Dar la nota
?Lo que pretende la iniciativa es garantizar un m¨ªnimo de conocimientos o un ajuste entre oferta y demanda?
En la carrera hacia la universidad hay quien contempla la Selectividad como un ¨²ltimo obst¨¢culo. Y la consejera catalana de Educaci¨®n [Irene Rigau], supongo que animada m¨¢s por el rigor de pedir nota que por el af¨¢n de dar la nota, quiere subir la altura de esa ¨²ltima valla elevando de 4 a 5 la cota del aprobado.
No s¨¦ si la propuesta llega un poco tarde, cuando el sistema dibuja otros rumbos y se presenta cada vez m¨¢s segmentado, pero puede que no le falte raz¨®n a la consejera y convenga que los corredores lleguen a la meta con mayor holgura en el ¨²ltimo salto, para garantizar los conocimientos, la capacidad y el esfuerzo que han de primar en el mundo universitario.
Claro que hay tambi¨¦n otras visiones y razones que, para poder juzgar con rigor su iniciativa, har¨ªan conveniente someter a la consejera a la t¨¦cnica de la doble pregunta: ?Lo que pretende es garantizar un m¨ªnimo de conocimientos o un ajuste entre oferta y demanda? Y, en este ¨²ltimo caso, ?a la entrada (por los recursos disponibles) o a la salida (por la inserci¨®n laboral) de los estudios universitarios?
Aunque la Selectividad fue concebida para garantizar los conocimientos y las aptitudes de los estudiantes para acceder a la Universidad, la realidad es que, con un 90% de aprobados (?se quiere reducir esto?), m¨¢s que acreditar conocimientos lo que hace es clasificarlos. Lo relevante, pues, es eso, en lo que el futuro de muchos estudiantes se juega en el estrecho margen de unas pocas d¨¦cimas para acceder a unas titulaciones (pocas, y que podr¨ªan ampliarse) con requisitos de entrada y fuerte presi¨®n de la demanda.
Si lo que se persigue es, en cambio, garantizar el nivel m¨ªnimo de conocimientos exigibles para acceder a la Universidad, elevar el list¨®n de la nota podr¨ªa no ser mala cosa siempre que no fuese la ¨²nica cosa, porque si de verdad se desea mejorar el sistema habr¨ªa que revisar tambi¨¦n los m¨¦todos, el modo de valorar no solo los conocimientos sino las capacidades del alumno, considerar aspectos como la vocaci¨®n, la motivaci¨®n y las cualidades personales y primar el historial sobre el resultado de un examen, para que lo que uno vaya a ser no dependa de un momento sino de una trayectoria.
Quiz¨¢ sea la magia de los n¨²meros, pero vivimos en un tiempo en que parece que el n¨²mero lo santifica todo. No me cabe duda de que el conocimiento, el m¨¦rito, la capacidad y el esfuerzo han de ser exigencias para el acceso a la Universidad, pero me resisto a ponerle un n¨²mero a esos principios y a que ese n¨²mero (?fruto de alg¨²n secreto algoritmo?) se cifre en 4 o en 5. Igual que me resisto a admitir que un solo examen sirva para calificar el potencial de un alumno y encierre el secreto exclusivo del ¨¦xito o de la proyecci¨®n futura de muchos estudiantes. Notables fracasados en la universidad como Steve Jobs o Bill Gates (que lleg¨® a definirse a s¨ª mismo como ¡°el mejor de todos los que fracasaron en la Universidad de Harvard¡±) no s¨¦ si habr¨ªan llegado a dar la nota.
Juan A. V¨¢zquez es expresidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Espa?olas (CRUE).
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