fecundidad es m¨¢s alta en pa¨ªses donde las tasas de empleabilidad de la mujer son mayores, como en Suecia
Un reciente estudio del centro de investigaci¨®n Demographic Research sobre los efectos de la crisis econ¨®mica en los patrones de natalidad en Europa tambi¨¦n ha hallado una conexi¨®n entre los altos niveles de paro y el bajo ¨ªndice de fertilidad de los pa¨ªses del sur, este y centro de Europa. Adem¨¢s, aquellos en los que el Estado del bienestar es m¨¢s d¨¦bil y la estructura familiar m¨¢s tradicional, los ¨ªndices de natalidad apenas se recuperan. Es el caso, por ejemplo, de los asi¨¢ticos y los europeos del este y del sur.
Seg¨²n enuncian Esping-Andersen y Daniela Bellani en un cap¨ªtulo del Informe sobre la natalidad en Europa, los empleos a tiempo parcial y en el sector p¨²blico, con una flexibilidad laboral mayor y horarios m¨¢s estables, contribuyen a reducir el conflicto entre trabajo y familia. ¡°Muchas mujeres que tienen claro su planteamiento familiar, optan por puestos relacionados con el sector p¨²blico, ya que este les da una estabilidad laboral mayor¡±, expone Consuelo Le¨®n, directora del observatorio de Pol¨ªticas Familiares del Instituto de Estudios Superiores de la Familia. La tasa de natalidad en profesiones como Magisterio, Trabajo Social o Ciencias de la Salud es m¨¢s alta que en otro tipo de empleos.
De este modo, una oferta abundante de estos trabajos en un sector p¨²blico fuerte ¡ªque en Espa?a est¨¢ adelgazando¡ª tendr¨ªa efectos positivos sobre la fecundidad. Y teniendo en cuenta que las mujeres con un alto nivel educativo tienen por lo general lazos m¨¢s s¨®lidos con el mercado laboral, las pol¨ªticas p¨²blicas de apoyo a la familia incidir¨ªan especialmente en este grupo. Sin embargo, no todas las actuaciones pol¨ªticas a este respecto tienen el mismo impacto. Los permisos de maternidad, paternidad y los servicios de atenci¨®n a la infancia ejercen una influencia decisiva. Las medidas que ponen dinero en los bolsillos de las madres por el hecho de serlo ¡ªcomo el cheque beb¨¦ del anterior Gobierno socialista o la reciente iniciativa alemana que propone un subsidio a las madres que se queden en casa¡ª no ser¨ªan, sin embargo, tan eficaces.
En lo que buena parte de los expertos coinciden es en definir la igualdad de g¨¦nero como condici¨®n necesaria para recuperar las tasas de natalidad. Pero el modo en que se llega a esta tambi¨¦n la condiciona. En el cap¨ªtulo que el informe dedica a la materia se sostiene que si el cambio de actitud hacia la igualdad de g¨¦nero lo impulsan solo o sobre todo las mujeres, esto podr¨ªa provocar fuertes tensiones entre sexos que desembocar¨ªan en una disminuci¨®n de la tasa de natalidad. La implicaci¨®n del hombre es, pues, esencial.
Los hombres menos cualificados experimentan m¨¢s riesgo de desempleo y salarios menguantes, una situaci¨®n menos atractiva para formar una familia
Gosta Esping-Andersen, soci¨®logo coordinador del estudio.
La regla dice adem¨¢s que a mayor educaci¨®n, hay m¨¢s conciencia de igualdad de g¨¦nero y aqu¨ª las mujeres espa?olas se hallan tambi¨¦n en dificultades. La tasa de universitarias est¨¢ por encima de la de los hombres e incluso por encima de la media de las europeas (44% frente al 39,5%). Esto crea un desequilibrio que influye en que las mujeres tengan menos hijos. A estas mujeres les cuesta encontrar un compa?ero con un nivel educativo similar, y como la mayor¨ªa de los hijos nacen en parejas, el resultado es una ca¨ªda de la natalidad.
Entre quienes lo encuentran parece apuntarse una leve tendencia al alza en la natalidad. ¡°En Escandinavia, las mujeres con mayor nivel educativo parecen ser m¨¢s propensas a tener un segundo hijo y tener menos probabilidades de permanecer sin hijos que las de menor nivel¡±, expone la investigadora Bellani.
La variante educativa tambi¨¦n ayuda a explicar la ca¨ªda de la natalidad en los sectores con una posici¨®n econ¨®mica m¨¢s bajo. ¡°Los hombres menos cualificados experimentan m¨¢s riesgo de desempleo y salarios menguantes, una situaci¨®n menos atractiva para formar una familia¡±, argumenta Esping-Andersen.
Las estructuras de pareja influyen tambi¨¦n en la natalidad, que es m¨¢s baja cuando la pareja es m¨¢s inestable. Y los divorcios son m¨¢s altos cuando la igualdad de g¨¦nero y la implicaci¨®n del hombre en las tareas familiares y del hogar son menores. Eso ayudar¨ªa a explicar, por ejemplo, el crecimiento en el n¨²mero de divorcios en Espa?a a medida que el papel de la mujer iba aumentado social y laboralmente. Esa inestabilidad en la pareja implicar¨ªa, sin embargo, que la mujer, sola y con una precariedad laboral mayor, decidir¨ªa tener menos descendencia.
Adem¨¢s de aumentar los divorcios, en Espa?a ha bajado el n¨²mero de matrimonios y la cohabitaci¨®n, tradicionalmente m¨¢s inestable, se ha disparado. El 40% de las parejas ya viven juntas sin estar casadas y al contrario que cuando este fen¨®meno se inici¨®, el porcentaje no var¨ªa mucho en funci¨®n de su nivel de estudios. Estas uniones duran varias d¨¦cadas y la mayor¨ªa no se plantea la cohabitaci¨®n como una mera fase previa al matrimonio. El resultado es que m¨¢s del 30% de los ni?os nacen en parejas que no est¨¢n casadas.
La tasa de natalidad de los inmigrantes del Este de Europa es muy baja
Aunque el modo espa?ol presenta de nuevo peculiaridades respecto al resto de Europa. En general, las mujeres que cohabitan tienen menos probabilidad de tener hijos que las casadas. Pero en Espa?a esta distancia no es tan acusada porque estas uniones son muy estables. Al final del quinto a?o de convivencia, casi el 40% de las mujeres han sido madres, un 10% m¨¢s que, por ejemplo, en Alemania. Sin embargo, muy pocas tienen un segundo reto?o, con independencia de que est¨¦n o no casadas.
Una creencia extendida sostiene que los inmigrantes han paliado la ca¨ªda de la tasa de fecundidad. Sin embargo, y aunque esta aument¨® ligeramente en un momento inicial, lo cierto es que el patr¨®n de natalidad de las extranjeras que se han asentado en Espa?a se ha asimilado al de las nacionales. ¡°Los inmigrantes que han llegado proceden principalmente de Europa del Este, donde la tasa de natalidad es muy baja, y de Latinoam¨¦rica, donde no llega a los dos hijos por mujer¡±, explica la investigadora del CSIC Teresa Castro.
Una vez en Espa?a, su alta integraci¨®n social y laboral respecto a, por ejemplo, aquellos que llegan a las sociedades anglosajonas, hace que su natalidad merme. ¡°En el modelo anglosaj¨®n son los inmigrantes y los m¨¢s desfavorecidos quienes sostienen la natalidad a costa de la desigualdad social. En el modelo n¨®rdico, se apuesta por un dise?o igualitario de las pol¨ªticas para que el incentivo de la natalidad llegue a todos los estratos¡±, a?ade.
La cifra global en Espa?a arroja que un 87% de las mujeres tiene descendencia y pese a que la mayor¨ªa se planta en el primer ni?o, nueve de cada 10 ¡ªtambi¨¦n las universitarias¡ª aseguran que les gustar¨ªa tener al menos dos hijos. Esta diferencia entre los hijos que uno efectivamente trae al mundo y los que realmente le gustar¨ªa criar es lo que se ha acu?ado como d¨¦ficit de bienestar. Un t¨¦rmino en el que caben cada vez m¨¢s mujeres espa?olas.
Pelea por la bayeta
- La participaci¨®n masculina en las tareas dom¨¦sticas ha aumentado en los ¨²ltimos a?os, pero sigue habiendo mucha diferencia entre hombres y mujeres. Seg¨²n el ¨²ltimo informe del Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE) sobre empleo del tiempo en Espa?a, en 2010 los hombres dedicaban 2,32 horas al d¨ªa a realizar labores del hogar, frente a las 4,29 de las mujeres.
- Un estudio del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS) de 2010 concluy¨® que el 71,9% de los espa?oles afirma que su familia ideal es la que est¨¢ formada por una pareja en la que ambos tienen un trabajo remunerado con parecida dedicaci¨®n y se reparten las tareas del hogar y el cuidado de los hijos, si los hay. Seg¨²n el mismo informe, en caso de que uno de los miembros de la pareja tenga que trabajar menos de forma remunerada para ocuparse del hogar y los hijos, el 2,7% piensa que debe ser el hombre, el 36,1% opina que debe ser la mujer y el 57,1% considera que puede ser cualquiera de ellos, dependiendo de otros factores como el salario o las condiciones laborales).
- M¨¢s de la mitad de las parejas espa?olas discuten por el reparto de las tareas dom¨¦sticas (52%), cinco puntos por encima de la media europea, seg¨²n un estudio de Ipsos de 2009. No obstante, el 69% de los hombres reconocen que deber¨ªan colaborar m¨¢s.
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